Mildred y Richard Loving se habían casado en 1958 llenos de amor e ilusión. Pero habían violado las leyes del estado de Virginia, Estados Unidos, contra los matrimonios interraciales. Fueron declarados culpables y sentenciados a un año de prisión, con la condición de que abandonaran Virginia; en caso de no hacerlo, la sentencia sería de veinticinco años. Habían violado el Acta de Integridad Racial de 1924, que prohibía los matrimonios entre personas de distintas razas.
Leyes como esa habían sido el resultado de una ideología política conocida como supremacía blanca, la cual preconiza que solo la etnia caucásica (blanca) es superior a todas las etnias en sentido biológico, cultural y moral. De ahí que pretenda dominar y mantener la hegemonía sobre el resto de etnias no blancas. Esa mentalidad se encontraba firmemente arraigada en la sociedad de Estados Unidos tanto antes como después de la Guerra de Secesión, y todavía hoy día se discute sobre prevalencia y alcance real.
Instalados en Washington, Richard y Mildred se sentían muy tristes por haberse visto obligados a abandonar su hogar y a sus seres queridos. Lo único que les daba ánimo era el amor que se profesaban, un amor al que los contratiempos había fortalecido. Indignada, Mildred escribió una carta al entonces fiscal general del Estado Robert Kennedy protestando por su situación. La carta está fechada en 1963, y los primeros éxitos conseguidos por los incipientes movimientos contestatarios de la época habían animado a la señora Loving a echarla al correo. Cuando la recibió, Kennedy la envió a la Unión de Derechos Civiles. Ese fue el germen de un largo proceso judicial que llegaría al Tribunal Supremo de los Estados Unidos, el caso Loving vs. Virginia, y que tendría punto final el 12 de junio de 1967 cuando los jueces fallaron por unanimidad a favor del matrimonio que inmediatamente regresó a Virginia.
Este es parte del veredicto tomado por unanimidad por todos los miembros de Tribunal Supremo el 12 de junio de 1967, y expresado por su presidente el juez Earl Warren:
«El matrimonio es uno de los ‘derechos básicos del ser humano’, imprescindible para nuestra existencia y supervivencia… Negar esa libertad fundamental sobre una base tan débil como son las clasificaciones raciales contenidas en esos estatutos, y subvirtiendo directamente el principio de igualdad tal y como está en el corazón mismo de la Decimocuarta Enmienda, es privar con toda seguridad a todos los ciudadanos del estado de su libertad amparada por el verdadero derecho. La Decimocuarta Enmienda hace que la libertad para escoger con quién casarse no esté restringida por ninguna discriminación racial. Bajo nuestra Constitución, la libertad para casase o no con alguien de otra raza reside en la persona misma, y el Estado no debe inmiscuirse».
La conclusión del tribunal fue que las leyes eran raciales y que se habían aprobado para perpetuar la Primacía Blanca:
«El hecho de que Virginia haya prohibido solo los matrimonios interraciales en los que estaban envueltas personas blancas, muestra que la razón de ser de las medidas tomadas para tal clasificación racial era el mantenimiento de la Supremacía Blanca».
El juez asociado Potter Stewart, refiriéndose al caso McLaughlin v. Florida, añadió que «no es posible que un estado de derecho esté en armonía con nuestra Constitución si hace que el crimen de un acto dependa de la raza del sujeto».
La sentencia del caso Loving v. Virginia, 388 U.S 1 (1967) representó un importante hito en la defensa de los derechos civiles en la historia de los Estados Unidos. A partir de ella, tuvo lugar un aumento de los matrimonios interraciales, y se celebra el 12 de junio de cada año como el Loving Day.
Derechos que ahora se dan por sentado, se tuvieron que conseguir en su día con ingente esfuerzo y gran sufrimiento. Siempre hubo pioneros que padecieron y que fueron por delante. Pero llegar a alcanzarlos siempre ha representado un triunfo colectivo de la sociedad y una reivindicación de la dignidad humana.
Esteban López
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