Antes de desarrollar este tema, me gustaría dejar bien claro que respeto profundamente la fe de toda persona, sea que pertenezca a alguna organización religiosa o no. Todos somos libres de orientar nuestra fe del modo en que veamos que es el mejor para nosotros mismos y nuestros seres amados. Otra cosa es reflexionar seriamente sobre el papel que juegan en todo esto las organizaciones religiosas como instituciones humanas que son.
No cabe duda de que pertenecer a alguna organización religiosa puede tener sus ventajas: asociación regular con otros, sentido de seguridad o incluso la oportunidad de desarrollar una «carrera» de servicio dentro de ésta y todo el «prestigio» interno que ello conlleva. Sin embargo, habría que preguntar cual es el precio que a veces se tiene que pagar por todas esas «ventajas». Al fin y al cabo, uno de los aspectos más significativos del Evangelio es el de la libertad cristiana, es decir, la posibilidad real de tener una relación personal con Dios sin que ningún hombre o grupo de hombres impongan ningún tipo de carga pesada sobre la conciencia de nadie. Como escribió Pablo de Tarso:
«Cuando Dios nos hizo libres por medio de la muerte de Cristo, pagó un precio muy alto. Por eso, no debemos hacernos esclavos de nadie«.- 1 Corintios 7:23, TLA.
Trato aquí el caso de Opus Dei (en latín «Obra de Dios«), como podría tratar también el caso de otras organizaciones con características parecidas. Dejo al lector que discierna por sí mismo hasta qué grado ve algunos de los rasgos que se van a describir también en su propia iglesia u organización religiosa.
El Opus Dei es una organización religiosa de alcance mundial que pertencece a la Iglesia católica y que fue fundada en 1928 por Josemaría Escrivá de Balaguer, sacerdote español canonizado en 2002 por el papa Juan Pablo II. Pero es una de las organizaciones católicas que más controversia suscita hoy día. Fue criticada en sus inicios durante el régimen del general Franco, también por los teólogos más progresistas y sobre todo en años recientes por gran cantidad de anteriores miembros que relatan parte del ambiente asfixiante que allí vivieron. En estos momentos se considera que junto a la organización católica Camino Neocatecumenal, el Opus Dei sigue ejerciendo un gran poder dentro de la Iglesia católica e incluso dentro de la misma curia romana vaticana. De ahí lo difícil que es que se produzca dentro del catolicismo cualquier tipo de reforma que abandone el tradicionalismo medieval y la acerque a posiciones más próximas al Evangelio.
Antonio Esquivias, quien estuvo dentro del Opus Dei treinta años, escribe en su libro «Opus Dei: el cielo en una jaula»:
«En el Opus Dei hay montones de normas… Sobre las mujeres, sobre las relaciones sociales, sobre los libros, normas para todo… No salía no podía tener otras relaciones y la gente que me rodeaba dentro estaba tratada psicológicamente. Estaba en una prisión y me di cuenta de que no era sensato dejarme hacer eso. Si aceptas estar dentro de una burbuja… Realmente yo no digo que no pueda estar ahí el cielo; solo se que no puede haber tanta norma, tanta jaula». – eldiario.es, 04/07/2015, «El Opus Dei es una prisión».
Un artículo de la Wickipedia intitulado «Percepciones y controversias acerca del Opus Dei«, donde además de críticas expone también respuestas a esas críticas, dice:
«Se han planteado acusaciones de proselitismo agresivo, secretismo, sectarismo, de difundir creencias ultraconservadoras, de búsqueda de poder e influencia política, y de emplear métodos coactivos con sus miembros, algunos de los cuales han sido descritos detalladamente por diversos ex miembros, que trabajaron durante años dentro de la organización.
«Los críticos acusan también al Opus Dei de elitismo. El Opus Dei ha sido acusado de enfocarse en reclutar estudiantes de universidades prestigiosas, quienes después ejercerán profesiones que podrían ser usadas para influir en la política pública desde la perspectiva del Opus Dei. Del mismo modo los críticos afirman que tiene una desmesurada tendencia a acumular poder y dinero, incluso a través de promover testamentos a su favor.
«Algunos ex miembros críticos y otras personas, incluso pertenecientes a la Iglesia Católica, mantienen que el Opus Dei actúa como si fuera una secta religiosa dentro de la Iglesia, al considerar que tienen algunas características propias de las sectas.
«Existe un buen número de ex miembros que escriben libros o revistas revelando sus experiencias cuando pertenecían al Opus Dei. Sus alegatos son:
- Captación y proselitismo agresivo de adolescentes, especialmente en los colegios dirigidos por el Opus Dei. Según Tammy DiNicola, ex-numeraria que trabajó en estas labores, el Opus Dei promueve muchos tipos de proyectos sociales, pero detrás existe un motivo oculto: reclutar nuevos socios para la Obra.
- Desconocimiento en el momento de pedir la admisión de las numerosas obligaciones y restricciones a la que los miembros numerarios van siendo sometidos posteriormente de forma progresiva.
- Animar a los miembros numerarios a romper contacto con sus amigos y familiares en favor de contactos dentro del grupo.
- Amenazar a los miembros que intentan abandonar. Coacción al menos psicológica hacia los miembros que desean abandonar el Opus Dei. Especialmente miembros numerarios, que a veces son derivados a siquiatras o psicólogos pertenecientes a la Obra, antes de dejarles salir, para tratar sus «problemas vocacionales».
- Control absoluto sobre las actividades diarias de los miembros numerarios, debiendo requerir permiso para realizar cualquier actividad no reglada, y dando cuenta detalladamente de sus actividades cada semana a sus superiores mediante la confidencia semanal. Además deben entregar todo el dinero que ganen a la organización y hacer testamento a su favor.
- Falta de respeto al secreto de la correspondencia de los numerarios, que frecuentemente reciben las cartas de sus amigos y familiares abiertas y leídas por los responsables de los centros. A los numerarios también se les induce a entregar las cartas que escriban abiertas a los directores, para que puedan leerlas, y censurarlas en su caso.
- Falta de libertad para elegir confesor y director espiritual.
«Los críticos a menudo han atacado prácticas como la mortificación corporal que implica el empleo del cilicio y las disciplinas (pequeño látigo de cuerda de palmo y medio). Esta práctica es reforzada por la historia de que Escrivá de Balaguer se aplicaba tanto estas prácticas que dejaba rastros de sangre en las paredes de su habitación, aunque indicó posteriormente que los miembros no debían hacerlo.
«En lo que respecta a la numerarias auxiliares, los críticos de la Obra califican la asignación de las tareas domésticas de los centros de numerarios, reservadas exclusivamente a mujeres, como fuertemente clasista y machista.
«En Brasil se ha denunciado la inclusión en el Opus Dei de mujeres de origen humilde captadas en la periferia de las grandes ciudades y obligadas a realizar trabajos domésticos«.
Esclarecedor es también el relato de Hans Küng sobre el Opus Dei:
«Karol Wojtyla, como más adelante se explicará, fue rechazado -a causa de su teología de vía estrecha- como doctorando en la jesuítica Universidad Gregoriana poco antes de que yo comenzara allí mis estudios. Se sabe que ha publicado un libro en la colección del Opus Dei y que, según se cuenta en la Curia romana, el Opus Dei le ha financiado un viaje por Latinoamérica.
«Como papa, Wojtyla promocionará con todos los medios esta «obra de Dios», esta organización secreta católico-fascista con rasgos sectarios surgida en la España franquista y de la cual procedía la mayoría de los ministros en el último gabinete de Franco. Está formada por laicos (algunos de ellos con compromiso celibatario) y sacerdotes y se extiende entre los poderosos de la política, el mundo de los bancos y los negocios, el periodismo y las universidades, primero en España y América Latina, pero también en la Curia romana. Le gustaría hacer que se olvidara el concilio Vaticano II y se compromete sin reservas a favor de la restauración católico-romana. Sus miembros, reclutados a menudo con dudosos procedimientos, son exhortados a desdeñar la sexualidad, mortificarse y menospreciar a las mujeres. Al conferirle, a pesar de una gran resistencia en la propia Curia, el estatuto de «prelatura nullius», es decir, de diócesis mundial independiente, Juan Pablo II sustrae a este Opus rígidamente organizado –que persigue el poder en la Iglesia y que, con el tiempo, contará con varios cientos de miles de amigos, patrocinadores y simpatizantes- del control de los obispos en todas partes. Algunos obispos y cardenales que rechazan al Opus terminan pronunciándose con benevolencia al respecto. Al despótico fundador, José María Escrivá de Balaguer, que quiere purificar a la Iglesia, supuestamente contaminada tras el concilio, y reconducirla a la «Tradición» (fallece en 1975), lo declara «beato» e incluso «santo» en un tiempo récord, haciendo caso omiso de los testimonios críticos y saltándose las normas eclesiásticas… una burla para muchos católicos que rechazan la obediencia ciega y el sectarismo. Al defenestrado banquero del Vaticano Marcinkus –de quien se sospecha que también desvió sumas millonarias al movimiento polaco Solidarnoc- lo nombra obispo titular. Pero este papa, que en el mundo entero aboga por la justicia, no hace nada por esclarecer las muertes y los escándalos. Desde pronto deja ver que es un papa del Opus Dei, profundamente enraizado en los «movimenti» carismáticos conservadores y con escasa formación en teología contemporánea. Joseph Ratzinger, quien al principio mantiene sus reservas frente al Opus, acepta ser investido doctor honoris causa por la universidad de la Obra en España y utiliza maquiavélicamente sus servicios».– Hans Küng, Siete papas, experiencia personal y balance de la época, Trotta, 2017.
Miembros del Opus Dei intentan influenciar con su forma de pensar en todos los entornos donde se mueven. Esa era la idea de su originador y de sus dirigentes actuales. En el mundo de la empresa, la política, etc. También a través de las redes sociales. Algunos «influencers» del Opus procuran dirigir hacia ciertos puntos de vista a quienes les siguen, opinando sobre política y discriminado a quienes no compartan sus criterios sugiriendo a otros que no compartan sus escritos «hasta que caigan en el olvido«. En cambio, autores y escritores afines suelen recibir todo el apoyo necesario. En realidad se «vigilan» unos a otros para que nadie rompa la «ortodoxia». Hay ciertos libros u obras que se recomiendan, mientras que otros nunca se mencionan.
Como puede verse, y aunque representantes del Opus Dei intentan dar respuesta a muchas de las acusaciones, son ya muchas las personas que denuncian aspectos negativos de la organización y que han afectado adversamente sus vidas; quizá sean ya demasiadas las personas como para no creer que «cuando el río suena, agua lleva«.
Pero hay que decir que ese sentido de grupo exclusivo no es sólo propio del Opus Dei. Puede encontrarse también ese mismo espíritu de elitismo y exclusión en otras comunidades religiosas.
Reflexiones
«Montones de normas«. Los fariseos del tiempo de Jesús habían cargado a la gente con multitud de normas también. «Atan cargas pesadas y las ponen sobre la espalda de los demás, pero ellos mismos no están dispuestos a mover ni un dedo para levantarlas… ¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas! Dan la décima parte de sus especias: la menta, el anís y el comino. Pero han descuidado los asuntos más importantes de la ley, tales como la justicia, la misericordia y la fidelidad. Debían haber practicado esto sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos! Cuelan el mosquito, pero se tragan el camello». En contraste, dijo Jesús, «Vengan a mí todos ustedes que están cansados y agobiados, y yo les daré descanso. Carguen con mi yugo y aprendan de mí, pues yo soy apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma. Porque mi yugo es suave y mi carga es liviana».- Mateo 11:28-30.
Proselitismo agresivo, secretismo, sectarismo, métodos coactivos. Nadie puede ser obligado a creer o a hacer algo que no quiera o que sea pernicioso para su vida. Las personas de fe son según el Evangelio, personas muy apreciadas por Dios. Casi todas ellas cuando creen en algo, se entregan absolutamente. De ahí la importancia de que sean valoradas y respetadas por quienes dirigen cualquier organización religiosa. No se puede servir a Dios con imposiciones gravosas ni amenazas. «En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor«.- 1 Juan 4:17-19, LBLA.
Elitismo. «No permitan que a ustedes se les llame “Rabí”, porque tienen un solo Maestro y todos ustedes son hermanos. Y no llamen “padre” a nadie en la tierra, porque ustedes tienen un solo Padre, y él está en el cielo. Ni permitan que los llamen “maestro”, porque tienen un solo Maestro, el Cristo. El más importante entre ustedes será siervo de los demás. Porque el que a sí mismo se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido«.- Mateo 23:8-12, NVI.
Mortificación corporal. «Puesto que ustedes murieron con Cristo y fueron librados de los poderes espirituales del mundo, ¿por qué todavía siguen reglas como: «No coman esto, no prueben esto otro, no toquen aquello»? Esas reglas hablan de lo que se acaba con el uso y no son mandamientos de Dios sino reglas y enseñanzas humanas. Parecen ser sabias porque requieren que la gente practique una intensa devoción, que se niegue a sí misma y que castigue severamente el cuerpo, pero no ayudan a controlar los deseos perversos de nuestra naturaleza carnal.
¿Carisma o división? Hay que reconocer que, según el Evangelio, el centro del cristianismo es Cristo únicamente, y que debería procurarse la unidad real de todos los cristianos sin el riesgo de que de un modo u otro algún «carisma» ofusque su luz. Preocupado por eso, el apóstol Pablo ya escribió en el primer siglo:
«Hermanos, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo les ruego que todos estén siempre de acuerdo y que no haya divisiones entre ustedes. Vivan en armonía, pensando y sintiendo de la misma manera… Quiero decir, que algunos de ustedes afirman: «Yo soy de Pablo»; otros: «Yo soy de Apolo»; otros: «Yo soy de Cefas»; y otros: «Yo soy de Cristo.» ¿Acaso Cristo está dividido? «– 1 Cor. 1:10-13, DHH.
La situación se parece a la que existe hoy día cuando se mantiene, «Yo soy del Papa»; otros: «Yo soy de Lutero»; otros: Yo soy de John Wesley»; otros: «Yo soy de Ellen White; otros: «Yo soy de José Smith»; otros:»Yo soy de Russell», etc. Incluso dentro del mismo catolicismo: «Yo soy de Ratzinger»; otros: «Yo soy de Ignacio de Loyola”; otros: «Yo soy de Escrivá de Balaguer», etc. ¿Está entonces Cristo dividido?
«Obedezcan mis mandamientos y aprendan de mí, pues yo soy paciente y humilde de verdad. Conmigo podrán descansar. Lo que yo les impongo no es difícil de cumplir, ni es pesada la carga que les hago llevar«. –Jesús de Nazaret.
Esteban López
Un artículo muy interesante, como todos los suyos. En este caso por la gran presencia de la Obra en la Iglesia y en toda la sociedad. Si me permite una sugerencia, sería también muy interesante artículos similares de otros movimientos eclesiales que reciben las mismas críticas o muy parecidas como los Legionarios de Cristo o el Camino Neucatecumenal que nombra en este.
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Muchas gracias, Cuso, por leer, por la sugerencia y por todo. Algunos rasgos descritos en el artículo sobre el Opus Dei pueden encontrarse también en otros movimientos que, con tantas reglas pesadas, a menudo oscurecen a quien según las Escrituras es el centro del cristianismo, Cristo Jesús. Un saludo.
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Se nota que hubo un trabajo de recolección y acopio de información sobre el tema, y eso es valorable. Pero creo que faltan las otras voces, las de personas felices y agradecidas por su _vocación_ al Opus Dei (sí, es una _vocación_, hay gente que la tiene, habrán quienes creen tenerla, y obviamente quienes no).
Soy un agradecido por conocer mucha gente perteneciente a la Obra, tanto sacerdotes, padres y madres de familia, o jóvenes universitarios. Basta verles con su sonrisa y su buen humor tanto en la charla como en la visita a alguna casa de familia de supernumerarios para descubrir rápidamente un común denominador entre todos.
Y ni hablemos de las labores personales o institucionales que surgieron al calor de sus fieles, desde comedores en zonas marginales, colegios, universidades y hospitales. También esos frutos creo que cuentan.
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Simplemente para dejar una voz a favor y contrarrestar un poco el tono general del artículo. Son solo tres minutos. Saludos estimado.
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Muchas gracias, Javier, por escribir. No dudo de la fe y buenas obras de muchas personas en la Obra. Uno puede encontrar lo mismo en muchas otras iglesias u organizaciones religiosas: personas limpias, felices y con un propósito en la vida. Lo que muestra que la fe es personal y que puede encauzarse a través de la iglesia que se haya escogido. Mi reflexión es que a veces, se sustituye al fundador o a la misma organización religiosa por Cristo mismo, olvidando que sólo él es el centro del plan de Dios para salvación. Hacer eso tiene sus riesgos porque a menudo se establecen reglas de carácter humano pretendiendo hacerlas también en el nombre de Dios. De ahí la necesidad de ser perspicaces y diferenciar entre lo que se afirma que viene de Dios y el Evangelio mismo. Un saludo afectuoso.
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¿Cómo saber cuanto de cierto hay en las informaciones sobre el OPUS DEI? Yo siempre he tenido curiosidad por este tema, pero reconozco que soy incapaz de formarme una opinión que yo misma considere bien fundamentada.
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Hola Juana,
Gracias por escribir. La verdad es que uno no llega nunca a conocer algo a no ser que lo viva o pase por ello. Hay que decir que en todas las organizaciones religiosas hay personas buenas y sinceras, y que al final solo es Dios el verdadero juez de todos. Otra cosa es ver si lo que se enseña concuerda con las Escrituras, si no al cien por cien, por lo menos que sus dogmas o prácticas no sean causa de engaño o sufrimiento para nadie. Para eso conocer las Escrituras es vital aunque eso lleve algo de tiempo. Empezar por la lectura de los Evangelios no sería un mal comienzo.
Escribí sobre el Opus Dei porque yo mismo pertenecí durante años a una organización religiosa parecida. Ese artículo es solo una invitación a la reflexión. Hay que reconocer con humildad que el centro del cristianismo es Cristo Jesús, no el fundador humano de organización religiosa alguna. Él mismo dijo «mi yugo es suave y mi carga ligera», de ahí la importancia de identificar con claridad lo que son simples cargas de hombres, aunque también haya cosas positivas en las organizaciones religiosas. Los miembros del Opus más fieles te hablarán bien de la organización donde están, porque es seguro que hay cosas positivas. En cambio otros, los del «corazón partido», mantendrán una posición diferente. Es cada uno de nosotros quien al final debe decidir, pero por lo menos en lo que a mí respecta, algo sobre el tema se habrá escrito.
Un saludo afectuoso.
Esteban López
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He leído con atención tu artículo. Con respeto, pero con sinceridad, me parece muy desenfocado. Primero, porque solo sacas datos negativos. Si hiciéramos lo mismo con la Iglesia como institución, o de todos los carismas, no quedaría nada sobre lo que apoyarnos. ¿Cuántos curas se han ido y han criticado a la Iglesia? ¿ Cántos seminaristas, dominicos, jesuitas, etc. etc. han hecho lo propio? ¿Por qué no aportar la opinión de miles y miles de creyentes que han seguido el carisma del Opus Die, o simplemente les ha ayudado, y mucho, obras como Camino? Estas voces quedan huérfanas, como huérfano queda el artículo porque está construido con un a priori: el Opus es pernicioso, y como es pernicioso solo aportamos una parte, pequeña, de la realidad.
Segundo: ¿Se equivoca la Iglesia cuando santifica a San Josemaría? ¿Se equivocan los distintos papas cuando alaban la labor del Opus Dei?
Tercero: no conozco a ningún miembro de la Obra que piense que es de san Josemaría. El propio fundador no lo hubiera permitido. Se es de Cristo o no se es. Los carismas, todos, ayudan a llevarnos a Cristo. Cada uno con sus particularidades.
Las normas. Son normas de piedad de toda la vida: lectura espiritual, santo rosario, Misa diaria, oración, jaculatorias. ¿Me puedes decir que no son normas de piedad propias de la Iglesia? Son las normas de piedad que practicaban Papas como San Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, sin ir más lejos. Tu lo llamas «gran cantidad de reglas». Soy catedrático de universidad, y sé, por experiencia propia, que la burocracia universitaria, la actual, posee más reglas, más normativas y más burocracia que pueda tener ningún carisma, infinitamente más.
Claro que el Opus Dei se habrá equivocado ¿quién no? Pero ahí está su labor, su aportación a la Iglesia, su llamada universal a la santidad en el trabajo diario.
Lo dijo un tal Jesucristo: Quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. No seré yo quien la tire, ni contra el Opus Dei, ni contra la Iglesia, ni contra ningún carisma.
Un cordial saludo.
Alfredo.
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Muchas gracias por escribir, Alfredo. Comparto contigo la idea de que el centro del cristianismo es Cristo Jesús. Por eso el apóstol Pablo advirtió de carismas que podrían significar más división dentro de la Iglesia. Los carismas son para fortalecerla, no para lo contrario.
Quiero aclarar de nuevo que respeto profundamente el derecho de toda persona a colaborar con la organización religiosa donde se encuentre más a gusto. Hay que reconocer que son muchas las iglesias o movimientos que tienen aspectos muy positivos por haber ayudado a muchas personas en sentido espiritual. Mi escrito sólo pretendía invitar a la reflexión sobre hasta qué grado ciertos movimientos reflejan el cristianismo sencillo y amoroso de Cristo Jesús, sin cargas innecesarias. Porque sería una contradicción que Cristo hubiera abolido la ley mosaica para que luego ciertos hombres impusieran su propia ley a veces con cargas gravosas.
Hay que reconocer que tantos años ya de historia del cristianismo ha conllevado también la acumulación de una «tradición» que ha incorporado progresivamente preceptos y dogmas alejados del cristianismo primitivo. Mi intención al escribir el artículo era hacer una crítica constructiva con «tiento», porque reconozco que lo más importante hoy día es trabajar por «la fe, la esperanza y el amor», y que al final, sea que pertenezcamos o no a algún movimiento o iglesia determinada, todos seremos juzgados por el amor teniendo muy en cuenta que el único juez de todos es Dios.
Un saludo afectuoso.
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Hola,
Mi nombre es Rebeca Diz, soy periodista. Editora de un semanario en Perú. Me gustaría poder contactarlo. El correo electrónico que dejo es el mío personal. Muchas gracias. Disculpe que utilice este medio, pero no encuentro una dirección dónde contactarlo.
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elg2008@hotmail.com
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Leo con mucho gusto sus artículos. Este sobre el Opus me ha parecido superficial y repetición de todos los tópicos progres sobre la Obra. Eduqué a mi hijo en el colegio Tajamar, de Madrid, y estoy encantado con los resultados. Soy luterano de toda la vida, no católico, y nunca tuve problemas por este hecho. Ni vi manipulación. Sí una educación académica y humana excelente, realizada con buena voluntad y buen corazón. Wikipedia, con lo que tiene de útil, está muy escorada a las opiniones de izquierda. Juan Pablo II y Ratzinger no parecen muy criticables. Y la historia del Opus y su presencia en la historia última de España, merece un juicio más demorado. Estoy suscrito a este blog, y le agradezco su calidad y dedicación.
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