Nuccio Ordine, la utilidad de lo inútil

Marie Curie (1867-1934), científica polaca pionera en el campo de la radiactividad escribió,

«La humanidad también necesita soñadores, para quienes el desarrollo de una tarea les cautive tanto que les resulte imposible dedicar su atención a su propio beneficio«.

Esas palabras cargadas de razón muestran cuán necesitados estamos todos de personas sabias y sinceras que de manera altruista sólo busquen beneficiar a los demás; que su auctoritas ética y docente sirva de ayuda y beneficio en la vida de otros y en los momentos más difíciles. «Soñadores» valientes y entrañables cuya luz ilumine en la oscuridad.

Lo que sigue podría ser un buen ejemplo de alguien ‘cuya tarea le ha cautivado tanto que siempre le resultó imposible dedicar su atención a su propio beneficio‘: es el caso de Nuccio Ordine, un profesor que nadaba contra corriente, que decía cosas que no gustaban siempre, que iban contra el sistema, contra el establishment y que anteponía el espíritu al frío utilitarismo.

Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023

Cuando el jurado del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2023 había concedido el galardón al profesor, escritor y filósofo italiano Nuccio Ordine (1958-2023), quienes conocían su trayectoria poco se extrañaron. Y es que la razón para la concesión del Premio fue,

«por su defensa de las humanidades y su compromiso con la educación y los valores enraizados en el pensamiento europeo más universal. Ordine establece un diálogo con la sociedad contemporánea para transmitir, en especial a los más jóvenes, que la importancia del saber se encuentra en el proceso mismo del aprendizaje. La utilidad de la educación se ha de entender en términos de pasión por la búsqueda del conocimiento y de lo mejor de cada persona, sin circunscribirse a un interés económico. Su trabajo académico, centrado en figuras relevantes del Renacimiento, destaca la necesidad de recuperar la riqueza del humanismo para las nuevas generaciones». Puede leerse aquí parte de su trayectoria académica.

Sin embargo, y tristemente, Nuccio Ordine no pudo estar presente para recoger el Premio que apreció con gran emoción porque fallecería solo un mes después de que se le concediera el galardón; había sido un bello colofón a toda una vida dedicada al conocimiento. Quienes le conocían reconocen en él sus grandes cualidades personales y a un «gran humanista». No es de extrañar que en la ceremonia de entrega del Premio, sus familiares más próximas lloraran desconsoladas al recordarle. Y es que el ictus se lo llevó demasiado pronto. Tenía sólo 64 años, en plena madurez física e intelectual, además de unas ganas enormes de seguir aprendiendo.

Ordine era un experto en el Renacimiento además de haber profundizado en la figura de Giordano Bruno, teólogo, poeta y filósofo italiano, que moriría quemado vivo el 17 de febrero de 1600 en Campo dei Fiori, Roma, por orden del Papa Clemente VIII, después de pasar ocho años en prisión y sin que ninguna de sus peticiones por clemencia fueran atendidas. El proceso fue dirigido por Roberto Belarmino, quien posteriormente llevaría el similar proceso contra Galileo, aunque éste salvó la vida solo porque se retractó.

Nuccio Ordine era un convencido defensor de las humanidades, y siempre mantuvo que el principal interés de la educación debería ser inculcar en las nuevas generaciones la pasión por aprender, que esa es su verdadera utilidad, no el mero interés económico. Es de imaginar que semejante argumento no sería muy del agrado de tantas instituciones académicas que suelen cobrar verdaderas fortunas para admitir como estudiante a alguien. Por eso decía que,

En Italia, la Universidad que a principio de curso tiene 300 alumnos matriculados y al final de curso tiene 300 licenciados es considerada como la mejor Universidad. Trescientos llegan, 300 salen con su diploma en el bolsillo. Pero nadie se pregunta cuál es el valor de esos 300. Claro, para hacer que sean 300 se baja el nivel, es la única forma. Y lo mismo pasa con la educación primaria, con la escuela secundaria, los institutos… y entonces hay que volver a Rilke, quien decía que solo la dificultad te puede permitir hacer el esfuerzo que te hace mejor”.

Pero apreciando sinceramente la labor desinteresada de tantos y tantos buenos profesores, escribe,

Hoy, aquellas personas que dedican su vida a enseñar son consideradas obsoletas, pero yo les dedico este premio, lo dedico a quienes enseñan y cambian silenciosamente, con su sacrificio, la vida de sus alumnos«.

En un discurso pronunciado ante el claustro de profesores de la Universidad Pontificia de Comillas, en Madrid, cuando se le concedía el doctorado honoris causa afirmaba con vehemencia y convicción,

Toda la cadena de la enseñanza se ha puesto al servicio del llamado crecimiento económico, de las exigencias del mercado y de las empresas… Se hace creer a los jóvenes que es necesario estudiar para aprender un oficio y que el éxito se mide por la cuenta bancaria… Los profesores no pueden ser managers ni promotores de negocios… Las escuelas y las universidades no pueden ser empresas que venden diplomas. Los estudiantes no pueden ser clientes”.

La utilidad de lo inútil

En su best seller «La utilidad de lo unútil» (2013), Nuccio Ordine hace una defensa de lo que a menudo se consideran saberes «inútiles» por estar alejados de toda finalidad utilitarista. Como él mismo explica en la reseña del libro y en algunas de sus porciones,

«He querido poner en el centro de mis reflexiones la idea de utilidad de aquellos saberes cuyo valor esencial es del todo ajeno a cualquier finalidad utilitarista. […] Si dejamos morir lo gratuito, si renunciamos a la fuerza generadora de lo inútil, si escuchamos únicamente el mortífero canto de sirenas que nos impele a perseguir el beneficio, sólo seremos capaces de producir una colectividad enferma y sin memoria que, extraviada, acabará por perder el sentido de sí misma y de la vida. Y en ese momento, cuando la desertificación del espiritu nos haya ya agostado, será en verdad difícil imaginar que el ignorante ‘homo sapiens’ pueda desempeñar todavía un papel en la tarea de hacer más humana la humanidad«.

«En el universo del utilitarismo, en efecto, un martillo vale más que una sinfonía, un cuchillo más que una poesía, una llave inglesa más que un cuadro: porque es fácil hacerse cargo de la eficacia de un utensilio mientras que resulta cada vez más difícil entender para qué puede servir la música, la literatura o el arte«.

«Es doloroso ver a hombres y mujeres empeñados en una insensata carrera hacia la tierra prometida del beneficio, en la que todo aquello que los rodea -la naturaleza, los objetos, los demás seres humanos- no despierta ningún interés. La mirada fija en el objetivo a alcanzar no permite ya descubrir la alegría de los pequeños gestos cotidianos ni descubrir la belleza que palpita en nuestras vidas: en una puesta de sol, un cielo estrellado, la ternura de un beso, la eclosión de una flor, el vuelo de una mariposa, la sonrisa de un niño. Porque a menudo, la grandeza se percibe mejor en las cosas más simples«.

«Todo puede comprarse, es cierto. Desde los parlamentarios hasta los juicios, desde el poder hasta el éxito: todo tiene un precio. Pero no el conocimiento: el precio que debe pagarse por conocer es de una naturaleza muy distinta. Ni siquiera un cheque en blanco nos permitirá adquirir mecánicamente lo que solo puede ser fruto de un esfuerzo individual y una inagotable pasión«.

«El aparentar cuenta más que el ser: lo que se muestra -un automóvil de lujo o un relog de marca, un cargo prestigioso o una posición de poder- es mucho más valioso que la cultura o el grado de instrucción«.

«Ningún oficio puede ejercerse de manera consciente si las competencias técnicas que exige no se subordinan a una formación cultural más amplia, capaz de animar a los alumnos a cultivar su espíritu con autonomía y dar libre curso a su curiositas. Identificar al ser humano con su mera profesión constituye un error gravísimo: en cualquier hombre hay algo esencial que va mucho más allá del oficio que ejerce. Sin esta dimensión pedagógica, completamente ajena a toda forma de utilitarismo, sería muy difícil, ante el futuro, continuar imaginando ciudadanos responsables, capaces de abandonar los propios egoísmos para abrazar el bien común, para expresar solidaridad, para defender la tolerancia, para reivindicar la libertad, para proteger la naturaleza, para apoyar la justicia«.

«Sobre todo en los momentos de crisis económica, cuando las tentaciones del utilitarismo y del más siniestro egoísmo parecen ser la única estrella y la única ancla de salvación, es necesario entender que las actividades que no sirven para nada podrían ayudarnos a escapar de la prisión, a salvarnos de la asfixia, a transformar una vida plana, una no-vida, en una vida fluida y dinámica, una vida orientada por la curiositas respecto al espíritu y las cosas humanas«.

Cuando Nuccio Ordine falleció, la directora de la Fundación Princesa de Asturias, Teresa Sanjurjo, declaró,

Llevamos muchos días pendientes del estado de salud de Nuccio Ordine y hemos conocido con enorme tristeza que acaba de fallecer. Compartimos de corazón el dolor de su familia y amigos y siempre recordaremos la inmensa alegría y el honor que supuso para él la concesión del Premio Princesa de Asturias por su compromiso con la educación y su férrea defensa de las humanidades como vía para transmitir el conocimiento a las nuevas generaciones. Seremos altavoz de su valiosísimo mensaje y transmitiremos su legado«.

Así se haría, y se le honraría como realmente merecía. Sin embargo, hay que reconocer que es difícil asumir que el ser humano, como único y exclusivo universo de bellas cualidades y conocimientos tenga que irse para siempre. Porque sin duda su grandeza espiritual está mucho más allá de todo tiempo y espacio. Con su buena labor, una persona como Nuccio Ordine trasciende por encima de cualquier premio humano o galardón. Es como si sus buenas obras fueran con él y que permanecieran no solo en el recuerdo de quienes le conocieron y se beneficiaron de su sabiduría, sino incluso múcho más allá. Llenan de esperanza por tanto una vez más aquellas palabras del Evangelio que afirman que, «Dios no es Dios de muertos, sino de vivos, pues para él todos ellos viven«(Mateo 22:32). Por su labor valiente y constante, serán muchas las generaciones en el futuro que se sentirán agradecidas.

Esteban López

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