Arthur Schopenhauer (1788-1860) escribió,
«En cuanto a lo que la gente suele llamar el destino, la mayoría de las veces éste no consiste sino en sus tontas acciones. Pues aunque las malas acciones se paguen sólo en el otro mundo, las necias se saldan en este«.
El caso de la facilidad con que hasta ahora se puede adquirir armas en Estados Unidos, pone de relieve la verdad de esas palabras del filósofo. Sobre todo cuando no cesan las noticias relacionadas con asesinatos con armas de fuego o matanzas de niños en varios colegios. Y es que el número de armas de fuego en ese país supera por mucho a la cantidad de población que tiene, además de poseer ocho veces más armas que la Unión Europea.
Algunos ejemplos
Por ejemplo, el 24 de mayo de 2022, en Texas, un joven mató a 19 niños y dos adultos, en un colegio de educación primaria en Uvalde. Los menores que estaban en clase eran de segundo, tercero y cuarto de primaria. Antes había tenido lugar otra matanza en el El Paso, en 2019, donde un joven de 21 años mató a 23 personas, la mayoría de ellos hispanos, en un crimen con motivación racista. Algo similar ocurrió a comienzos del mismo mes en Búfalo (Nueva York), cuando otro adolescente acabó con la vida de diez personas en un supermercado de un barrio negro impulsado por teorías radicales del supremacismo blanco. Y son otros los nombres de las tragedias en centros educativos, que están grabadas en la memoria colectiva estadounidense: Columbine (1999, 13 muertos), Virginia Tech (2007, 33 muertos); Sandy Hook (2012, 26 muertos); Parkland (2018, 17 muertos).
La Segunda Enmienda
Hay que decir que la facilidad o el «derecho» para tener armas de fuego parte históricamente de la Segunda Enmienda a la Constitución de los Estados Unidos de América, propuesta el 25 de septiembre de 1789 y aprobada el 15 de diciembre de 1791. Ese «derecho» ha ido siendo ratificado por distientas sentencias, entre ellas la del 28 de junio de 2010, cuando la Corte Suprema de los Estados Unidos sentenció que ninguna ley estatal o local puede restringir el derecho a poseer o portar armas que reconoce la Segunda Enmienda. Básicamente, esa Enmienda dice:
«Siendo necesaria una milicia bien organizada para la seguridad de un Estado libre, el derecho del Pueblo a poseer y portar armas no será infringido«.
Por eso se dice que el asunto de las armas de fuego viene de viejo y que está grabado en el ADN de la nación.
Algunas reflexiones
Puede entenderse que en su lucha por alcanzar la independencia de Gran Bretaña, el gobierno de entonces permitiera que hubiera milicias que portaran armas para su propia defensa. Pero, ¿no resulta ya obsoleta una Enmienda así hoy día? Puede entenderse que se conceda permiso de armas a familias que vivan en lugares aislados para su propia defensa de delincuentes o animales salvajes. Pero, ¿es sensato que se permita un acceso tan fácil a la entera población? ¿No es en realidad un riesgo innecesario cuando se sabe que en una población de 330 millones de habitantes, puede haber personas desequilibradas o con mala intención? Una simple discusión de tráfico puede acabar en una verdadera tragedia, como ha sucedido en tantas ocasiones. O una situación de odio exacerbado o deseo de venganza hacia otro, puede llevar a que personas ¿»normales»? se transformen en viles criminales. Entonces, por qué facilitarles tanto el que puedan tener acceso a armas de fuego?
Solo en Estados Unidos se fabrican cinco millones y medio de pistolas, representando el cincuenta por ciento del total de armas que se fabrican. Queda claro que es un negocio extremadamente lucrativo para los fabricantes de armas animados por la creciente demanda y respaldados legal y ‘moralmente’ por la Segunda Enmienda. Pero habría que preguntar si, a juzgar por los resultados en forma de terrible sufrimiento para miles de personas, es de sentido común seguir manteniéndola vigente. Habría que repensar esa «tradición», no solo por obsoleta sino por ser un permanente riesgo público de primer orden. Es el problema que tienen algunas «tradiciones», que están demasiado arraigadas en el inconsciente colectivo como para que puedan ser erradicadas de una vez por todas.
En lugar de poner tanto énfasis en el derecho a la autodefensa, lo cual hace que mucha gente vaya armada hasta los dientes con el riesgo que ello conlleva, ¿no sería mucho más productivo y edificante educar para la paz, en definitiva, educar en valores? Baruch Benedict Spinoza (1632-1677) escribió:
«La paz no es la ausencia de guerra. Es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia«.
¿Cómo hacer entonces que la paz se convierta en una virtud, en una disposición a la benevolencia y la justicia en la mente en la gente? En su libro «Tras la virtud,» (Crítica 1987), Alasdair MacIntyre (1929), filósofo dedicado a la filosofía moral y a la política filosófica, experto también en historia de la filosofía y teología y profesor de la universidad de Notre Dame, escribe:
«Una virtud es una cualidad humana adquirida… su obtención se logra por hábitos, costumbres repetitivas, imitaciones del carácter de los virtuosos y el consecuente entrenamiento y educación… Lo característico de la virtud es que para ser eficaz y producir los bienes internos que son su recompensa, debe ejercitarse sin reparar en consecuencias«.
Son los padres los principales agentes de transmisión de esas virtudes. Su ejemplo resulta absolutamente vital para que se adhieran en sus hijos, en definitiva, en las nuevas generaciones. Por otro lado, ¿no podrían ayudar mucho más las instituciones políticas y la escuela en todo eso? Si se reconoce que el problema es grave, ¿no se debería hacer un esfuerzo ingente y sincero por llegar a consensos que restringieran el acceso a las armas y que se inculcara en la población la importancia de la paz, el respeto al prójimo y la santidad de la vida? ¿De verdad que el problema es tan complejo que no se puede revertir, o es que en realidad por distintos motivos e intereses, falta verdadera voluntad?
Y profundizando todavía más, ¿cómo afecta a la paz entre los pueblos del mundo la presión que ejercen los fabricantes y traficantes de armas multimillonarios? ¡Cuántas guerras innecesarias y cuánto sufrimiento terrible para millones de pesonas inocentes se podría haber evitado.
Príncipe de paz
La mayoría de los seres humanos amamos vivir en paz, aunque tantas veces la historia humana muestre que eso es casi una utopía. Setecientos años antes de Cristo ya se expresó ese anhelo ferviente de paz y el deseo de deshacerse de las armas para matar:
«Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra». – Isaías 2:4, LBLA.
En las Escrituras a Cristo Jesús se le llama el «Príncipe de Paz», por eso en cierta ocasión expresó desde el corazón, «Felices son los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mateo 5:9, Nueva Versión Internacional, NVI). También dijo que «mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores habrían luchado para que yo no fuese entregado. Pero como es el caso, mi reino no es de aquí» (Juan 8:36). No, su reino no pertenece a este mundo, a menudo tan lleno de oscuridad debido a la maldad y la violencia. Su reino es el reino de la luz, un reino espiritual alojado ya en el corazón de muchos hombres buenos y pacíficos. Por eso sus seguidores no se arman hasta los dientes. Más bien trabajan por la paz y el bienestar de todos los hombres. De ahí que animara a quienes cifran su confianza en él:
«Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder… Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos«.-Mateo 5:14-16, VV.
Esteban López
Es una locura esa enmienda para todos los tiempos. Si de una guerra se tratara se podría analizar hasta qué punto se puede adquirir una arma, pero que cualquier joven o persona pueda hacerlo es definitivamente demencial en estos tiempos.
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Así es, Rodrigo. Muchas gracias por escribir y por tu reflexión tan acertada.
Un abrazo.
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Que bonita reflexion sobre este tema, Esteban, lastima que el pueblo americano no este dispuesto a abandonar las armas. Son muchos los crimenes cometidos, sobre todo por chicos jovenes, pero las personas parece que no le dan la verdadera importancia y gravedad que tiene este problema generado por una enmienda que esta absolutamente obsoleta. A estas alturas no se si tendria su efecto una formacion en este sentido, pero siempre es bueno un proyecto educativo. Gracias Esteban.
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Muchas gracias, Carmelo, por escribir y por tu aprecio. Creo que solo sería cuestión de empezar a tomarse en serio un mayor control del acceso a las armas. Y como tú dices, un proyecto educativo que cambiara esa mentalidad tan arraigada desde hace años. Se necesita más pedagogía por la paz.
Un abrazo.
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Es magnífico tu artículo, Esteban. Es una brillante reflexión sobre los verdaderos valores y la paz que necesita el mundo. Disuelves las tinieblas con tu luz. Gracias infinitas… Que Dios te guarde y te bendiga siempre. 🙌 ☀️❤️
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Muchas gracias, estimada Nayat, por escribir y por tus palabras tan amables. Que Dios te cuide y te bendiga también a ti.
Un abrazo.🌹
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