Cicerón y el estoicismo

04f38a4f4805f5224e422693b4b1a53aMarco Tulio Cicerón (106-43 a. C.) fue el más influyente de los juristas romanos de su época, usando de sus aptitudes en retórica y oratoria para sentar numerosos precedentes en jurisprudencia. Como escritor, aportó al latín un léxico abstracto del que carecía y contribuyó al idioma transformándolo definitivamente en una lengua culta, apta para la expresión del pensamiento más profundo. Como moralista, defendió el Humanismo y la supremacía del derecho natural contra la violencia y la tortura.

Cicerón recibió una amplia formación en derecho y en filosofía helenística, siendo uno de los principales responsables de su introducción entre las clases elitistas romanas. Tuvo muchos maestros, recibiendo una gran influencia del estoicismo.

En su madurez Cicerón fue un apasionado de la República. Creía que la dignidad humana necesitaba instituciones republicanas mediante las cuales las personas se pudieran gobernar a sí mismas evitando la tiranía arbitraria. De hecho, fue con ese argumento que justificó el asesinato de César a manos de Bruto. Temía que una vez que una monarquía se instaurara, nada le impediría dar un giro en una dirección arbitraria y opresiva tal y como tantas veces ocurriría en Roma. Sería ejecutado acusado de ser enemigo del Estado de Roma en el año 43 a. C.

Marcelino Menéndez Pelayo (1856-1912) escribe sobre Cicerón:

«Cicerón ha influido poderosamente en la general cultura humana, por el talento, a tan pocos concedido, de hacer sensible y halagüeño lo abstracto, de sacar la filosofía de la escuela y traerla a la plaza pública y a las moradas de los ciudadanos… Nadie inculcó con tanta vehemencia como él que, sin la filosofía, nadie puede ser elocuente, porque nada podrá saber de la vida, de los deberes, de la virtud y de las costumbres, ni tratar con majestad, amplitud y riqueza lo que se refiere a las pasiones y afectos del alma». – Marcelino Menéndez Pelayo, «Historia de las ideas estéticas», p. 170.

Algo de su pensamiento

Lo que sigue son algunas pinceladas del pensamiento de Cicerón. En el caso de los pensadores clásicos griegos o romanos, no deja de sorprender la actualidad y vigencia de su pensamiento, hasta el grado incluso de que parezcan actuales.

«Existe, de hecho, jueces, una ley no escrita, sino innata, la cual no hemos aprendido, heredado, leído, sino que de la misma naturaleza la hemos tomado, exprimido, apurado, ley para la que no hemos sido educados, sino hechos; y en la que no hemos sido instruidos, sino empapados.» – Cicerón en favor de la defensa propia.

«Nadie debe ser tan arrogante como para admitir la presencia en sí mismo de la razón y la inteligencia, y negarla en el cielo y en el mundo; o como para sostener que un universo cuya complejidad casi supera el alcance de la más aguda razón, no responde en su movimiento a ningún impulso racional«.

«Cuanto mejor es una persona, más difícilmente sospecha de la maldad de los demás«.

«La naturaleza ha puesto en nuestras mentes un insaciable deseo de verdad».

«No saber lo que ha ocurrido antes de nosotros, es como seguir siendo niños».

«El propósito de la justicia es dar a cada quien lo debido«.

«La verdadera medicina de la mente es la filosofía».

«No hay deber más necesario que el de dar las gracias«.

«Una vida feliz consiste en tener tranquilidad de espíritu».

«Me avergüenzo de esos filósofos que no quieren desterrar ningún vicio si no está castigado por el juez«.

«Los hombres son como los vinos: la edad agria los malos y mejora los buenos».

«Si hacemos el bien por interés, seremos astutos, pero nunca buenos».

«Ningún hombre debería tratar de obtener beneficio a costa de la ignorancia de otra persona».

«No me avergüenza confesar la ignorancia de lo que no sé».

«La amistad es un acuerdo perfecto de los sentimientos de cosas humanas y divinas, unidas a la bondad y a una mutua ternura».

«Si tienes una biblioteca con jardín, lo tienes todo».

«El derecho riguroso es una especie de injusticia».

«Nadie es tan viejo que no crea poder vivir otro año más».

«La falsedad está tan cercana a la verdad, que el hombre prudente no debe situarse en un terreno resbaladizo».

«La naturaleza misma ha impreso en la mente de todos la idea de un Dios

«La justicia es reina y señora de todas las virtudes».

«Como un campo, aunque sea fértil, no puede dar frutos si no se cultiva, así le sucede a nuestro espíritu sin el estudio«.

«No basta con adquirir sabiduría, es preciso además saber usarla».

«Las injurias llevan aparejadas tal aguijón, que incluso a los hombres prudentes y buenos les resulta difícil soportarlas«.

«Si no se tiene miedo a la muerte se es completamente libre«.

Estoicismo

El término estoicismo proviene del lugar en el que el filósofo Zenón, su originador, comenzó, en el año 301 a. C., a dar sus lecciones en la Stóa poikilé (en griego Στοα, stoa, ‘pórtico’), que era el Pórtico pintado del ágora de Atenas.

Desde la antigüedad, se estudió la posible influencia sobre Zenón de doctrinas semíticas tales como el judaísmo o las filosofías del oriente medio; el considerable parecido entre el estoicismo y el cristianismo en algunas doctrinas, sobre todo en la ética, sugirieron a algunos cristianos como Quintiliano y Tertuliano que Zenón estaba familiarizado, por su origen semita, con el judaísmo.

Los estoicos antiguos dividieron la filosofía en tres partes: la lógica (teoría del conocimiento y de la ciencia), la física (ciencia sobre el mundo y sobre las cosas) y la ética (ciencia de la conducta), a la que le daban la mayor importancia. Enseñaban que todos y cada uno de los seres humanos, sin importar su condición social, racial o sexual, solo debido a su humanidad, tienen una porción de lo divino. Que nuestra inclinación a hacer distinciones y juicios éticos es porque todos tenemos un «dios interior» que nos hace escoger ante distintas disyuntivas. Además, los estoicos luchaban por la igualdad en la educación de las mujeres.

Ética estóica

Fue la ética estóica la que más influyó en el mundo romano. La felicidad consiste en vivir conforma a la naturaleza. Aquello que está conforme a la naturaleza es bueno. El bien es aquello que nos beneficia en todas las circunstancias, a diferencia de todo aquello que nos beneficia solo en algunas pero no en otras, como por ejemplo la riqueza. Para los estóicos, son las virtudes de la prudencia, el valor, la moderación y la justicia las cosas que son siempre buenas.

El estoicismo inculcaba la idea de dominar lo que está bajo nuestro control, como nuestros apetitos, deseos y miedos. Pero lo que no está bajo control nuestro, como envejecer, el sufrimiento por una enfermedad o un terremoto, debemos afrontarlo con valor. Se creía incluso que el deseo erótico o la lujuria eran una imposición o castigo de los dioses.

En los dos primeros siglos de la era cristiana, los máximos representantes del estoicismo fueron Marco Aurelio y Epicteto, que escribieron en griego. Para Epicteto son ideas clave el autoconocimiento y autocontrol. Y Séneca que escribió en latín, y que por cierto afirmó:

«Sin duda vendrán problemas; pero no están aquí y ahora, y puede que ni siquiera sobrevengan: ¿por qué correr a su encuentro? Hay más cosas que nos dan miedo que las que nos hacen daño… No seas infeliz antes de que llegue la crisis… Algunas cosas nos atormentan más de lo que deberían… Exageramos, imaginamos o anticipamos la tristeza de un modo innecesario».

En definitiva, para Séneca son nuestras actitudes y creencias las que hacen que la vida sea buena o mala.

Influencia posterior

El estoicismo influyó en algunas partes del pensamiento cristiano y en numerosas corrientes filosóficas posteriores, desde los primeros padres de la Iglesia (como Jerónimo y Tertuliano) hasta los pensadores de los siglos XVII y XVIII como Descartes y Kant. Por ejemplo, el filósofo holandés Hugo Grocio citó a Cicerón y a Séneca más que ningún otro autor en su obra «Del derecho de la guerra y de la paz«. El estoicismo tuvo influencia en todas las corrientes humanistas y universitarias (Erasmo de Roterdam, Juan Luis Vives, Michel de Montaigne) así como en el reformador protestante Juan Calvino.

En el siglo XVIII, la obra de Cicerón «Sobre los deberes» solía encontrarse junto a la Biblia en el despacho de cualquier funcionario inglés. En el tercer libro de «Sobre los deberes» se encuentra un argumento que es un antecedente directo de la recomendación de Kant de que evaluemos nuestros principios éticos al preguntarnos si podrán convertirse en una ley universal. Incluso la idea de la dignidad humana y de su valor ilimitado e igual para todos es el principal legado del pensamiento romano al mundo de la Revolución americana de 1776.

El estoicismo defendía igualmente la idea de que los seres humanos son «ciudadanos del mundo» o «cosmopolitas» y que todos poseen razón común y capacidad ética. Que las fronteras políticas son superficiales, al igual que la riqueza y la clase. Ese concepto fue asimilado muy bien en los Estados Unidos, donde no creen que ellos sean parte exclusiva de una raza, una tierra o una religión determinada; lo que une son los compromisos éticos (respeto, libertad) que trascienden a los grupos particulares. De hecho, los nuevos emigrantes que llegan a Estados Unidos pueden ser ciudadanos de ese país sin necesidad de cambiar de religión o etnia. Solo tienen que aceptar esos valores.

Esas ideas de dignidad e igualdad humanas influyeron en Estados Unidos como nación al no establecer una iglesia única. Eso haría que tampoco se tiranizara a ciudadanos que tuviesen creencias diferentes. A diferencia de lo que ha ocurrido en muchas naciones de Europa, el cosmopolitismo haría que no fuera necesario el establecimiento de una religión para la unidad de una nación. La idea de la dignidad humana es suficiente para que sea posible la unidad de corrientes y personas diversas.

Esteban López

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