El lector (The Reader)

¿Debe permitirse el mal esgrimiendo como razón que sólo se obedecía órdenes? ¿La ley es la ley y siempre se debe obedecer, o hay margen para la conciencia? ¿Qué es lo que debe prevalecer, el amor a una persona o la moralidad de sus actos? Estas y otras cuestiones son precisamente las que surgen en el filme El lector.

El lector es una novela publicada en 1995 por el autor alemán Bernhard Schlink. Obtuvo numerosos premios tanto en Alemania como en Estados Unidos.

El hilo conductor de historia tiene que ver con Michael Berg (David Kross y Ralph Fiennes), un adolescente de 15 años en la Alemania de posguerra, quien inicia un romance con Hanna Schmitz (Kate Winslet), una mujer mayor que posteriormente desaparece sin dejar rastro. Años más tarde, cuando Michael estudia derecho, la reencuentra en un juicio, donde Hanna es acusada de crímenes de guerra cometidos como guardiana de un campo de concentración nazi. La novela se desarrolla en torno a la compleja relación entre ambos y los dilemas morales que enfrenta Michael al descubrir la verdad sobre Hanna.

La dirección (Stephen Daldry) es excelente y hace que la historia se desarrolle captando por completo la atención de quien la ve. Daldry bucea en las heridas sociales de Alemania después del nazismo. Plantea preguntas sobre la culpa, la memoria histórica y la redención en el contexto de la posguerra alemana. Michael se debate entre su amor por Hanna y el horror de sus crímenes, mientras que la propia Hanna guarda un secreto que define su destino: es analfabeta, lo que la ha llevado a tomar decisiones que marcan su vida de manera trágica.

Reflexiones del filme

La novela en la que se basa en filme saca a colación temas tan significativos como:

La culpa y la responsabilidad moral, tanto individual como colectiva. Michael, como representante de una nueva generación alemana, se enfrenta a la herencia de los crímenes del nazismo, mientras que Hanna simboliza la obediencia ciega y la incapacidad de asumir responsabilidad. La gran cuestión que surge tanto durante el nazismo como en otros entornos parecidos es, ¿hasta qué punto es culpable una persona que sigue órdenes sin cuestionarlas?

La memoria y el olvido, porque su director Bernhard Schlink plantea el dilema de cómo recordar el pasado sin quedar atrapado en él. Michael vive un conflicto entre olvidar su amor por Hanna y aceptar la verdad sobre sus actos. La historia sugiere que el recuerdo es necesario para la justicia, pero también que el exceso de culpa puede paralizar a una sociedad.

El poder del lenguaje y la educación, es decir, la incapacidad de Hanna para leer y escribir simboliza la ignorancia y la falta de pensamiento crítico que puede llevar a la obediencia ciega. La educación, en este sentido, es vista como un camino hacia la libertad moral y el juicio autónomo.

El amor y la ética, porque el amor de Michael por Hanna se convierte en un dilema ético. ¿Puede el amor justificar el perdón o debe la moralidad prevalecer sobre los sentimientos? Esta tensión entre emoción y deber moral es una de las cuestiones más profundas de la novela.

Una de las escenas más interesantes de la película es cuando el profesor Rohl (Bruno Ganz) presenta cuestiones que invitan seriamente a la reflexión de sus estudiantes de derecho:

 “Las sociedades piensan que se rigen por algo llamado moralidad, se rigen por algo llamado ley. Uno no es culpable de nada sólo por trabajar en Auschwitz. Ocho mil personas trabajaron en Auschwitz. Exactamente diecinueve han sido condenadas, y sólo seis de homicidio. Para probar el homicidio, debes probar la intención. Esa es la ley. La cuestión nunca es si estuvo mal, sino si fue legal. Y no según nuestras leyes, no. Según las leyes de ese tiempo. […] Sí. La ley es limitada. Por otro lado, sospecho que la gente que mata a otra gente tiende a ser consciente de que está mal”.

Fue precisamente el jurista alemán Gustav Radbruch (1878-1949) quien postuló:

«De ninguna manera es derecho todo lo que es ‘útil al pueblo’, sino que en último término solo es útil al pueblo lo que es derecho, lo que crea seguridad jurídica y tiende a la justicia«.

Para Radbruch la expresión «una orden es una orden«, debe carecer de obligatoriedad para un soldado si lo que ordena es un crimen o un delito. Esa forma de entender la justicia causó profunda repercusión en juicios posteriores, sobre todo en los que tuvieron que ver con los soldados que vigilaban el muro de Berlín, quienes tenían órdenes de disparar contra cualquiera que intentara huir y atravesarlo. Este principio del derecho de Radbruch fue acogido por el Tribunal Constitucional de la Alemania Federal en varias sentencias. La película El lector trae a colación cuestiones muy semejantes.

El filme fue nominado a cinco Premios de la Academia, de los que ganó el Óscar a la mejor actriz para Kate Winslet por su soberbia interpretación de Hanna Schmitz, logrando el aplauso general de la crítica.

Así las cosas, puede verse que El lector es una novela que va más allá de una historia de amor: es una reflexión sobre la historia, la culpa y el papel de las generaciones en la reconciliación con el pasado. Nos obliga a cuestionar cómo juzgamos a los demás, cómo nos enfrentamos a nuestra propia conciencia y a nuestra relación con la justicia.

Esteban López

Trailer:

2 comentarios sobre “El lector (The Reader)

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  1. Maravilloso film en el que se encuentran los grandes dilemas de la sociedad en todas sus épocas. La cultura es imprescindible para la vida y la convivencia, sin ella el estancamiento se autoproclamó, así es exhibido aquí. Gracias. Stella.

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