Bartolomé de las Casas

Fray_Bartolomé_de_las_CasasAunque la historia está llena de episodios tristes y oscuros propiciados por los mismos seres humanos, hay que decir que afortunadamente también han existido personas cuyo ejemplo de lucha contra el mal y dedicación a una causa justa, hace que se pueda seguir teniendo confianza en el hombre.

Este podría ser el caso de Bartolomé de las Casas (Sevilla 1474-Madrid 1566). Eclesiástico dominico español, marchó a La Española con el interés de enseñar el evangelio a las poblaciones indígenas. Sin embargo, muy pronto quedó impresionado por el trato inhumano y horrendo que se daba a los amerindios, sobre todo en las minas de oro, lo que le impulsó a escribir Memoriales sobre la Reforma de las Indias.

En 1513 se traslada a Cuba donde sus dudas sobre la injusticia del comportamiento de los conquistadores españoles para con los indígenas cobran mayor fuerza, lo que le mueve a denunciarlo y condenarlo públicamente en un sermón. Era el año 1514. Y es que leer su testimonio escrito sobre aquellos terribles abusos, estremece sobremanera y uno se pregunta dónde habían olvidado aquellos hombres ávidos de poder y riquezas su conciencia y el mínimo sentido de compasión. No es de extrañar de que al año siguiente De las casas decidiera consagrarse completamente en la defensa de los indios.

Describiendo cómo eran aquellas gentes y cómo era su situación, De las Casas escribió en su obra Brevísima relación de la destrucción de las indias (castellano antiguo):

«Todas estas universas e infinitas gentes a toto genero crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bollicios, no rijosos, no querulosos, sin rancores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo son«.

«Por un cristiano que los indios matasen, habían los cristianos de matar cien indios«.

«En las cuales (si se permitiesen) han de tornarse a hacer, pues de sí mismas (hechas contra aquellas indianas gentes, pacíficas, humildes y mansas que a nadie ofenden) son inicuas, tiránicas, y por toda ley natural, divina y humana condenadas, detestadas”.

«Secábaseles la leche de las tetas a las mujeres paridas, e así murieron en breve todas las criaturas. Y por estar los maridos apartados, que nunca vían a las mujeres, cesó entre ellos la generación; murieron ellos en las minas, de trabajos y hambre, y ellas en las estancias o granjas, de lo mesmo, e así se acabaron tantas e tales multitúdines de gentes de aquella isla».

«Y porque toda la gente que huir podía se encerraba en los montes y subía a las sierras huyendo de hombres tan inhumanos, tan sin piedad y tan feroces bestias, extirpadores y capitales enemigos del linaje humano«.

«Dios es el que siempre recuerda a los que la historia ha olvidado«.

En 1515 Bartolomé de las Casas viaja a Plasencia, España, para entrevistarse con Fernando el Católico convencido de que la solución estaba en la reforma de las vigentes Leyes de Indias. El primer intento fracasó, pero a la muerte del rey, el asunto interesó al cardenal Cisneros, haciendo que De Las Casas fuera nombrado “Protector de los Indios” y elaborando un Plan de Reformación de las Indias.

Continuó su lucha incansable en la corte de Carlos V. Todo su interés era que se produjera una colonización constructiva y pacífica de aquellas gentes. En 1535 llegó a Nicaragua, desde donde dio cuenta al Consejo de los desmanes cometidos contra los Indios. Instalado en Guatemala en 1536, llevó a cabo un ensayo de conquista pacífica basado en su obra De unico vocationis modo, y dos años más tarde logró que el papa Pablo III pusiera fin a la polémica sobre la racionalidad de los indios y su capacidad para la fe.

En 1540 expuso ante Carlos V la insuficiencia de la vigente legislación en las Indias, así como la corrupción de los funcionarios. Esta entrevista fue vital porque logró que se promulgaran en Barcelona las Leyes Nuevas (1542), lo que logró con el paso del tiempo y mucha oposición la proscripción radical de la conquista y esclavitud de los indios. Fue el mismo año en que había escrito su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias.

Todo un ejemplo de alguien que luchó sin descanso por ”hacer más reino de Dios” en la tierra. Bartolomé de las Casas se había comprometido en favor de la igualdad jurídica de todas las personas, incluidos los indios, doctrina que sólo pudo imponerse mucho más tarde en el tiempo. Además de Francisco de Vitoria, De las casas es uno de los fundadores del derecho internacional moderno y su tratado Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias constituye el primer informe moderno sobre derechos humanos. Fue alguien avanzado para su tiempo.

Aunque su testimonio ha sido relativizado por algunas fuentes conservadoras, acusándolo de exagerar el número de víctimas indias y a menudo atacando a su misma persona, recientes estudios muestran que no exageró nada en absoluto sobre aquellas atrocidades. Hoy nadie niega su determinante papel en dejar bien claro el horrendo abuso de inocentes a manos de los conquistadores (Véase Esteban Mira Caballos, «Conquista y destrucción de las Indias«, Sevilla, Muñoz Moya Editor, 2009).

Aunque De las Casas hubiera exagerado algunas cifras, aunque se le pudiera acusar de no mencionar todos los lugares específicos donde se cometieron aquellas atrocidades, aunque como humano de su tiempo en más de alguna ocasión hubiera cometido errores, una cosa parece evidente, y es que aquella conquista, aunque tuviera aspectos positivos,  no fue del todo inocente, ni el horrendo trato que recibieron miles de seres humanos entonces. Y es que, «cuando el río suena, agua lleva«, dice el refranero español.

Es interesante también saber algo más de cómo veía el mismo Cristóbal Colón el asunto de la conquista de los amerindios. El teólogo católico Hans Küng escribe:

«Colón… con la vieja mentalidad de las cruzadas pudo ver desde un principio la guerra contra los infieles como «guerra justa» y practicar la colonización y cristianización en el espíritu del agustiniano coge intrare («oblígalos a entrar»); con una parte del dinero encontrado pensaba financiar una nueva cruzada a Palestina, que acaudillaría él en persona… En resumen, «hombre moderno» en sentido estricto no fue ninguno de los conquistadores. Ellos no llevaron a los hombres del nuevo continente un paradigma «moderno», sino un paradigma del todo tradicional, el paradigma católico-romano medieval». Hans Küng, «El cristianismo, esencia e historia», pág. 659, Trotta 1997.

Hace ya mucho tiempo, un sabio de la antigüedad describió muy bien el terrible daño que los seres humanos nos hemos hecho unos a otros con estas palabras:

«Todo esto he visto al entregarme de lleno a conocer lo que se hace en este mundo y el poder que el hombre tiene de hacer daño a sus semejantes«. – Eclesiastés 8:9, DHH.

Esteban López

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