El conflicto fratricida entre israelíes y palestinos dura, como se sabe, muchos años ya. La política de blindaje militar del actual estado de Israel, ha llevado en ocasiones a ocupar militarmente poblaciones palestinas, y con el pretexto de estar buscando terroristas (que por supuesto los hay) se han destruido hogares y se ha abusado y masacrado a personas pobres e inocentes. Como suele ocurrir casi siempre, el mayor sufrimiento en cualquier enfrentamiento bélico (en este caso muy desigual) recae en los más débiles e inocentes. La resolución por tanto de ese conflicto depende directamente de la buena voluntad de sus respectivos líderes políticos y militares para llegar a un acuerdo que olvide el exterminio mutuo y garantice la paz de todos en la zona. Y si no son capaces de lograrlo, debería ser la comunidad internacional con algún organismo eficaz la que tomara cartas en el asunto. Después de todo, el derecho internacional y las Naciones Unidas deberían servir para algo, sobre todo para salvaguardar la paz mundial y los derechos humanos.
Pero aquí se impone otra reflexión: el conflicto debe verse como lo que es, una cuestión estrictamente política. Sería deseable que los impulsos positivos de la religión coadyuvaran a su resolución. Pero no lo hacen aquí ni lo han hecho en otros momentos tristes de la historia humana. Como escribió el irlandés Jonathan Swift (1667-1745), autor de «Los viajes de Gulliver» ácida crítica del carácter humano:
«Tenemos la suficiente religión para odiarnos, pero no para amarnos los unos a los otros».
Por tanto, que ninguna de las partes involucren a Dios en el asunto, porque el sentido común hace intuir que nada tiene que ver con los enfrentamientos humanos a pesar de que tantas veces se hayan llevado a cabo en su nombre.
Sobre la necesidad de que ambas partes deberían mostrar buena voluntad para la resolución de ese triste conflicto, el teólogo Hans Küng, en su libro Humanidad vivida. Memorias (291, Trotta 2014), escribe:
«Deberían estar claras dos cosas: ni la política militar israelí puede mantener controlados a los palestinos a la larga, ni tampoco pueden los palestinos forzar el retorno a los territorios que ocupaban antes de 1948.
«Pero ¿qué es posible y deseable? Los israelíes podrían retirarse de la mayoría de los territorios ocupados e intercambiar algunas zonas por otras, compensando al mismo tiempo mediante reparaciones económicas (como Alemania después de la Segunda Guerra Mundial) la injusticia cometida con los palestinos desplazados u oprimidos: ¡en vez de despilfarrar miles de millones de dólares en armamento, un plan Marshall para los palestinos y Oriente Próximo en general! ¿O hay que renunciar a la esperanza de que el «road map», la hoja de ruta de las Naciones Unidas, Estados Unidos, la Unión Europea y Rusia pueda ser llevada por fin a la práctica? Sería deseable que más personalidades judías de la Unión Europea y Estados Unidos abogaran por la reconciliación de israelíes y palestinos, como hace el gran director de orquesta, Daniel Barenboim con su orquesta West-Eastern Diván».
Y parece que hasta cierto grado algo está cambiando en la conciencia de muchos soldados israelíes que en algún momento han participado en esos abusos, y ahora simplemente se declaran objetores de conciencia. No podían, explican, seguir abusando con violencia (torturas, demolición de casas, etc) de una población mucho más débil que la israelí, y que después de sus misiones, vuelvan a sus ciudades y hogares como si nada hubiera pasado.
Por supuesto, semejante posición no es entendida por la mayoría de sus conciudadanos ni por las autoridades israelíes. De modo que, por su posición pacífica los enjuician y los condenan a prisión por bastante tiempo. Esos anteriores soldados dicen que siguen amando a su país, Israel, y que darían su vida por él, pero solo en acciones de defensa, no de agresión violenta y desmesurada. El número de objetores de conciencia según un reciente informe televisivo asciende ya a mil seiscientos y todavía sigue aumentando. La situación está desconcertando profundamente a la opinión pública del país, poniendo también en jaque a la política del gobierno.
Como buenos israelíes, es muy posible que esos anteriores soldados conozcan las palabras del Salmo 85:7, (NVI):
«Voy a escuchar lo que Dios el Señor dice: él promete paz a su pueblo y a sus fieles, siempre y cuando no se vuelvan a la necedad».
O las del profeta Isaías 2:4 (LBLA),
«Forjarán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en podaderas. No alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra».
O también las del filósofo holandés, de origen judeoespañol, Baruch Benedict Spinoza (1632-1677):
«La paz no es la ausencia de guerra. Es una virtud, un estado de la mente, una disposición a la benevolencia, la confianza y la justicia«.
Es interesante saber que la pensadora de origen judío Hannah Arendt (1906-1975) no abogara por un Estado nacional israelí en Palestina, tal y como lograron los sionistas en 1948, sino más bien por un Estado federal basado en consejos árabe-judíos locales, algo que seguramente hubiera evitado mucho sufrimiento y antisemitismo.
Daniel Barenboim, ‘la paz es posible’
Daniel Barenboim (Buenos aires, 1942), es un pianista y director de orquesta de renombre mundial. Empezó a recibir clases de piano de parte de sus padres, también pianistas, a la edad de cinco años. Con siete ya interpretó con gran éxito su primer concierto en Buenos Aires. Desde entonces tuvo una carrera de pleno éxito dirigiendo a las principales orquestas del mundo.
De origen argentino y nacionalizado español, israelí y palestino, en 2008 aceptó la nacionalidad palestina para demostrar que judíos y palestinos pueden vivir en paz, una paz que solo se conseguirá combatiendo al odio y la ignorancia. Desde el año 2011 es candidato al Premio Nobel de la Paz, por sus diversas actividades a favor de la paz y la convivencia en Oriente Próximo. Es la primera persona con ciudadanía Israelí y palestina. Cuando se le concedió la ciudadanía palestina después de un concierto en la ciudad palestina de Ramala, dijo:
«Anhelo que mi nueva condición sea un ejemplo de coexistencia palestino-israelí. Creo que los destinos de los pueblos israelí y palestino están inexorablemente unidos».
En 1999, junto al escritor de origen palestino Edward Said, fundó la Orquesta del Diván Este-Oeste, una iniciativa para reunir cada verano un grupo de jóvenes músicos talentosos tanto de origen israelí como de origen árabe o español. Por ello, ambos recibieron el Premio Príncipe de Asturias en 2002. En 2004 le fue concedido el Premio de la Fundación Wolf de las Artes de Jerusalén.
Daniel Barenboim dirige en este vídeo «El Amor Brujo» de Manuel de Falla (Danza ritual del fuego) con la Chicago Symphony Orchestra
La paz es una necesidad vital en el ser humano y en los pueblos. Se lleva en el corazón o no se lleva. De hecho se dice que es incluso un fruto del espíritu de Dios (Gálatas 5:23). Todos nacemos con una conciencia que en ocasiones reacciona con decisión ante el absurdo. No es de extrañar tampoco que un judío que revolucionó la forma de entender a Dios, Jesús de Nazaret, dijera:
«Dichosos los que trabajan por la paz, porque serán llamados hijos de Dios». -Mateo 5:9, NVI.
Esteban López
Véase Proyecto «Hand in Hand» en el que 1.578 los estudiantes se educan bajo el lema de «aprender juntos, vivir juntos» y que muestra que si se quiere, la convivencia y la paz son posibles. Un oasis en medio del enfrentamiento que llena de esperanza.
Este es un comentario recibido. Por gabyss.
Siguiendo en la linea de tus palabras Esteban, querría añadir que en ellos se hace patente las palabras a continuacion de las que citas, en Mateo 5:10:
“Felices son los que han sido perseguidos por causa de la justicia puesto que a ellos pertenece el reino de los cielos”.
Una vez mas, hay personas que nos enseñan con su dolorosa postura de integridad, lo importante que es permanecer fiel a la conciencia con la que Dios nos ha creado, sin importar contra quien o cuantos tengan que enfrentarse o el sufrimiento que les pueda ocasionar.
A ellos decirles que valoramos en grado sumo su valor y sacrificio. Nuestro mas sincero respeto y animo para continuar en su postura.
Al margen del resultado que tenga su posición ante las autoridades israelies, podemos decir que ellos ya están venciendo. Pues su ejemplo, nos da a todos mucho en lo que reflexionar y nos llena de valor y gozo a la vez. Valor, porque su ejemplo nos hace fuertes. Y gozo, porque el ver que existen personas de ese calibre, nos hace sentir orgullosos de ser algo que en muchas ocasiones, en vista de lo que nos rodea en este mundo y si no fuera por personas como ellos, es motivo de verguenza, y es el de ser: “un ser humano”.
Afortunadamente personas como ellos dignifican al hombre.
Gabyss
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