Algo sobre filosofía

amapolasHoy día parece que lo inmediato, lo urgente, se impone por doquier. Las prisas y una constante inquietud febril parece que lo rige absolutamente todo. Los medios de comunicación, por ejemplo, proporcionan tal cantidad de información que es prácticamente imposible estar al día con todo. El resultado a menudo es que al final poco espacio queda para el pensar meditado, para la ponderación y el análisis mesurado. Sin embargo existe otra opción: la de resistirse y procurar hacer de la reflexión una sana costumbre, para evitar así la entrega con facilidad a toda suerte de vientos.

Pensar, por tanto, envuelve reflexionar y examinar con cuidado algo para formar dictamen o intentar tomar decisiones correctas en la vida. Por otro lado, cultura (del latín: cultüra) incluye la idea de ‘cultivar’ conocimientos que permitan desarrollar un juicio crítico.

Como humanos, conocemos, progresamos, amamos, sufrimos y sabemos que vamos a morir. Somos, también, los únicos seres capaces de hacernos preguntas radicales sobre el sentido de la vida, sobre el origen del universo y la causa última de todo lo que existe. Cuestiones difíciles de responder como de evitar. Es cuando esa reflexión se hace a fondo que surge la filosofía. Como escribe el filósofo español José Ortega y Gasset (1883-1955):

Ortega«¿Cómo se puede vivir sordo a las postreras, dramáticas preguntas? ¿De dónde viene el mundo, adónde va? ¿Cuál es la potencia definitiva del cosmos? ¿Cuál es el sentido esencial de la vida? No podemos alentar confinados en una zona de temas intermedios, secundarios. Necesitamos una perspectiva íntegra, con primero y último plano, no un paisaje mutilado… sin puntos cardinales nuestros pasos carecerían de orientación… No nos es dado renunciar a la adopción de posiciones ante los temas últimos: queramos o no, de uno u otro rostro, se incorporan en nosotros».- José Ortega y Gasset, ‘Qué es filosofía y otros ensayos‘, Alianza Editorial, pág. 68.

Según el significado griego original, filosofía significa «amor o amistad a la sabiduría». El Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española define filosofía como,

«Conjunto de saberes que busca establecer, de manera racional, los principios más generales que organizan y orientan el conocimiento de la realidad, así como el sentido del obrar humano».

Ortega y Gasset se refería a la filosofía como «el estudio radical de la totalidad del Universo«.  Y en ello también estuvo absolutamente entregado Wilhelm Dilthey (1833-1911), cuando en su «Teoría de las concepciones del mundo» expresó tan bellamente, «Llenamos y vivificamos la realidad entera mediante los valores que sentimos, la actividad en que desplegamos nuestras energías vitales, las ideas supremas de lo bello, lo bueno y lo verdadero».

De modo que los problemas o cuestiones vitales con los que trata la filosofía son:

CUESTIONES SOBRE LA REALIDAD.

Cosmología: El origen y las claves del universo.

Metafísica: Los principios del ser.

Antropología y Psicología: El análisis de la condición humana.

Teología natural: La existencia y la naturaleza de Dios.

CUESTIONES SOBRE EL CONOCIMIENTO.

Teoría del conocimiento: Nuestra posibilidad de conocer verdades y hacer ciencia.

CUESTIONES SOBRE LA ACCIÓN HUMANA.

Ética: La distinción entre el bien y el mal.

Política: Los criterios para organizar una sociedad justa.

Fue en la antigua grecia donde el hombre, arrinconando lo mitológico, empezó a usar solo la razón para poder entender el mundo que le rodeaba. Los primeros filósofos eran médicos y físicos. Desde entonces muchos han sido los pensadores que han tratado esos mismos problemas fundamentales y que son comunes a todas las épocas.

La importancia vital de la filosofía

Es verdad que hoy día, la filosofía no goza del predicamento que tuvo en otros tiempos. Incluso algunos, en su profunda ignorancia, han llegado a decir que no sirve para nada. Es como si se reconociera que buena parte de la sociedad se moviera más por el simple utilitarismo que por la reflexión pausada de las ideas. Sin embargo, a menudo se olvida que en gran medida la sociedad humana se ha movido siempre por las ideas, y que el progreso humano no hubiera llegado a ser lo que es hoy día sin la victoria del pensamiento: por ejemplo el Renacimiento, la Ilustración, la Declaración Universal de los Derechos Humanos, etc. Por eso, es una contradicción y un suicidio intelectual colectivo que en algunos sectores se margine a la filosofía, cuando en realidad siempre han sido las ideas las que han movido y siguen moviendo a los hombres.

Aristóteles dijo que los seres humanos filosofamos porque nos admiramos ante lo que existe. En realidad, todos los seres humanos somos algo filósofos cuando nos hacemos preguntas sobre, por ejemplo, el sentido de la belleza, el misterio/milagro de la vida, la razón del mal, etc. Intentamos dar significado a todo a través de la razón, y es que en eso consiste precisamente la filosofía. Todos nos hacemos preguntas fundamentales; hasta los niños, a medida que van creciendo y teniendo uso de la razón, preguntan una y otra vez, «¿Por qué?»

Jostein GaarderEl escritor y filósofo noruego Jostein Gaarder lo expresa muy bien cuando dice:

Aunque las cuestiones filosóficas conciernen a todo el mundo, no todo el mundo se convierte en filósofo. Por diversas razones, la mayoría se aferra tanto a lo cotidiano que el propio asombro por la vida queda relegado a un segundo plano.

«De repente, me pareció muy triste que los seres humanos nos acostumbremos a algo tan indescriptible como es el hecho de estar vivos. De pronto, un día vemos evidente que existimos, y luego no volvemos a pensar en ello hasta que estamos a punto de abandonar este mundo.

«Al ser humano le parece tan extraño existir que las preguntas filosóficas surgen por sí solas«.

– Jostein Gaarder (1952), «El mundo de Sofía» (1991).

El sufrimiento, muy a menudo, también puede conducir inexorablemente a la filosofía. Algunos conocidos filósofos del siglo XX surgieron del horror y el terrible sufrimiento de las dos guerras mundiales. Y es que una persona que ha sufrido puede llegar a ser mucho más proclive a la reflexión y al desarrollo de cualidades relacionadas con las grandes cuestiones del espíritu humano.

También se ha dicho que necesitamos la filosofía como la capacidad de pensar. Max Horkheimer decía además que la razón sirve «para que no nos timen«. Y bien pensado, no es esa una mala utilidad la que tiene aquí la filosofía, sobre todo cuando en tantos entornos se prescinde una y otra vez de la reflexión meditada. De modo que, mejorar nuestro conocimiento propio, no sucumbir fácilmente ante los tópicos, saber argumentar evitando las falacias habituales, estar atento para que no le den a uno apariencia por realidad, disfrutar con una novela o una teoría científica sin ser escritor o científico, poner los poderes que uno tiene en su mano para sacar lo mejor a la vida, son asuntos, sin duda, inmensamente útiles, vitales y de importancia dramática en nuestras vidas. Visto esto entonces, ¿de verdad que no sirve para nada la filosofía? Como lo expresó Henry David Thoreau (1817-1862):

«Ser un filósofo no es sólo tener pensamientos sutiles, ni siquiera fundar una escuela, sino amar la sabiduría y vivir de acuerdo con sus dictados una vida de sencillez, independencia, magnanimidad y confianza. Es resolver ciertos problemas de la vida, no sólo en la teoría, sino en la práctica». 

El conocimiento humano es tan rico y puede abarcar tantas materias, que es simplista y triste dividirlo entre ciencias y letras. Es absolutamente necesario verlo desde una prespectiva unitaria. La ciencia, por ejemplo, debe ser una aliada indispensable de la filosofía, y ésta, en la búsqueda de la verdad, propiciar el diálogo abierto y sincero también con la teología.

Se ve pues que la filosofía es toda una actividad que intenta poner en claro nuestro conocimiento del mundo y de nosotros mismos. En potencia, es también una capacidad que todos tenemos. Kant decía que «no se aprende filosofía; se aprende a filosofar». Por eso, cuando nos vemos obligados a pensar sobre el sentido de la existencia, ello implica que tenemos la capacidad de echar una mirada reposada al conjunto de lo que creemos y hacemos. En definitiva, adentrarse en el mundo de la filosofía es disponerse a pensar por uno mismo, uno de los aspectos vitales de los que se compone la existencia humana.

El «replicante» del film Blade Runner (1982) había sido programado para vivir solo cuatro años. Y de ningún modo quería morir. Y es que tenía ya atesorados en su memoria tantos recuerdos. En realidad su inquietud y sus preguntas son las mismas que todos nos hacemos, «de dónde vengo«, «a dónde voy«, «cuánto tiempo me queda«, en definitiva las cuestiones que siempre han inquietado al ser humano. Bien pensado, ¿debe ser la vida como un caramelo dado a un niño para después quitárselo?

Esteban López

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