Edward R. Murrow, integridad

En el año 1949 el periodista británico George Orwell (1903-1950) escribió la novela distópica «1984«, en la que se describía un futuro de manipulación de la información, vigilancia masiva de la población y represión política y social. En un ambiente de partido único, entre otras cosas se decía:

«Si el líder dice de tal evento esto no ocurrió, pues no ocurrió. Si dice que dos y dos son cinco, pues dos y dos son cinco. Esta perspectiva me preocupa mucho más que las bombas”.

Son muchos los comentaristas políticos que reconocen que lo tratado en «1984» no tiene por qué ocurrir solo en oscuras dictaduras, sino que también puede tener lugar en distintos entornos de la sociedad, como el político, el empresarial o el religioso.

Aunque en las democracias bien establecidas debería ocurrir que existieran suficientes mecanismos de control como para salvaguardar las libertades de los ciudadanos, no siempre es así y aunque exista teóricamente la clásica división de poderes, ejecutivo, legislativo y judicial. Es ahí donde el llamado «cuarto poder» o medios de comunicación y prensa podría jugar un papel muy importante a la hora de exponer la verdad ante la opinión pública cuando se trata de airear asuntos serios como corrupción o abuso de poder. Como expresó Ben Bradlee (1921-2014), anterior director ejecutivo del diario The Washington Post entre 1968 y 1991, y que dirigió el caso Watergate, «el fundamento del periodismo es buscar la verdad y contarla“.

Esa es en realidad la clave: buscar la verdad con sinceridad y darla a conocer. O como en cierta ocasión me dijo un periodista español de mucha experiencia, «el periodismo consiste en contar lo que está ahí pero que no se sabe«. Sin embargo, hoy día puede verse en muchos lugares cuán prejuiciados y parciales pueden ser muchos profesionales y medios distintos de comunicación, hasta el grado de que es muy difícil conocer la verdad real de la noticia.

Aun así afortunadamente ha habido en la historia del periodismo excepciones de profesionales íntegros que fueron un ejemplo de buena praxis, creando un estilo ético a seguir y que siguen siendo una estimulante referencia. Uno de esos fue Edward R. Murrow.

Edward R. Murrow

Edward R. Murrow (1908-1965), fue un periodista y locutor de radio y televisión estadounidense. Se caracterizó por su honradez e integridad a la hora de difundir las noticias. Había nacido en Polecat Creek, Carolina del Norte y tenía orígenes muy humildes. El último de cuatro hermanos, vivía con sus padres en una cabaña sin cañerías ni electricidad. Sin embargo, era aplicado en los estudios. Acabó la enseñanza secundaria, y asistió al Washington State College, donde se especializó en oratoria, además de participar en mucha actividad política dentro de la universidad animando siempre al resto de los estudiates a que se interesaran más por los asuntos públicos.

Después de licenciarse, Murrow se unió a la cadena CBS en 1935 donde permanecería allí durante toda su carrera. A partir de 1937, Murrow realizó varios viajes a Europa mientras iba fraguándose progresivamente la Segunda Guerra Mundial. Su labor allí hizo que adquiriera gran experiencia como informador innovando incluso en la forma de retransmitir las noticias. Uno de los momentos más significativos de su carrera fue cuando se esperaba que la tropas alemanas invadieran Viena, y en una transmisión directa por radio Murrow dijo: «Este es Edward Murrow hablando desde Viena … Son casi las 2:30 de la mañana y Herr Hitler aún no ha llegado«.

Murrow participó también en la cobertura de la CBS de la crisis de los Sudetes de Checoslovaquia después de la reunión de Hitler y Neville Chamberlain en Munich. Sus originales retransmisiones eran esperadas ávidamente por buena parte de la población estadounidense. Al comenzar la guerra, Murrow permaneció en Londres informando por ejemplo sobre los bombardeos alemanes de Londres y la solidaridad que mostraba la gente al ayudarse los unos a los otros en medio de todo aquel horror. Allí notó que la gente se despedía con la expresión «Buenas noches y buena suerte«, porque en realidad nadie sabía lo que ocurriría al día siguiente. Fue de ahí que Murrow tomó la expresión que le caracterizaría en todas sus despedidas al finalizar sus programas. La eficacia de sus transmisiones se debió a la formación universitaria en oratoria que había adquirido.

La caza de brujas de Joseph McCarthy

Otro de los episodios más significativos de su carrera fue cuando Murrow tuvo que enfrentarse a la manipulación torticera del senador Joseph McCarthy cuando éste llevaba a cabo una implacable investigación para encontrar «comunistas»; la búsqueda de cualquier sospechoso tanto en la administración pública como en otros entornos. En realidad toda esa investigación «Orweliana» que duró desde 1950 a 1956, era completamente contraria a la Constitución de los Estados Unidos porque imponía restricciones a las libertades básicas de los ciudadanos en nombre de la llamada «seguridad nacional». Sin embargo, aquella «caza de brujas» nunca demostró la culpabilidad de ninguno de los acusados, aunque sí es cierto que arruinó las carreras profesionales de muchos inocentes, significando incluso en varios casos el exilio debido a la terrible presión política y judicial que llegaron a padecer.

En medio de toda aquella psicósis anticomunista, se produjo un caso que bajo otras circunstancias es muy probable que se hubiera tratado de manera muy diferente. El 5 de abril de 1951, en EE.UU., Ethel y Julius Rosenberg fueron condenados a la pena de muerte por realizar espionajes a favor de la Unión Soviética, aunque las pruebas presentadas eran flojas y no determinantes. Sin embargo, ambos fueron finalmente ejecutados en la silla eléctrica el 19 de junio de 1953. Años más tarde se comprobó que Ethel no había estado involucrada. Además de ese error, el caso fue un agravio comparativo si se tienen en cuenta otros casos similares pero que tuvieron castigos mucho más leves. Pero el momento que se vivía entonces no ayudaba. Tanto la guerra de Corea, el miedo de la población al avance del comunismo así como el Macartismo fueron factores determinantes en el veredicto final.

Aunque las acciones anticonstitucionales del marcartismo avanzaban de modo inexorable, los reportajes bien argumentados de Murrow contribuyeron finalmente a la caída del senador Joseph McCarthy durante la llamada «caza de brujas». Defendía la causa de la libertad genuina de los ciudadanos ejerciendo una eficaz pedagogía con frases como «una nación de ovejas engendra un gobierno de lobos«; «Nadie puede aterrorizar a toda una nación, a menos que todos nosotros seamos sus cómplices»; «todo el mundo es prisionero de sus propias experiencias. Nadie puede eliminar los prejuicios, simplemente reconocerlos«. Y la siguiente reflexión es especialmente significativa:

Su principal logro [el del senador Joseph McCarthy] ha sido el de confundir a la opinión pública (public mind), entre las amenazas internas y externas del comunismo. No debemos confundir disenso con deslealtad. Debemos recordar siempre que una acusación no es una prueba y que una condena depende de la evidencia y del debido proceso de la ley. No caminaremos con miedo, el uno del otro. No seremos conducidos por el miedo hacia una era de sinrazón, si cavamos profundo en nuestra historia y nuestra doctrina y recordamos que no descendemos de hombres temerosos – no de hombres que temían escribir, hablar, asociarse y defender causas que eran , por el momento, impopulares. Este no es el tiempo para que los hombres que se oponen a los métodos del senador McCarthy se mantengan en silencio, o para aquellos que los aprueban. Podemos negar nuestra herencia y nuestra historia, pero no podemos evadir la responsabilidad por el resultado. No hay forma para un ciudadano de una república de abdicar de sus responsabilidades. Como nación hemos recibido nuestra plena herencia a una edad tierna. Nosotros proclamamos ser, y de verdad lo somos, los defensores de la libertad, dondequiera que ésta continúe existiendo en el mundo, pero no podemos defender la libertad en el exterior mediante su abandono en casa. Las acciones del joven senador de Wisconsin han causado alarma y consternación entre nuestros aliados en el extranjero, y dado un considerable confort a nuestros enemigos. ¿Y de quién es la falla? En realidad no es suya. Él no creó esta situación de miedo; él meramente la explotó – y más bien exitosamente. Casio estaba en lo cierto: ‘La falla, querido Bruto, no está en nuestras estrellas, sino en nosotros mismos’”.

– Programa televisivo See it now (“Véalo ahora”) del 9 de marzo de 1954, en el programa titulado justamente A Report on Senator Joseph R. McCarthy (“Un informe sobre el senador Joseph R. McCarthy”).

Esta es la reconstrucción de una de sus intervenciones en el filme «Buenas Noches y Buena Suerte» (2005) dirigida por George Clooney:

Además de las intervenciones en televisión de Murrow, el punto de inflexión de aquella «caza de brujas» tuvo lugar el 9 de junio de 1954, en Estados Unidos, cuando se llevó a cabo el interrogatorio por parte del senador Joseph McCarthy a Joseph Welch, abogado y alto mando del ejército. La obsesión y torticeros métodos de McCarthy por encontrar comunistas llevó a la conocida intervención de Joseph Welch delante de las cámaras y ante la opinión pública:

«No sigamos asesinando a este muchacho, Senador. Ya ha hecho suficiente. ¿Es que no tiene sentido de la decencia, señor? ¿Es que no le importa nada?» Esta intervención ante toda la opinión pública en televisión, mostró el hastío de buena parte de la sociedad por todos aquellos métodos que vulneraban descaradamente las libertades de los ciudadanos, convirtiéndose en el punto de inflexión que llevaría finalmente hasta la caída definitiva de McCarthy. El siguiente vídeo en inglés muestra lo que ocurrió:

Finalmente, el 2 de diciembre de 1954 el Senado de los Estados Unidos votó una «moción de censura» para detener las actividades del senador republicano Joseph McCarthy (1908-1957), principal artífice de la llamada ‘caza de brujas’ en uno de los más oscuros episodios de la reciente historia de los Estados Unidos.

Lo que sigue es una reconstrucción en el filme «Buenas noches y buena suerte» (2005) de la reflexión del periodista Edward R. Murrow (1908-1965) sobre la importancia de que exista un periodismo que sea íntegro con la verdad. «Por el bien del país«.

Reflexión

El ejemplo de integridad periodística de Edward R. Murrow podría servir de reflexión para todos los profesionales que se dedican al periodismo, el cual se describe como «actividad profesional que consiste en la obtención, tratamiento, interpretación y difusión de informaciones a través de cualquier medio escrito, oral, visual o gráfico«. Las cuestiones que podrían surgir podrían ser, ¿hasta qué grado se ama la verdad? ¿merece respeto la ciudadanía como para que se le informe con exactitud de un hecho concreto que hasta quizá podría afectar a sus vidas? A la hora de evaluar lo que debe informarse, ¿pesa más el aprecio sincero por la verdad o más bien priman intereses espúreos como el sectarismo político o egoístas intereses económicos? ¿Se tiene la tendencia a relativizar la importancia de dar a conocer la verdad con aquello de «nada es verdad, nada es mentira, todo depende del color del cristal con que se mira?» Porque es triste reconocer que hoy día, muchos periodistas y medios de comunicación parece como si formaran ellos mismos parte también de partidos políticos o ideologías concretos y cuyo modo de actuar a menudo se aleja de una praxis profesional ética que propicie el informar con rigor y verdad .

Esa es la razón por la que parte del Código Deontólogico del periodismo español incluye:

  • El primer compromiso ético del periodista es el respeto a la verdad.
  • De acuerdo con este deber, el periodista defenderá siempre el principio de la libertad de investigar y de difundir la información y la libertad del comentario y la crítica.
  • Sin perjuicio de proteger el derecho de los ciudadanos a estar informados, el periodista respetará el derecho de las personas a su propia intimidad e imagen.
  • El periodista debe asumir el principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestre lo contrario y evitar al máximo las posibles consecuencias dañosas derivadas del cumplimiento de sus deberes informativos. Tales criterios son especialmente exigibles cuando la información verse sobre temas sometidos al conocimiento de los Tribunales de Justicia.
  • Los criterios indicados en los dos principios anteriores se aplicarán con extremo rigor cuando la información pueda afectar a menores de edad. En particular, el periodista deberá abstenerse de entrevistar, fotografiar o grabar a los menores de edad sobre temas relacionados con actividades delictivas o enmarcables en el ámbito de la privacidad.
  • El periodista extremará su celo profesional en el respeto a los derechos de los más débiles y los discriminados. Por ello, debe mantener una especial sensibilidad en los casos de informaciones u opiniones de contenido eventualmente discriminatorio o susceptibles de incitar a la violencia o a prácticas humanas degradantes. a) Debe, por ello, abstenerse de aludir, de modo despectivo o con prejuicios a la raza, color, religión, origen social o sexo de una persona o cualquier enfermedad o discapacidad física o mental que padezca. b) Debe también abstenerse de publicar tales datos, salvo que guarden relación directa con la información publicada.
  • El secreto profesional es un derecho del periodista, a la vez que un deber que garantiza la confidencialidad de las fuentes de información. Por tanto, el periodista garantizará el derecho de sus fuentes informativas a permanecer en el anonimato, si así ha sido solicitado. No obstante, tal deber profesional podrá ceder excepcionalmente en el supuesto de que conste fehacientemente que la fuente ha falseado de manera consciente la información o cuando el revelar la fuente sea el único medio para evitar un daño grave e inminente a las personas.
  • Corresponde al periodista vigilar escrupulosamente el cumplimiento por parte de las Administraciones Públicas de su obligación de transparencia informativa. En particular, defenderá siempre el libre acceso a la información proveniente o generada por aquéllas, a sus Archivos o Registros Administrativos.
  • El periodista respetará y hará respetar los derechos de autor y propiedad intelectual que se derivan de toda clase de actividad creativa. Evitará toda forma de plagio y prestará especial atención a que la reproducción de contenidos a través  de medios tecnológicos no vulnere los referidos derechos.
  • El compromiso con la búsqueda de la verdad llevará siempre al periodista a informar sólo sobre hechos de los cuales conozca su origen, sin falsificar documentos ni omitir informaciones esenciales, así como a no publicar material informativo falso, engañoso o deformado. En consecuencia: a) Deberá fundamentar las informaciones que difunda, lo que incluye el deber que contrastar las fuentes y el de dar la oportunidad a la persona afectada de ofrecer su propia versión de los hechos. b) Advertida la difusión de material falso, engañoso o deformado, estará obligado a corregir el error sufrido con toda rapidez y con el mismo despliegue tipográfico y/o audiovisual empleado para su difusión. Asimismo difundirá a través de su medio una disculpa cuando así proceda. c) Asimismo, y sin necesidad de que los afectados acudan a la vía judicial, deberá facilitar a las personas físicas o jurídicas la adecuada oportunidad de replicar a las inexactitudes de forma análoga a la indicada en el párrafo anterior.
  • En el desempeño de sus obligaciones profesionales, el periodista deberá utilizar métodos dignos para obtener la información, lo que excluye los procedimientos ilícitos.
  • El periodista reconocerá y respetará a las personas físicas y jurídicas su derecho a no proporcionar información, ni a responder a las preguntas que se les formulen, sin perjuicio del deber profesional de atender el derecho de los ciudadanos a la información.
  • El periodista establecerá siempre una clara e inequívoca distinción entre los hechos que narra y lo que puedan ser opiniones, interpretaciones o conjeturas, aunque en el ejercicio de su actividad profesional no está obligado a ser neutral.
  • A fin de no inducir a error o confusión de los usuarios, el periodista está obligado a realizar una distinción formal y rigurosa entre la información y la publicidad.
  • El periodista no aceptará, ni directa ni indirectamente, retribuciones o gratificaciones de terceros, por promover, orientar, influir o haber publicado informaciones u opiniones de cualquier naturaleza.
  • El periodista no utilizará nunca en beneficio propio las informaciones privilegiadas de las que haya tenido conocimiento como consecuencia del ejercicio profesional.

Esteban López

2 respuestas a “Edward R. Murrow, integridad

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  1. Sin duda, los medios de comunicación son el cuarto poder, todo aquello que no sale en los medios no existe. Y lo que sale es ‘supuestamente’ filtrado por los poderes en base a su propios intereses. Lo más lamentable es la falta de reflexión de la mayor parte de la sociedad, cada vez más abocada a no tener opinión acerca de nada que no sean las nuevas tecnologías o el entretenimiento gratuito. Enorme reto para las nuevas generaciones.
    Interesante reflexión, muchas gracias

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