La alegoría de la caverna

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El filósofo griego Platón (428-347 a.C.), en su libro ‘La República‘ (libro VII) comienza con la exposición de Sócrates del conocido «mito» de la caverna, que utiliza como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento. Se trata por tanto de una exposición alegórica con fines didáctico filosóficos, no de un mito en sí, tal y como corroboran la mayoría de expertos en filosofía y mitología griega.

José Luis López Aranguren, que fue profesor de ética en la Universidad Complutense de Madrid desde 1955 y que ejerció una notable influencia en la vida intelectual española, comentó en 1958 esta narración alegórica del siguiente modo:

«Dividimos el drama que consiste en cuatro actos.

1. Durante el primero, los hombres viven tranquilos atados en la caverna, es decir, en la prisión de la seguridad de lo acostumbrado y recibido; prisión y ligaduras que ni siquiera se reconocen como tales.

2. La primera y gran decisión moral es la de romper las ligaduras para moverse libremente dentro de la caverna y mirar de frente el fuego que la ilumina.

3. Una segunda decisión ética, más grave aún que la anterior, es la del pasaje de la caverna al aire libre, a la luz del sol. Pero con salir fuera no está hecho todo. La libertad -y con ella la verdad- son difíciles de soportar, hay que conquistarlas poco a poco; no se dan sin más con que le suelten a uno y le pongan ante la verdad; es menester acostumbrarse a la luz del sol; es menester acostumbrarse también a la luz de la verdad y a su presupuesto, la libertad.

4. Pero el filósofo (o pensador) que lo es plenamente no guarda libertad y verdad para sí solo. Regresa a la caverna, y allí, dentro de ella, lucha por la libertad y la verdad de los demás. Entonces, los prisioneros, los ‘polloí’, matan, si pueden, a quien intenta desatarles y hacerles salir hacia la luz; matan a quien les trae la libertad ética, camino de la verdad. Los hombres no quieren la verdad porque no quieren la libertad, porque la temen, porque pesa demasiado sobre sus hombros. Los hombres prefieren vivir encadenados con tal de estar al abrigo, bajo techado y no expuestos a la intemperie. Los hombres prefieren la seguridad a la verdad».

José Luis López Aranguren, Ética, Alianza Editorial, 2001.

Comentando sobre esto mismo, el profesor de Harvard Michael J. Sandel (1953) escribe:

«En la República de Platón, Sócrates compara los ciudadanos comunes a unos prisioneros encerrados en una cueva. Solo ven sombras cambiantes en la pared, reflejos de objetos que nunca les serán perceptibles. Solo el filósofo, según esta concepción, puede ascender desde la cueva hasta la brillante luz del día, donde ve las cosas como son en realidad. Según Sócrates, solamente el filósofo, por haber vislumbrado el sol, es el adecuado para gobernar a los moradores de la cueva, si es que se le puede convencer de que retorne a la oscuridad donde viven. Lo que platón quiere expresar con esto es que, para captar el significado de la justicia y la naturaleza de la vida buena, hemos de elevarnos sobre los prejuicios y rutinas de la vida diaria».

– Michael J. Sandel (1953), «Justicia, ¿hacemos lo que debemos?» (2011), filósofo político, Universidad de Harvard, Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018.

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