Alexander Dubcek, ‘el socialismo de rostro humano’

Alexander Dubcek
Alexander Dubcek (1921-1992), fue jefe de gobierno de Checoslovaquia desde enero de 1968 hasta el 20 de agosto del mismo año. A ese periodo de tiempo se le conoce también como la Primavera de Praga. Dubcek personificó el nuevo espíritu de lo que se llegó a llamar el «socialismo de rostro humano», encarnando también el deseo de todo un pueblo por conseguir su propia autonomía política del totalitarismo soviético, y alcanzar un régimen de libertades reales, como la libertad de partidos políticos, libertad de prensa, de información, etc.

Marta #Kubisová (1942), cuya canción ‘Oración para Marta’ llegó a ser un símbolo de resistencia nacional contra la ocupación de tropas de Pacto de Varsovia en 1968, escribió:

«Uno realmente podía sentir que después de la elección de Dubcek soplaba un viento fresco… Fue un momento maravilloso e inolvidable. La gente podía respirar libremente y tenía la sensación de que, después de 20 años, algo bueno y agradable finalmente estaba sucediendo».

Dubcek creía en la posibilidad de introducir reformas democráticas para reforzar el socialismo en el interior de su país, pero sin perturbar sin embargo, las relaciones con la Unión Soviética. Pero se equivocó. La noche del 20 de agosto de 1968, tropas del Pacto de Varsovia (6.500 soldados y tanques) invadieron Checoslovaquia imponiendo con represión sangrienta un gobierno títere pro soviético. Los líderes soviéticos pensaron que la resistencia checa duraría solo cuatro meses, pero en realidad habría de durar ocho. La represión causó la muerte a unas 100 personas y hubo 266 heridos graves, entre ellos la muerte por inmolación propia de Jan Palach, Jan Zajíc y Evžen Plocek.

El vídeo de abajo ilustra muy bien lo que todo aquello representó. Aquel sueño de un «socialismo de rostro humano» en el que tuvieran cabida mayores libertades democráticas se desvanecía. Puede verse cómo civiles consternados se enfrentan con valor a las tropas del Pacto de Varsovia y las increpan. Hubo gran número de víctimas por la represión. Todo parecía que volvía hacia atrás de nuevo, que nunca se podría alcanzar la verdadera libertad, que la fuerza bruta se imponía sobre el deseo ferviente de todo un pueblo. Sin embargo, visto todo ahora con perspectiva histórica, en realidad se trataba del principio del fin de la Unión Soviética.

Pero unos veinte años después, aquellas semillas de libertad germinarían de nuevo. De hecho aquella respuesta de todo un pueblo deseoso de libertad, había servido de inspiración incluso al propio Mijail Gorbachov, líder entonces de la Unión Soviética, y que más tarde él mismo propiciaría el derrumbe completo del sistema comunista soviético. Eso abrió el camino para una «desestalinización» completa del régimen y el fin de su radio de influencia en los países vecinos.

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En esta fotografía, puede verse a Alexander Dubcek que después de la Primavera de Praga había sido cesado de sus cargos políticos y «desterrado» como embajador en Turquía; y a Václav Havel, dramaturgo y poeta que había sufrido entonces persecución y varios años de prisión por sus ideales de libertad y democracia. Ambos se abrazan al enterarse de que el gobierno comunista de Checoslovaquia ha dimitido en pleno. Parecía mentira que algo así pudiera estar ocurriendo finalmente. Es el 24 de Noviembre de 1989 en Praga. La llamada Revolución de Terciopelo (llamada así porque no hubo ningún derramamiento de sangre) consigue establecer finalmente un Estado Democrático de Derecho. Alexander Dubcek es nombrado presidente de un nuevo parlamento democrático, y el poeta y dramaturgo Václav Havel, después de haber pasado varios años en prisión por su defensa de los derechos humanos y el máximo exponente de la Carta 77, es investido como el nuevo jefe de Estado. Dubcek recibió el Premio Sajarov en 1989. Era la culminación final del sueño de todo un pueblo por poder dirigir su propio destino.

Hay que recordar aquí que no fue la religión, sino el comunismo el que en muchos aspectos sí resultó ser un verdadero «opio del pueblo«. Según la mayoría de los historiadores fue el responsable directo de la muerte de treinta millones de personas, muchos más de los que causó el nazismo. Si en el nombre de la religión la historia humana ya había conocido un gran sufrimiento, ahora lo hacían dos ideologías totalitarias y seculares.

«La primera pequeña mentira que se contó en nombre de la verdad, la primera pequeña injusticia que se cometió en nombre de la justicia, la primera minúscula inmoralidad en nombre de la moral, siempre significarán el seguro camino del fin». – Václav Havel (1936-2011) Escritor, dramaturgo y político checo. Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 1997.

«La salvación de este mundo humano no se encuentra en ninguna otra parte más que en el corazón del hombre, en el poder humano para reflexionar, con humildad humana y responsabilidad humanas».- Václav Havel, International Herald Tribune, 21 de febrero de 1990.

Esteban López

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