Paul Ricoeur, comprender la realidad

Paul Ricoeur (1913-2005) fue un filósofo francés nacido en Valence, Drôme, Francia, de talante profundamente humanista. Hijo de un oficial del ejército francés, Ricoeur pasó gran parte de su infancia en diferentes lugares de Francia debido a los desplazamientos de su padre. Éste moriría en 1915, en plena I Guerra Mundial, hecho que le marcó inexorablemente. Había nacido en el seno de una devota familia protestante, formando así parte de una minoría religiosa en Francia. Después de que su padre falleciera, fue criado por una tía, además de recibir una pensión no muy alta por ser huérfano de guerra.

Paul Ricoeur mostró desde muy temprano una gran capacidad intelectual y gran interés por los libros, originado por el estudio de la Biblia incentivado siempre por su familia protestante.

En 1930, Ricoeur se matriculó en la Universidad de Rennes para estudiar filosofía, y más tarde estudió en la Sorbona en París, donde conoció y fue influido por la filosofía de Gabriel Marcel. Durante la Segunda Guerra Mundial, Ricoeur fue capturado por las fuerzas alemanas y pasó cinco años en un campo de prisioneros de guerra. Allí, enseñó filosofía a otros prisioneros y continuó con su propia educación, algo que muestra lo mucho que puede lograrse por el esfuerzo de uno mismo. Estudió también a Karl Jaspers quien habría de tener en él a partir de entonces una gran influencia, así como la fenomenología de Edmund Husserl.

Después de la guerra, Ricoeur se convirtió en profesor en la Universidad de Estrasburgo, donde enseñó filosofía hasta su jubilación en 1980. Fue uno de los fundadores de la Asociación Internacional de Fenomenología y Hermenéutica y fue reconocido como uno de los filósofos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Sus escritos abarcan temas que van desde la teoría literaria y la hermenéutica hasta la filosofía política y la ética.

En 1970 se trasladó a la Universidad de Chicago, oportunidad que le ayudó a amiliarizarse con la filosofía americana y las ciencias sociales. Algunos de sus últimos escritos llamaron la atención del filósofo político americano John Rawls. De modo que su experiencia vital hizo que se sintiera igualmente cómodo tanto en el entorno intelectual francés, como alemán e inglés.

Ricoeur recibió numerosos premios y distinciones a lo largo de su carrera, incluyendo la Gran Cruz de la Legión de Honor, la Medalla Goethe y el Premio Kyoto de Pensamiento y Ética. Falleció en Chatenay-Malabry, Francia, en 2005, de muerte natural mientras dormía a los 92 años de edad.

Paul Ricoeur es también ampliamente conocido y estudiado en el mundo de habla hispana, y sus obras han sido traducidas a varios idiomas, incluyendo el español. Algunas de sus obras más importantes disponibles en español son:

  • «El conflicto de las interpretaciones» (1969)
  • «Freud: una interpretación de la cultura» (1970)
  • «Historia y narratividad» (1983)
  • «Tiempo y narración» (1985-1988)
  • «Sí mismo como otro» (1990)
  • «La memoria, la historia, el olvido» (2000)

Estas y otras obras de Paul Ricoeur pueden encontrarse en librerías y bibliotecas en español. Además, sus ideas y enfoques filosóficos han influido en una gran cantidad de estudiosos y filósofos en el mundo de habla hispana, lo que demuestra su impacto y relevancia en la filosofía contemporánea.

La filosofía de Paul Ricoeur se caracteriza por su interés en temas de interpretación, hermenéutica y narrativa. Ricoeur se propuso comprender cómo se relacionan los seres humanos con el mundo, y cómo la interpretación es fundamental en esta relación. En su trabajo, aborda temas como la conciencia, la memoria, el lenguaje, el tiempo, la acción humana y la moralidad.

Una de las ideas principales de Ricoeur es la importancia de la narrativa en la comprensión de la experiencia humana. Él cree que las historias son la forma en que los seres humanos damos sentido a nuestras vidas, y que las narrativas son la forma en que transmitimos nuestra experiencia a otros. Para Ricoeur, la narrativa es una forma de entender el mundo y a nosotros mismos.

Otra idea central de Ricoeur es la hermenéutica, que se refiere al proceso de interpretación que los seres humanos utilizamos para comprender el mundo que nos rodea. Ricoeur cree que la hermenéutica es esencial para la comprensión de la realidad, y que es una forma de entender los textos, los símbolos y los signos. Según Ricoeur, la hermenéutica es un proceso que implica la interpretación y la reinterpretación, y que siempre hay un elemento de incertidumbre en la interpretación.

Ricoeur también se interesó por la filosofía de la acción, y en particular por la relación entre la libertad y la responsabilidad. Para él, la acción humana implica tomar decisiones y hacer elecciones, lo que a su vez implica la responsabilidad. Ricoeur cree que la responsabilidad es un elemento esencial de la vida humana, y que es lo que nos permite vivir de manera autónoma y libre.

Filosofía y religión

Para Paul Ricoeur, la filosofía y la religión son dos formas distintas de comprender el mundo y la experiencia humana, pero también son formas que pueden complementarse y enriquecerse mutuamente.

Ricoeur creía que la religión es una forma de narrativa, que se utiliza para dar sentido a la experiencia humana y para responder a preguntas fundamentales sobre el significado y el propósito de la vida. Según él, la religión es una forma de lenguaje simbólico que nos permite expresar y comprender aspectos de la experiencia humana que no se pueden explicar de otra manera. Para Ricoeur, la religión es una fuente de sabiduría que puede enriquecer nuestra comprensión de la vida.

Sin embargo, Ricoeur también creía que la filosofía tiene un papel importante que desempeñar en la comprensión de la religión. En particular, él creía que la filosofía puede ayudarnos a entender el lenguaje simbólico de la religión y a interpretar sus narrativas de manera más profunda. Ricoeur defendía que la filosofía puede ayudar a la religión a clarificar sus propios conceptos y a evitar caer en dogmatismos y fundamentalismos.

Por otro lado, Ricoeur también creía que la religión puede ayudar a la filosofía a ir más allá de sus propios límites y a abordar preguntas fundamentales sobre la existencia humana que la filosofía sola no puede responder. Este punto de vista se aproxima bastante a la posición del filósofo español Eugenio Trías, quien escribió:

«La modernidad tiende a concebir la religión como una actitud irracional que, sin embargo, puede explicarse y comprenderse en razón de las miserias psíquicas o socioeconómicas del hombre. La religión es para Marx la expresión del ‘llanto de la criatura oprimida’; para Freud es una ilusión que restituye la indigencia psíquica del hombre… Estas explicaciones, con ser muchas de ellas valiosas, no abarcan la totalidad del fenómeno religioso, al que tienden siempre a reducir y minimizar. Éste exige una aproximación que haga justicia plenamente a su carácter: un acercamiento filosófico, o genuinamente fenomenológico, que permita comprender el misterio que la religión encierra, o que haga posible la necesidad, urgente en esta coyuntura de fin de milenio, de pensar la religión«.- Eugenio Trías, «Pensar la religión«, Galaxia Gutemberg, 1996.

Así pues, para Paul Ricoeur la filosofía y la religión son dos formas de comprensión del mundo y la experiencia humana que pueden complementarse y enriquecerse mutuamente. Para él la religión es una fuente de sabiduría que puede enriquecer nuestra comprensión de la vida, mientras que la filosofía puede ayudarnos a interpretar el lenguaje simbólico de la religión y a clarificar sus conceptos.

Esteban López

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