Carlos Santiago Nino (1943-1993) fue un destacado jurista, filósofo y profesor universitario argentino, conocido por sus importantes contribuciones en los campos del derecho constitucional, la teoría política y la filosofía del derecho.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires, Nino estudió derecho en la Universidad de Buenos Aires, donde se graduó con honores en 1966. Posteriormente, realizó estudios de posgrado en filosofía política en la Universidad de Florencia, Italia, y en la Universidad de Harvard, Estados Unidos.
A lo largo de su carrera académica, Nino desempeñó cargos docentes en varias universidades de Argentina y del extranjero, incluyendo la Universidad de Buenos Aires, la Universidad de San Andrés, la Universidad de Duke, la Universidad de Yale y la Universidad de California, Los Ángeles. Además, fue investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) de Argentina y miembro de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas.
Su obra muestra un gran interés por la relación del derecho con los principios de justicia y ética social. Nino rechazaba el positivismo de Hans Kelsen por considerarlo dogmático. Sostenía la necesidad de que en democracia hubiera siempre un proceso deliberativo en la creación de las leyes, más bien que la simple imposición, y procuró un consenso en la aplicación del castigo en el derecho penal, oponiéndose firmemente a la pena de muerte. Aunque algunas de sus iniciativas podrían ser discutidas o no compartirse, no cabe duda de que el balance general de su labor en la defensa de la democracia y los derechos humanos fue positivo, sobre todo cuando se tiene en cuenta lo difícil que es una transición desde una dictadura a la democracia.
Entre las obras más destacadas de Carlos Nino se encuentran «Introducción al análisis del derecho» (1970), «Los límites de la responsabilidad penal» (1980), «La constitución de la democracia deliberativa» (1996) y «Ética y derechos humanos» (1991). En sus escritos, Nino abordó temas como la teoría de la democracia, la interpretación constitucional, la justicia penal y los derechos humanos, siempre con una perspectiva crítica y rigurosa.
Relación de Carlos Nino con Raúl Alfonsín
Carlos Nino mantuvo una estrecha relación con Raúl Alfonsín, quien fue presidente de Argentina entre los años 1983 y 1989 y líder del partido político Unión Cívica Radical. Ambos compartían una visión comprometida con la defensa de los derechos humanos y la democracia en Argentina, trabajando juntos en diversas iniciativas políticas y académicas. Después de una dictadura atroz en la que ‘desaparecieron’ miles de personas, ambos hombres pusieron todo su empeño en que se estableciera una democracia consolidada en aquel país tan herido. Raúl Alfonsín mostró esa firme determinación cuando en su discurso de investidura y emocionando a todos los que le escuchaban dijo: «vamos a hacer un gobierno decente«.
Durante la presidencia de Alfonsín, Nino fue uno de los principales asesores en materia de derechos humanos y justicia penal. En particular, participó activamente en la elaboración del informe de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP). Investigó y documentó los crímenes de lesa humanidad cometidos por el régimen militar que gobernó Argentina entre 1976 y 1983, siendo el impulsor principal de que se enjuiciara a los responsables de tantos abusos durante aquella oscura dictadura. Criticó así mismo con valentía y claridad la corrupción tan enraizada de manera acostumbrada en Argentina en uno de sus libros, “un país al margen de la ley”.
Nino fue también uno de los redactores de la Constitución Nacional de Argentina de 1994, sancionada durante la presidencia de Alfonsín y que establecía importantes avances en materia de derechos civiles y políticos. Ambos trabajaron junto a otros líderes políticos y académicos para incorporar en la Constitución las garantías y los límites necesarios para asegurar una democracia deliberativa y respetuosa con los derechos humanos. Carlos Nino también estuvo entre los responsables de la reforma del arcaico Plan de Estudios de la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires de 1985.
La relación entre Carlos Nino y Raúl Alfonsín fue estrecha y de mutua admiración. Alfonsín reconoció en varias ocasiones la importancia del trabajo de Nino en la defensa de los derechos humanos y la consolidación de la democracia en Argentina, y lo consideró un amigo y un colaborador valioso en sus esfuerzos por construir un país más justo y democrático.
Su impronta humana
Carlos Nino siempre ha sido recordado por sus alumnos como un profesor excepcional y un intelectual comprometido con la defensa de los derechos humanos y la democracia en Argentina y en el mundo. Muchos de sus estudiantes lo describieron como un maestro apasionado y riguroso, capaz de transmitir su conocimiento y su entusiasmo por el estudio del derecho constitucional y la teoría política. Se destacaba también por su capacidad de escucha y su sensibilidad hacia los problemas sociales y políticos de su época. En sus clases, solía fomentar el debate y la discusión crítica, animando a sus alumnos a reflexionar sobre los dilemas éticos y jurídicos que planteaban los casos y las situaciones concretas. Dicen quienes le recuerdan que su amor por el derecho y la justicia hacía que sus clases resultaran del todo apasionantes.
Por su parte, muchos de sus alumnos también destacaron la humildad y la generosidad de Nino como persona, su capacidad de empatía y su compromiso con los valores democráticos y los derechos humanos. En este sentido, su legado como docente y como intelectual se ha mantenido vivo en la memoria y el reconocimiento de varias generaciones de estudiantes y académicos que han continuado su labor en la defensa de una sociedad más justa y democrática.
Lamentablemente, mientras se encontraba en La Paz, Bolivia (1993), invitado para trabajar en la reforma de la constitución boliviana, Carlos Nino sufrió un ataque del asma que le llevó a la muerte poco tiempo después. Falleció prematuramente en 1993, con solo 50 años de edad, dejando un legado intelectual y político de gran importancia en la historia argentina y latinoamericana. Se encontraba en la cima de su producción intelectual, truncándose demasiado pronto una trayectoria de vida que había producido excelentes frutos. Recuerdan las palabras de Blaise Pascal cuando dijo:
«El hombre no es más que una caña, la más débil de la naturaleza, pero una caña pensante. No es preciso que el universo entero se arme para aplastarle: un vapor, una gota de agua basta para matarle. Pero aun cuando el universo le aplastara, el hombre sería todavía más noble que lo que le mata puesto que sabe que muere… Toda nuestra dignidad consiste por tanto en el pensamiento… trabajemos pues en pensar bien: he ahí el principio de la moral«.
Bien pensado, sin embargo, es difícil asumir que una trayectoria vital así, como muchas otras, se haya ido definitivamente; y es que es también fácil intuir que lo mejor del espíritu humano permanece para siempre.
Esteban López
Excelente ensayo. Mil
Gracias. No conocía tan prominente argentino. Una excepción. QEPD 🙏
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Gracias por escribir, Joe. Un abrazo.
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