Gilbert Keith Chesterton nació en Londres, Inglaterra, en 1874. Era el mayor de tres hermanos y creció en una familia de clase media. Desde joven mostró un gran interés por la literatura y la escritura, y comenzó a trabajar como periodista a los 21 años.
Durante su carrera como periodista, Chesterton escribió para varios periódicos y revistas, incluyendo el «Daily News», «The Illustrated London News» y «The Speaker». También comenzó a publicar sus propios libros, por lo que rápidamente se hizo conocido por su estilo literario ingenioso y su habilidad para encontrar la belleza en lo cotidiano.
Chesterton era al principio un agnóstico militante, pero con el tiempo desarrolló una gran inquietud religiosa, lo que le llevó a unirse a la iglesia anglicana. Siguió teniendo su propia evolución espiritual hasta que se convirtió al catolicismo en 1922, después de años de estudio y reflexión sobre la fe. A partir de entonces, se convirtió en un defensor apasionado de la fe católica y de la tradición cristiana.
Vida familiar y amistades
La vida familiar de Gilbert Keith Chesterton fue una parte importante de su vida y obra. Chesterton se casó con Frances Blogg en 1901, mujer culta, políglota y poeta. Dicen sus biógrafos que era romántica y tranquila. Ambos se encontrtaron como almas gemelas, tanto en sensibilidad para las cosas del espíritu como en sensatez y en la fe en Dios. La pareja tuvo un matrimonio feliz que duró hasta la muerte de Chesterton en 1936. Se amaron profundamente como esposos, amantes y amigos. Se podría decir también que Chesterton no hubiera alcanzado tanto éxito con sus obras sin la ayuda y estímulo de ella. Aplica aquí el dicho de que «detrás de un gran hombre suele haber una gran mujer«. No tuvieron hijos biológicos, pero en 1922 adoptaron a una niña llamada Dorothy que tenía una discapacidad y necesitaba atención especial. Chesterton y su esposa se encargaron de ella con amor y dedicación, lo que muestra la gran talla humana de ambos. La niña se convirtió en una fuente de inspiración para Chesterton, y él escribió varios libros inspirados en su relación con ella.
Chesterton también tenía una excelente relación con su hermano Cecil y su hermana Beatriz, quienes también eran escritores. Cecil ayudó a Chesterton a escribir varios de sus libros, y Beatriz escribió una biografía de su hermano después de su muerte.
A lo largo de su vida Chesterton también tuvo varias amistades literarias, como Hilaire Belloc, George Bernard Shaw y C.S. Lewis. Además, tuvo una exitosa carrera como conferenciante, viajando por todo el mundo para dar charlas sobre gran variedad de temas.
Chesterton y George Bernard Shaw tenían una relación interesante y compleja. Ambos eran escritores y figuras destacadas en la escena literaria y política de Londres en la primera mitad del siglo XX, pero tenían puntos de vista muy diferentes sobre muchos temas. Por ejemplo, Shaw era un socialista y ateo, mientras que Chesterton era un defensor del conservadurismo y la fe cristiana. A pesar de sus diferencias, los dos hombres se respetaban mutuamente y disfrutaban de debatir y discutir temas juntos. De hecho, Shaw y Chesterton tenían una relación de amistad que duró más de 30 años. Aunque a menudo estaban en desacuerdo, ambos disfrutaban del ingenio y la inteligencia del otro. Se dice que Shaw una vez dijo sobre Chesterton: «Es un hombre inteligente, incluso si a veces dice cosas estúpidas«. Sin embargo, su amistad no estuvo exenta de conflictos. En una ocasión, Chesterton criticó la obra de Shaw «Hombre y superhombre» en un ensayo, lo que llevó a Shaw a responder con una crítica severa a Chesterton. A pesar de estos conflictos, su amistad continuó hasta la muerte de Chesterton.
Obras
Chesterton escribió una amplia variedad de obras, que incluyen ensayos, novelas, poesía, biografías y obras de teatro. Algunas de sus obras más destacadas incluyen:
- «Ortodoxia» (1908): Un ensayo en el que Chesterton explora su conversión al catolicismo y defiende la importancia de la ortodoxia cristiana. Suele decirse que es la obra que mejor ilumina su pensamiento.
- «El hombre que fue Jueves» (1908): Una novela de misterio y suspense, que sigue las aventuras de un grupo de anarquistas.
- «Napoleón de Notting Hill» (1904): Una novela utópica, que imagina un Londres del futuro en el que los barrios tienen sus propios reyes.
- «La esfera y la cruz» (1905): Una novela de aventuras que sigue a un ateo y un católico que se enfrentan en una lucha a muerte.
- «San Francisco de Asís» (1923): Una biografía del santo italiano, que se centra en su personalidad y su visión de la vida.
También escribió numerosos ensayos sobre temas diferentes, desde política y filosofía hasta literatura y religión. Sus obras se caracterizan por su estilo ingenioso, su amor por la paradoja y su defensa de los valores tradicionales. En su obra puede observarse la inflencia de autores como Charles Dickens, Hilaire Belloc.
Anécdotas
Gilbert Keith Chesterton era también conocido por su personalidad excéntrica y su gran ingenio, algo que llevó a varias anécdotas interesantes en su vida. Por ejemplo estas son algunas de ellas:
- Chesterton era conocido por su gran tamaño y su amor por la comida. Una vez, mientras asistía a una cena, un invitado le preguntó si le gustaba el queso. Chesterton respondió: «Me gusta cualquier cosa que no se mueva«.
- En una ocasión, Chesterton se encontró con un hombre que le preguntó si creía en el infierno. Chesterton respondió: «Por supuesto que creo en el infierno, ¿dónde piensa que estoy ahora?«.
- Una vez, mientras estaba en un tren, Chesterton se dio cuenta de que había olvidado su billete. En lugar de pagar una multa, comenzó a recitar poesía y prosa en voz alta hasta que los otros pasajeros le aclamaron y perdonaron.
- En una cena, un invitado le preguntó a Chesterton cuánto pesaba. Chesterton respondió: «No estoy seguro, pero sé que es suficiente para mantenerme en la tierra«.
- Chesterton era un defensor apasionado de la importancia de la familia y la paternidad. Una vez dijo: «El hogar es una cosa sagrada y la felicidad depende de mantenerlo así«.
Estas anécdotas y muchas otras muestran el ingenio y la personalidad única de Chesterton, que lo convierten en uno de los escritores más fascinantes de la literatura inglesa.
Lo que llama la atención en el caso de Chesterton es que su ingenio hacía que, sin estridencias y sin increpar a nadie, era capaz de poder con todos con una lógica aplastante. Como creyente cristiano combatió en su día, con humor pero brillantemente, el materialismo rampante de su día, así como el excepticismo filosófico y relativismo moral, igual que los que siguen existiendo hoy. Combatía las ideas pero su bondad le llevaba a abrazar a todas las personas.
Chesterton murió el 14 de junio de 1936, a la edad de 62 años, debido a una insuficiencia cardíaca congestiva. Fue recordado como uno de los escritores más importantes de su tiempo, y su obra sigue siendo muy influyente para muchas personas hoy en día.
En sus propias palabras
«En Asia, podemos encontrar lealtades de otro tipo, pero no lo que los hombres occidentales entienden por ser creyente, por intentar vivir como cristiano, por ser un buen protestante o un católico practicante. En el plano intelectual, Asia significa algo mucho más vago y variado, lleno de dudas y especulaciones. En el plano moral significa algo mucho más relajado y cambiante. Un profesor de lengua persa de una de nuestras universidades, tan apasionado de Oriente como para profesar desprecio por Occidente, le dijo una vez a un amigo mío: ‘Nunca entenderás las religiones orientales, porque entiendes la religión como algo ligado a la moral, y este tipo de religión nada tiene que ver con ella.’ Muchos de nosotros, sin duda, hemos conocido algún que otro maestro de Sabiduría Superior, algún Peregrino sobre el Camino hacia la Fuerza, o a más de un santo o vidente esotérico oriental que, realmente, nada tenían que ver con la moral. Hay un algo diferente, independiente e irreflexivo que tiñe la atmósfera moral de Asia y que atraviesa incluso la frontera del Islam…
Más allá de las profundidades de la metafísica, hundido en los abismos de las meditaciones místicas, bajo todo ese solemne universo de cosas espirituales, se esconde el secreto de una intangible y terrible superficialidad. Realmente, no importa gran cosa lo que uno haga. Quizá sea porque no creen en el Demonio, o porque creen en el destino, o porque consideran que la experiencia en esta vida lo es todo y la vida eterna es algo totalmente diferente. Pero, una u otra razón los hace totalmente diferentes a nosotros.
Si la Iglesia no hubiera irrumpido entonces en el mundo, es probable que Europa fuera algo muy parecido a Asia actualmente… Y nadie que mire hacia ese inmutable Oriente con ojos limpios y verdadera simpatía, admitirá que algo allí se asemeja, siquiera remotamente, al desafío y la revolución de la Fe.
En resumen, si el paganismo clásico hubiera perdurado hasta el momento presente, habrían perdurado con él muchas cosas que se asemejan bastante a lo que llamamos religiones orientales. Aún habría pitagóricos enseñando la reencarnación, como aún existen hindúes enseñando la reencarnación… Habría aún multitud de gente asistiendo a los banquetes populares de los dioses en una pagana Europa, como también los hay en el Asia pagana«.
–Gilbert K. Chesterton, El hombre eterno, Ediciones Cristiandad, Madrid 2007.
»La única educación eterna es ésta: estar lo bastante seguro de una cosa, para atreverse a decírsela a un niño«.
«Las falacias no dejan de serlo solo porque estén de moda”.
«Se nos ha acusado de ser hostiles a lo científico, cuando lo cierto es que solo lo somos al materialismo”.
“Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa en ella es maravillosa«.
«El lugar donde nacen los niños y mueren los hombres, donde la libertad y el amor florecen, no es una oficina ni un comercio ni una fábrica. Ahí veo yo la importancia de la familia”.
«Siempre se ha creído que existe algo que se llama destino, pero siempre se ha creído también que hay otra cosa que se llama albedrío. Lo que califica al hombre es el equilibrio de esa contradicción«.
«No puedes evadir el tema de Dios, siendo que hables sobre cerdos, o sobre la teoría binominal estás, todavía, hablando sobre Él. Ahora, si el cristianismo es… un fragmento de metafísica sin sentido inventado por unas pocas personas, entonces, por supuesto, defenderlo será simplemente hablar de metafísica sin sentido una y otra vez. Pero si el cristianismo resultara ser verdadero – entonces, defenderlo podría significar hablar sobre cualquier cosa, o sobre todas las cosas. Hay cosas que pueden ser irrelevantes para la proposición sobre que el cristianismo es falso, pero ninguna cosa puede ser irrelevante para la proposición sobre que el cristianismo es verdadero«.
«La mediocridad, posiblemente, consiste en estar delante de la grandeza y no darse cuenta«.
«Lo más increible de los milagros es que ocurren«.
«La iglesia nos pide que al entrar en ella nos quitemos el sombrero, no la cabeza«.
«Siendo niños éramos agradecidos con los que nos llenaban los calcetines por Navidad. ¿Por qué no agradecíamos a Dios que llenara nuestros calcentines con nuestros pies?«
«Cuando se deja de creer en Dios, enseguida se cree en cualquier cosa«.
«He conocido muchos matrimonios felices, pero ni uno solo compatible. Toda la mira del matrimonio es combatir durante el instante en que la incompatibilidad se hace indiscutible y sobrevivirlo«.
«Mientras las cosas son realmente esperanzadoras, la esperanza es un nuevo halago vulgar: sólo cuando todo es desesperado la esperanza empieza a ser completamente una fuerza«.
«Todas las buenas maneras tienen que principiar compartiendo alguna cosa con sencillez. Dos hombres tienen que compartir un paraguas; si no tienes un paraguas, tendrán por lo menos que compartir la lluvia, con todas sus ricas posibilidades de humor y de filosofía».
«En el asombro hay siempre un elemento positivo de plegaria«.
«La única simplicidad que vale la pena de conservar es la del corazón, la simplicidad que acepta y goza«.
«Hay otro linaje de escépticos muchos más terribles, si cabe, que los que creen que todo es materia; todavía queda el caso de aquel escéptico para quien todo se reduce a su propio yo«.
«El mundo moderno está lleno de hombres que sostienen dogmas con tanta firmeza, que ni siquiera se dan cuenta de que son dogmas«.
«Dios crea cada margarita separadamente, pero nunca se cansa de crearlas. Puede ser que Él tenga el apetito eterno de la infancia. Porque nosotros hemos pecado y envejecemos, pero nuestro Padre es más joven que nosotros«.
«El lógico desequilibrado se afana por aclararlo todo y todo lo vuelve confuso, misterioso. El místico, en cambio, consiente en que algo sea misterioso para que todo lo demás resulte explicable«.
«Lo correcto es lo correcto, aunque no lo haga nadie. Lo que está mal está mal, aunque todo el mundo se equivoque al respecto«.
«La teología es el pensamiento aplicado a la religión; y los que prefieren una religión sin pensamiento no tienen por qué desdeñar a los que tienen gustos más racionalistas«.
«Nuestra civilización ha decidido, y ha decidido muy justamente, que determinar la culpabilidad o la inocencia de los hombres es cosa demasiado importante para confiarla a peritos especialistas. Pide luz sobre este terrible asunto, busca hombres que no sepan de Derecho más que yo, pero que puedan sentir las cosas que yo he sentido en los bancos de los jurados. Cuando desea catalogar una biblioteca o descubrir el sistema solar o cualquier otra menudencia por el estilo, utiliza sus especialistas. Pero cuando desea que se haga algo realmente serio reúne doce hombres reclutados entre los más sencillos y corrientes que andan por ahí. Esto mismo lo hizo, si no recuerdo mal, el Fundador del Cristianismo«.
«No queremos una religión que tenga razón cuando nosotros tenemos razón. Lo que queremos es una religión que tenga razón cuando nosotros estamos equivocados«.
“Si se me pregunta como una cuestión puramente teórica por qué creo en el cristianismo, solo puedo responder: ‘Por la misma razón por la que un agnóstico inteligente no cree en él’. Creo en él racionalmente y basándome en pruebas. Pero en mi caso las pruebas, como en el del agnóstico inteligente, no radican en esta o aquella supuesta demostración, sino en una gigantesca acumulación de hechos pequeños y coincidentes. […] Cada vez que considero estas verdades anticristianas descubro simplemente que ninguna de ellas tiene razón”.
Esteban López
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