‘Locura en la más alta potencia’

Este escrito sólo pretende poner de relieve hechos de la reciente historia humana que deberían conocerse por respeto a la dignidad humana y en la esperanza de que nunca más vuelvan a tener lugar. Para ilustrar lo que se quiere decir baste el siguiente artículo aparecido en el diaro ABC de España:

Identifican al asesino de ‘El último judío de Vinnytsia‘, símbolo del Holocausto, por Rosalía Sánchez, corresponsal en Berlín del diario ABC, 24/09/2025

«No es solo una imagen, es la imagen de una herida abierta en la conciencia de Europa. Y ahora también es la prueba que inculpa a August Häfner, un miembro de las SS que participó activamente en asesinatos masivos de judíos durante la invasión nazi de la Unión Soviética. La identificación del asesino ha sido posible gracias al trabajo del historiador Thomas Walther, que ha utilizado herramientas de reconocimiento facial basadas en inteligencia artificial para comparar la imagen con otros archivos fotográficos.

Y ha podido realizar las comparaciones gracias a la corrección en la datación y enclave de la foto que había publicado recientemente otro historiador, Jürgen Matthäus, director del departamento de investigación del Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos (USHMM).

Basándose en diarios de soldados alemanes del frente oriental, ubicó la foto correctamente en Berdichev, hoy Ucrania, y en la fecha 28 de julio de 1941. La última colaboración y seguramente la más decisiva fue la de un descendiente del asesino, según ha publicado el semanario alemán ‘Der Spiegel’, que al conocer la datación exacta de la foto albergó una primera sospecha y se puso en contacto con Häfner para proporcionarle otras fotografías de su antepasado.

La inteligencia artificial ha logrado así resolver un crimen de hace ochenta años y demostrar, para la historia, que soldados de rango medio como Häfner fueron ejecutores directos del Holocausto, actuando con brutal eficiencia en operaciones de exterminio. El último reto pendiente de los historiadores es ahora identificar a la víctima y van a intentarlo por el mismo procedimiento.

La fotografía, presentada por primera vez como prueba en el juicio contra Adolf Eichmann (Jerusalén, 1961), ha sido reiteradamente utilizada para ilustrar la brutalidad de los denominados ‘escuadrones de la muerte’ nazis en Europa del Este. Inicialmente fue catalogada como rescatada por Al Moss, superviviente que se había hecho con ella en Múnich en 1945, tras pasar por varias manos desde los objetos personales de un oficial nazi muerto.

Fue bautizada como ‘El último judío de Vinnytsia’ por la agencia Associated Press por las vagas anotaciones a lápiz en su reverso y porque en esta ciudad ucraniana fueron ejecutados más de 28.000 judíos entre julio y septiembre de 1941. Su potencia icónica la convirtió en símbolo del Holocausto y recurso pedagógico clave en museos, escuelas y universidades.

El juicio de los tiempos

En el centro de la imagen, la Humanidad se desploma. La rutinaria expresión de los testigos, algunos con las manos en los bolsillos, los hace cómplices de un crimen superlativo. El asesino, sin ira, y con un proceder puramente mecánico que impactó profundamente en Hannah Arendt, permaneció en el anonimato. El hombre arrodillado, que no grita ni suplica, mira directamente al objetivo de la cámara e interpela al espectador, anclando el instante al juicio de los tiempos.

Matthäus realizó un primer descubrimiento en el diario de Walter Materna, capitán del Batallón de Construcción 219 y destinado por entonces «en el área de operaciones en Rusia», según su expediente. En sus anotaciones, registra la ejecución de «unos 70 judíos y un ario» por parte de las SS, el 28 de julio de 1941. Aunque afirma que refiere lo que le han contado dos camaradas, algunos detalles especialmente vívidos sugieren que podría haber presenciado los hechos.

A su relato añade la famosa foto, pero en un encuadre mayor, lo que permite ver, a los pies del hombre a punto de ser ejecutado a sangre fría, la fosa en la que yacen ya numerosos cuerpos de judíos igualmente asesinados con un tiro en la nuca. Materna no pegó la foto a la página, como solía hacerse en estos álbumes de memorias, sino que la dejó suelta, aunque perfectamente datada: «Finales de julio de 1941: Fusilamiento de judíos por las SS en la Ciudadela Berdichev». En la parte inferior precisa todavía un poco más: «28 de julio de 1941», de lo que se deduce que volvió varias veces sobre la datación.

Berdichev, ubicada a unos 150 kilómetros al suroeste de Kiev y casi 60 al norte de Vinnytsia, fue invadida por la Wehrmacht desde el 7 de julio hasta principios de agosto de 1941. Hitler visitó la ciudad el 6 de agosto y dio personalmente las órdenes. Todos los judíos fueron ejecutados, probablemente por hombres del ‘escuadrón de la muerte’ C.

‘Locura en la más alta potencia’

Esta datación coincidía con otra anterior, realizada en 2020 por el historiador Ian Jeffrey a partir de otra foto, que procedía de una colección del sargento de la Wehrmacht Heinz Baier. Está peor enfocada y tomada desde otra posición, pero se trata indiscutiblemente del mismo escenario. De la posición de uno de los testigos se deduce que fue tomada sólo unos segundos después. En el reverso, con letra de Baier, queda anotado: «Fusilamiento de judíos en Berditschew por las SS», junto a la observación «Locura en la más alta potencia».

La confirmación permitió a Walther cotejar el rostro, poco definido, con miles de imágenes de archivos militares, registros de las SS y bases de datos genealógicas, acotando el número de sospechosos a unos pocos individuos.

Además de ganar la inteligencia artificial como herramienta para la investigación histórica, el hallazgo plantea ciertas preguntas éticas sobre su uso forense y de memoria histórica, dilemas sobre privacidad, consentimiento y sobre la garantía de fiabilidad de los algoritmos».

Las matanzas de Babi Yar, Kiev, Ucrania

Otro ejemplo de inusitada barbarie que nadie con un mínimo de conciencia podría concebir tuvo lugar entre el 29 y el 30 de septiembre de 1941 en Babi Yar, barranco ubicado en las afueras de Kiev, Ucrania, donde los nazis perpetran la matanza de 33 771 judíos.

La masacre fue el mayor asesinato en masa en una única operación realizada por el régimen nazi y sus colaboradores durante su campaña contra la Unión Soviética. También fue la mayor masacre de única operación del Holocausto hasta esa fecha,​ siendo superada después por el exterminio de 43 000 judíos en la Aktion Erntefest de noviembre de 1943 y por la masacre de Odesa de octubre de 1941, con más de 50 000 civiles (principalmente judíos) asesinados, cometido por tropas alemanas y rumanas aliadas al régimen nazi.

En total, se estima que durante la ocupación nazi entre 100 000 y 150 000 personas fueron ejecutadas en Babi Yar. Entre las víctimas, además de judíos, hubo prisioneros de guerra soviéticos, partisanos, gitanos y comunistas.

En la foto Judíos ucranianos, hombres, mujeres y niños cavan sus propias tumbas en Storow, Ucrania. 4 de julio de 1941. Bundesarchiv, Bild 183-A0706-0018-029 / CC-BY-SA 3.0.

Reflexión

¿Cómo fue posible que algo tan horroroso sucediera y que la realidad superara tanto a la ficción? ¿Cómo es posible matar a seres humanos de manera tan fría y metódica? Estremece sobremanera sólo pensar en ello, y la fotografía expuesta ilustra el grado de maldad que puede manifestar el ser humano, tal y como un sabio de la antigüedad escribió:

Todo esto he visto al entregarme de lleno a conocer lo que se hace en este mundo y el poder que el hombre tiene de hacer daño a sus semejantes”. – Eclesiastés 8:9, BLA.

La causa de que se llevara a cabo tanto horror fue la propaganda nociva y el adoctrinamiento constante. Como resultado de ello, era fácil matar judíos, «seres inferiores» al fin y al cabo, algo que llegó a verse como lícito y normal. Aldous Huxley (1894-1963), lo expresó claramente:

La eficacia de una propaganda política y religiosa depende esencialmente de los métodos empleados y no de la doctrina en sí… Si el adoctrinamiento está bien conducido, prácticamente todo el mundo puede ser convertido a lo que sea”.

Sólo fue cuestión de adoctrinar a la gente y repetir constantemente las mismas ideas en los medios de comunicación y las concentraciones políticas. Como los líderes nazis reconocían, «una mentira repetida muchas veces hace que se acepte como verdad«.

En su libro «Si esto es un hombre«, Primo Levi, superviviente de Auschwitz escribe:

«A partir del momento en que el cristianismo se va consolidando como religión de Estado, el antisemitismo cobra un carácter marcadamente religioso, y aun teológico. Según afirma San Agustín, los judíos están condenados a la dispersión por el propio Dios,… porque de ese modo reciben el castigo por no haber reconocido en Cristo al Mesías… Esta formulación que aparece en la liturgia pascual en tiempos remotos y que solo fue suprimida por el Concilio Vaticano II (1962-1965), se haya en el origen de varias creencias populares, funestas y siempre renovadas: que los judíos envenenan los pozos propagando la peste; que profanan habitualmente la hostia consagrada; que en Pascua secuestran niños crisitianos con cuya sangre embeben el pan ácimo.

«Se puede afirmar que el antisemitismo es un caso particular de intolerancia; que durante siglos ha tenido un carácter principalmente religioso; que en el Tercer Reich fue exacerbado por la explosión nacionalista y militarista del pueblo alemán, y por la peculiar «diferencia» del pueblo judío; que se diseminó fácilmente por toda Alemania y buena parte de Europa, gracias a la propaganda de los fascistas y de los nazis, que tenían necesidad de un chivo emisario sobre quién descargar todas las culpas y todos los resentimientos; y que le fenómeno fue llevado a su paroxismo por Hitler, dictador maníaco.

«Debo admitir que prefiero la humildad con que algunos historiadores entre los más serios (Bullock, Schramm, Bracher) confiesan no comprender el antisemitismo furibundo de Hitler y, detrás de él, Alemania.

«En el odio nazi no hay racionalidad: es un odio que no está en nosotros, está fuera del hombre, es un fruto venenoso nacido del tronco funesto del fascismo. No podemos comprenderlo, pero podemos y debemos comprender dónde nace, y estar en guardia. Si comprender es imposible, conocer es necesario, porque lo sucedido puede volver a suceder, las conciencias pueden ser seducidas y obnubiladas de nuevo; las nuestras también.

«Los monstruos existen pero son demasiado pocos para ser realmente peligrosos; más peligrosos son los hombres comunes, los funcionarios listos para creer y obedecer sin discutir, como Eichmann, como Hoess, comandante de Treblinka; como los militares franceses de veinte años más tarde, asesinos en Argelia; como los militares norteamericanos de treinta años más tarde, asesinos en Vietnam«.

«Quien quema libros termina tarde o temprano por quemar hombres«.

– Heinrich Heine (1797-1856), poeta alemán.

Esteban López

Comentar...

Blog de WordPress.com.

Subir ↑