Bartolomé de las Casas

Fray_Bartolomé_de_las_CasasAunque la historia está llena de episodios tristes y oscuros propiciados por los mismos seres humanos, hay que decir que afortunadamente también han existido personas cuyo ejemplo de lucha contra el mal y dedicación a una causa justa, hace que se pueda seguir teniendo confianza en el hombre.

Este podría ser el caso de Bartolomé de las Casas (Sevilla 1474-Madrid 1566). Eclesiástico dominico español, marchó a La Española con el interés de enseñar el evangelio a las poblaciones indígenas. Sin embargo, muy pronto quedó impresionado por el trato inhumano y horrendo que se daba a los amerindios, sobre todo en las minas de oro, lo que le impulsó a escribir Memoriales sobre la Reforma de las Indias. La crítica de Las Casas estaba dirigida sobre todo a la actuación de los colonos, pero también a los eclesiásticos cuando sus intereses materiales confluian con los de aquellos. Solo por denunciar esos abusos se le ha asignado el origen de la llamada «leyenda negra«.

Trayectoria

En 1513 Las Casas se traslada a Cuba donde sus dudas sobre la injusticia del comportamiento de los conquistadores españoles para con los indígenas cobran mayor fuerza, lo que le mueve a denunciarlo y condenarlo públicamente en un sermón. Era el año 1514. Y es que leer su testimonio escrito sobre aquellos terribles abusos, estremece sobremanera y uno se pregunta dónde habían olvidado aquellos hombres ávidos de poder y riquezas su conciencia y el mínimo sentido de compasión. No es de extrañar de que al año siguiente De las casas decidiera consagrarse completamente en la defensa de los indios.

En 1515 Bartolomé de las Casas viaja a Plasencia, España, para entrevistarse con Fernando el Católico convencido de que la solución estaba en la reforma de las vigentes Leyes de Indias. El primer intento fracasó, pero a la muerte del rey, el asunto interesó al cardenal Cisneros, haciendo que De Las Casas fuera nombrado “Protector de los Indios” y elaborando un Plan de Reformación de las Indias.

Continuó su lucha incansable en la corte de Carlos V. Todo su interés era que se produjera una colonización constructiva y pacífica de aquellas gentes. En 1535 llegó a Nicaragua, desde donde dio cuenta al Consejo de los desmanes cometidos contra los Indios. Instalado en Guatemala en 1536, llevó a cabo un ensayo de conquista pacífica basado en su obra De unico vocationis modo, y dos años más tarde logró que el papa Pablo III pusiera fin a la polémica sobre la racionalidad de los indios y su capacidad para la fe.

En 1540 expuso ante Carlos V la insuficiencia de la vigente legislación en las Indias, así como la corrupción de los funcionarios. Esta entrevista fue vital porque logró que se promulgaran en Barcelona las Leyes Nuevas (1542), lo que logró con el paso del tiempo y mucha oposición la proscripción radical de la conquista y esclavitud de los indios. Fue el mismo año en que había escrito su Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias.

En sus propias palabras

Describiendo cómo eran aquellas gentes y cómo era su situación, De las Casas escribió en su obra Brevísima relación de la destrucción de las indias (castellano antiguo):

«Todas estas universas e infinitas gentes a toto genero crió Dios los más simples, sin maldades ni dobleces, obedientísimas, fidelísimas a sus señores naturales e a los cristianos a quien sirven; más humildes, más pacientes, más pacíficas e quietas, sin rencillas ni bollicios, no rijosos, no querulosos, sin rancores, sin odios, sin desear venganzas, que hay en el mundo son«.

«Por un cristiano que los indios matasen, habían los cristianos de matar cien indios«.

«En las cuales (si se permitiesen) han de tornarse a hacer, pues de sí mismas (hechas contra aquellas indianas gentes, pacíficas, humildes y mansas que a nadie ofenden) son inicuas, tiránicas, y por toda ley natural, divina y humana condenadas, detestadas”.

«Secábaseles la leche de las tetas a las mujeres paridas, e así murieron en breve todas las criaturas. Y por estar los maridos apartados, que nunca vían a las mujeres, cesó entre ellos la generación; murieron ellos en las minas, de trabajos y hambre, y ellas en las estancias o granjas, de lo mesmo, e así se acabaron tantas e tales multitúdines de gentes de aquella isla».

«Y porque toda la gente que huir podía se encerraba en los montes y subía a las sierras huyendo de hombres tan inhumanos, tan sin piedad y tan feroces bestias, extirpadores y capitales enemigos del linaje humano«.

«Dios es el que siempre recuerda a los que la historia ha olvidado«.

En su escrito «Contra los perseguidores y calumniadores de los pueblos del nuevo mundo descubierto» (1550-1551), Las Casas dice:

«Todos los que de palabra o por escrito enseñan que los habitantes del Nuevo Mundo, que vulgarmente llamamos indios, deben ser dominados y sometidos por la guerra, antes de que se les anuncie y predique el Evangelio, para que después estén bien sumisos y se les instruya en la palabra de Dios, comenten dos torpes errores. En primer lugar, yerran con respecto al Derecho divino y humano, al abusar de las divinas palabras y violentar el sentido de las Escrituras, decretos papales y tradición de los Santos Padre..».

«Todas estas cosas arrastran a innumerables almas a la perdición y contrarrestan las ventajas de la propagación de la religión cristiana, cerrando los ojos a aquellos que, locos de ciega ambición, ponen todas sus energías de su cuerpo y alma en la única finalidad de lograr riquezas, imperio, honores y dignidades, y con tal fin destruyen y matan con innumana crueldad a estas inocentísimas y mansísimas gentes, que a nadie hacen daño, que son sencillas y están muy preparadas y dispuestas a recibir y abrazar la palabra de Dios«.

«Si buscáis a los indios para instruirlos, blanda, moderada, suave y humanamente; en una palabra, cristianamente, atraedlos con la palabra y obra de Dios al redil de Cristo, infundiendo en sus mentes aquel Cristo blandísimo; llevaréis así a cabo una obra apostólica; recibir nuestro Cordero inmolado la  inmarcesible corona de la gloria. Pero si destruís con la espada, incendios, mortandades, imposturas, violencias, tiranía, crueldad y fiereza más que bárbara, aquellos pueblos inocentísismos, bien dispuestos a abstenerse del mal y a recibir la palabra de Dios, sois hijos del diablo y los más crueles de todos los saltadores. Cristo dijo: «Mi yugo es suave y mi carga es ligera». Ahora bien, vosotros imponéis cargas insoportables y debiendo ser la vida para aquellos ciegos que ven la luz, destruís criaturas de Dios».

Reflexión

Todo un ejemplo de alguien que luchó sin descanso por ”hacer más reino de Dios” en la tierra. Bartolomé de las Casas se había comprometido en favor de la igualdad jurídica de todas las personas, incluidos los indios, doctrina que sólo pudo imponerse mucho más tarde en el tiempo. Además de Francisco de Vitoria, De las casas es uno de los fundadores del derecho internacional moderno y su tratado Brevísima Relación de la Destrucción de las Indias constituye el primer informe moderno sobre derechos humanos. Fue alguien avanzado para su tiempo.

Aunque su testimonio ha sido relativizado por algunas fuentes conservadoras, acusándolo de exagerar el número de víctimas indias y a menudo atacando a su misma persona, recientes estudios muestran que no exageró nada en absoluto sobre aquellas atrocidades. Hoy nadie niega su determinante papel en dejar bien claro el horrendo abuso de inocentes a manos de los conquistadores (Véase Esteban Mira Caballos, «Conquista y destrucción de las Indias«, Sevilla, Muñoz Moya Editor, 2009).

Uno de los grandes historiadores de aquellos hechos, Fray Antonio de Remesal, ya preguntaba en su obra Historia General de las Indias Occidentales por qué se hablaba tanto de Bartolomé de las Casas:

«Porque la mayor parte de su vida fue gastada en bien y provecho de las almas, así de los españoles como de los naturales de estas partes, y en procurar el buen gobierno de este Nuevo Mundo«.

Hasta indígenas representantes de distintas comunidades indígenas se referían a Las Casas como «defensor y procurador de los indios«. A pesar de ello, quienes lo demonizan como el originador de la llamada «leyenda negra» dieron origen también a una «leyenda rosa» donde nunca se roconoce los desmanes llevados a cabo.

A menudo no se tiene en cuenta que la obra de Las Casas estaba impulsada por una gran sensibilidad ética y cristiana fundada en las Escrituras y los primeros Padres de la Iglesia. Como escribe Francisco Fernández Buey en su libro Bartolomé de las Casas. Cristianismo y Defensa del Indio Americano (Catarata, 2023):

«Las Casas hizo algo muy serio contra los suyos, para mejorar la situación de los indios americanos amenazados por la evangelización armada y por la estructura abusiva de las encomiendas. E hizo algo, y muy serio, en favor del cristianismo de los suyos al denunciar valientemente el abismo existente entre el decir y el hacer, entre la doctrina y su práctica, entre la prédica en abstracto de la igualdad y la práctica de la opresión y de la explotación del otro (de las otras culturas) que caracterizó al cristianismo oficial del siglo XVI».

Aunque De las Casas hubiera exagerado algunas cifras, aunque se le pudiera acusar de no mencionar todos los lugares específicos donde se cometieron aquellas atrocidades, aunque como humano de su tiempo en más de alguna ocasión hubiera cometido errores, una cosa parece evidente, y es que aquella conquista, aunque tuviera aspectos positivos y eso hay que reconocerlo, no fue del todo inocente, ni el horrendo trato que recibieron miles de seres humanos entonces. Y es que, «cuando el río suena, agua lleva«, dice el refranero español. Como escribió Walter Benjamin, «No hay huella de civilización que no lo sea al mismo tiempo de barbarie«.

Es interesante también saber algo más de cómo veía el mismo Cristóbal Colón el asunto de la conquista de los amerindios. El teólogo católico Hans Küng escribe:

«Colón… con la vieja mentalidad de las cruzadas pudo ver desde un principio la guerra contra los infieles como «guerra justa» y practicar la colonización y cristianización en el espíritu del agustiniano coge intrare («oblígalos a entrar»); con una parte del dinero encontrado pensaba financiar una nueva cruzada a Palestina, que acaudillaría él en persona… En resumen, «hombre moderno» en sentido estricto no fue ninguno de los conquistadores. Ellos no llevaron a los hombres del nuevo continente un paradigma «moderno», sino un paradigma del todo tradicional, el paradigma católico-romano medieval». Hans Küng, «El cristianismo, esencia e historia», pág. 659, Trotta 1997.

Una vez más lo que se impone en todo este asunto, como en otros, es la necesidad de contemplar la historia con equilibrio y objetividad, no desde el prejuicio o prismas ideologizados. Por lo tanto ni «leyenda negra» ni «leyenda rosa«. Como a menudo ha sido el caso en tantos episodios de la historia, la realidad siempre ha sido mucho más compleja.

Escena del filme La Misión (1986), de Roland Joffé, donde se muestra cómo todavía en el siglo XVII existía por parte de los conquistadores y colonos un terrible desprecio por los indígenas hasta el grado de esclavizarlos o matarlos. Bartolomé de las Casas luchó durante casi toda su vida contra todo eso,  defendiendo su dignidad.

Esteban López

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