Octavio Paz, poesía y humanidad

Octavio Paz (1914-1998) cautiva por su obra ingente y sensible. Podría haberse dedicado sin ninguna duda a la filosofía pero prefirió dedicarse a escribir, sobre todo poesía.  Como reconocimiento a su obra, recibió el Premio Cervantes en 1981 y el Premio Nobel de literatura en 1990. Se le considera uno de los mejores escritores y poetas de habla hispana de todos los tiempos. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en la Universidad Autónoma de México, pero «me negué a ser abogado«, dijo. Su padre había sido abogado y colaborador de Emiliano Zapata durante la Revolución de México. Ayudaba a los campesinos sin tierras.

Durante su juventud, Octavio siempre mostró solidaridad con los desheredados de la tierra. Mostró incluso su apoyo a la República española durante la guerra civil.  Sin embargo, el tiempo hizo que pasara por un proceso de desilusión que lo llevaría finalmente (en 1951) a denunciar los campos de concentración soviéticos y los crímenes de Stalin. Como muestra de su sentir político ideológico, en 1954, colaboró en la fundación de la Revista Mexicana de Literatura, que defendía la idea de la llamada ‘tercera vía‘, concepto que significaba ni con la izquierda, ni con la derecha.

En 1951, y mientras estaba destinado como diplomático en Francia, Octavio Paz conoció a algunos autores surrealistas de quienes recibió una notable influencia. Durante esa estancia publicó una de sus más significativas obras, El laberinto de la soledad, un innovador ensayo antropológico sobre los pensamientos y la identidad mexicanos.

El 2 de octubre de 1968, y mientras estaba en la India como embajador de México, tuvo lugar la masacre de Tlatelolco como parte del Movimiento estudiantil que había comenzado en mayo de 1968. En señal de protesta contra estos lamentables sucesos, y que empañaron la celebración de los Juegos Olímpicos de México, Paz renunció a su cargo de embajador, dejando patentes sus diferencias con el gobierno mexicano de entonces. Fue el único que se atrevió a hacerlo. Durante los siguientes años se dedicaría a enseñar en diversas universidades estadounidenses (Texas, Austin, Pittsburgh, Harvard, Pensilvania).

En 1971, y con el propósito de reasumir los valores liberales y democráticos en la sociedad mexicana, Octavio Paz fundó la revista Plural, que según se dijo, era una «elegante fusión de literatura y política». Él mismo la dirigiría hasta su desaparición en 1976. En ella quiso mostrar su reconciliación con el liberalismo, donde también denunciaría las violaciones de los derechos humanos de los regímenes comunistas, lo que le trajo mucha animosidad de parte de la mayor parte de la izquierda latinoamericana.

Octavio era ya mayor y se encontraba enfermo cuando un incendio destruyó completamente el piso donde vivía, además de parte de su biblioteca. Fue para él una experiencia profundamente traumática. Era enero de 1997, y fue trasladado por la Presidencia de la República Mexicana a la Casa de Albarado en el barrio de Santa Catarina, Coyoacán, en la Ciudad de México. Murió el 18 de abril de 1998.

Algo de su pensamiento

Octavio-Paz

Todos los expertos en la obra de Octavio Paz coinciden en la idea de que es muy difícil de etiquetar. En sus comienzos su poesía era neomodernista, en ocasiones surrealista o incluso más tarde existencialista: «el hombre al final, solo«. No cesa de experimentar y de mostrar un constante inconformismo. Su poesía acabó convirtiéndose en una manifestación muy personal y original, exhibiendo un gran lirismo. No desea otra cosa que transmitir en toda su obra su profundo sentir interno, creando a menudo versos de una gran belleza. Su poesía procura huir de lo ostentoso buscando lo humano en lo corriente. Da prevalencia a los sentimientos.

Octavio Paz podría muy bien ser la personificación de lo que el poeta romántico inglés William Wordsworth (1770-1850) describe sobre lo que es un poeta de verdad:

«¿Qué es un poeta? ¿A quién se dirige? ¿Y qué lenguaje hay que esperar de él? Es un hombre que habla a los hombres: un hombre, es cierto, dotado de una sensibilidad más aguda, de mayor entusiasmo y ternura, alguien que posee mayor conocimiento de la naturaleza humana, y un alma más comprensiva, de lo que resulta común entre los hombres; un hombre al que le agradan sus pasiones y deseos, alguien al que llenan de júbilo más que a otros hombres el espíritu de vida que se encuentra en su interior». – William Wordsworth, «Baladas líricas«, 1802.

En sus primeros libros siempre mostró una gran preocupación por los asuntos sociales. Pero después, comenzó a tratar temas de raíz existencial, como la soledad del ser humano y la incomunicación. En casi todos sus versos se nota sobremanera esa profunda inquietud, ese deseo de huir del mismo tiempo. Es un buscador que se adentra en el misterio. Su desasosiego y aparente falta de esperanza, se suple por completo con una gran humanidad. Aunque Octavio Paz no tenía una fe tradicional. Persigue sus propias respuestas en las antiguas tradiciones – México, India, Grecia y Roma. En su obra se produce una fusión entre pensamiento y poesía. Su postura intelectual y afectiva frente a la vida es, «Debo persistir. Esto quiere decir: vivir, escribir y enfrentarme, como todos, al otro lado de esta vida, a lo desconocido».

«Soy hombre: duro poco y es enorme la noche. Pero miro hacia arriba: las estrellas escriben. Sin entender comprendo: también soy escritura y en ese mismo instante alguien me deletrea«.- Poema «Hermandad».

«El bálsamo que cicatriza la herida del tiempo se llama religión; el saber que nos lleva a convivir con nuestra herida se llama filosofía«.- La llama doble, Octavio Paz, citado por Manuel Fraijó, Dios, el mal y otros ensayos, Trotta, 2006, 37.

«Creo que el niño es la semilla de creación del hombre. Todo lo que hacemos está ya en el niño, y lo que importa en cada vida humana es ser dignos del niño que fuimos; realizar la profecía del hombre que es cada niño».

«Tanto los Padres de la Iglesia como los doctores del período escolástico injertaron la filosofía griega en la doctrina cristiana«.

«La soledad, el sentimiento y conocimiento de que uno está solo, excluido del mundo, no es una característica exclusivamente mexicana. Todos los hombres, en algún momento de sus vidas, se sienten solos. Y lo están. Vivir es separarse de lo que fuimos para acercarnos a lo que seremos en el futuro. La soledad es el hecho mas profundo de la condición humana».

«La ilusión de una morada en el tiempo es el deseo de hombres y mujeres. La esperanza y el instante de la felicidad, únicos asideros para vivir este errar sin fin. Y la cultura, para muchos, la salvación de toda tragedia: vivir en cualesquiera de los géneros teatrales, pero no vivir muerto».

«Dios existe. Y si no existe debería existir. Existe en cada uno de nosotros, como aspiración, como necesidad y, también como último fondo, intocable de nuestro ser».

«El amor es intensidad y por esto es una distensión del tiempo: estira los minutos y los alarga como siglos».

«Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje«.

«Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado, toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema. Y no es insólito que lo encuentre: ya lo llevaba dentro».

«Las masas humanas más peligrosas son aquellas en cuyas venas ha sido inyectado el veneno del miedo… Del miedo al cambio».

«Toda dictadura, sea de un hombre o de un partido, desemboca en las dos formas predilectas de la esquizofrenia: el monólogo y el mausoleo».

«Ningún pueblo cree en su gobierno. A lo sumo, los pueblos están resignados».

«La Ciudad Universitaria se había convertido en un frente. Era un verdadero campo de batalla; a veces en el mismo edificio, los republicanos estaban separados de los fascistas solo por una pared y se podía escuchar a los soldados enemigos hablando del otro lado. Era una sensación extraña: esos soldados a los que no veía, pero que escuchaba, eran mis enemigos. Al oírlos me dije: esas voces son humanas, como la mía… Comencé a pensar que quizá la lucha era absurda, o al menos, desde cierto punto de vista, inexplicable: ¿por qué matar al que no piensa como nosotros?… la verdadera fraternidad implica la aceptación de una verdad esencial: el enemigo también es humano».

«Tiré la política y sus debates al cesto y me sumergí en la poesía«.

«Me considero una persona privada, aunque, eso sí, reclamo el derecho de opinar y escribir sobre ciertos temas que afectan a mi país e, incluso al mundo. Luché en mi juventud contra el totalitarismo nazi y más tarde contra la dictadura soviética. No me arrepiento».

«Escribir es una actividad penosa y que exige esfuerzo y desvelos. Hay siempre… la sensación del inevitable fracaso: nada de lo que se escribe es lo que se quisiera haber escrito. Escribir es una maldición. Lo peor es la angustia antes del acto de escribir; esas horas, días o meses en que buscamos sin encontrar la frase que va a abrir la llave para que mane el agua. Una vez escrita la primera frase, todo cambia: el proceso es apasionante, vital y te enriquece, cualquiera que sea el resultado final. ¡Escribir es una bendición!»

«La sociedad de consumo y los editores comerciales prestan poca atención a la poesía. Creo que ésta es una de las enfermedades de nuestra  época. Dudo que podamos tener una sociedad buena si carecemos de buena poesía».

«La técnica ha achatado los espíritus y envilecido los corazones. Me niego a aceptar que la producción y el consumo puedan dar sentido a la vida humana. Todas las grandes religiones y filosofías nos dicen que los seres humanos somos algo más que productores y consumidores… Una sociedad sin poesía es una sociedad destinada a secarse, sin fraternidad ni amor. La penalidad es terrible: al suprimir la poesía, las sociedades se suprimen a sí mismas, se suicidan».

«¿Santa Teresa? Fue una gran prosista, no una poetisa ni una intelectual. En la figura de sor Juana Inés de la Cruz, quise rescatar el caso, en verdad, extraordinario de una escritora en la que se funden el pensamiento y la poesía, el mundo de la abstracción y el de la sensibilidad… es una figura viva que tiene mucho que decirnos, fue una gran poeta, una gran intelectual de primer orden».

«Las ideas que constituyen a la modernidad desde hace más de doscientos años y que integran lo que puede llamarse ‘la tradición del futuro’ han perdido no solo gran parte de su prestigio universal incluso que muchos duden de su coherencia y de su valor. El progreso era una idea no menos misteriosa que la voluntad de Alá para los musulmanes o la Trinidad para los católicos, pero movió las almas y las voluntades durante siglos. Hoy nos preguntamos: ¿progreso hacia dónde y para qué?»

«El poeta parte de la soledad, movido por el deseo, hacia la comunión. Siempre intenta comulgar, unirse, «reunirse», mejor dicho, con su objeto: su propia alma, la amada, Dios, la naturaleza. Así, la misión de la poesía es ‘tornar sagrado el mundo’».

– Anthropos, «Octavio Paz, Creación historia y pensamiento«, nº 14.

‪»La historia del siglo XX es la historia de las utopías convertidas en campos de concentración«.

«El siglo XX ha sido el siglo de las ilusiones, pero también ha sido el siglo de las ilusiones perdidas. Las ideologías políticas del siglo XX han creado esquemas más o menos geométricos en los cuales han querido encerrar a la realidad, pero la realidad se ha vengado cruelmente. Es la historia de la Unión Soviética, la historia de China, países llamados indebidamente «socialistas.» En consecuencia no hay que esperar demasiado de la política… Me atrevo a desear que los españoles introduzcan un poco de escepticismo y de distancia en su pasión política. Que sepan que la política es el arte de convivir y no el arte de cambiar al hombre. La política no es una religión; en consecuencia no puede salvar a los hombres. Tampoco es una filosofía y por tanto no puede dar sabiduría a los hombres. La política revolucionaria, por hablar más claro, no puede hacer de los lobos corderos. Al contrario, ha convertido a los lobos en más lobos».

– Octavio Paz, entrevista de Televisión Española para el programa A Fondo, 1977.

Esteban López

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