Aproximación a la Biblia

Entender las Escrituras o la Biblia y el sentido de la voluntad de Dios, ha sido la meta de hombres y mujeres de todos los tiempos. El autor del Salmo 119 escribió:

«Enséñame tus mandamientos. Permíteme llegar a entenderlos, pues los quiero comprender… Tu palabra es una lámpara que alumbra mi camino». -Salmo 119:124,125, La Biblia en lenguaje actual.

El apóstol Pablo indica por qué puede ser provechoso aproximarse a las Escrituras cuando escribe:

«Toda Escritura, siendo inspirada por Dios, también es útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra». – 2 Timoteo 3:16, Versión Valera 1995, nota.

Además de todo eso, las Escrituras ofrecen algo de una importancia vital para el ser humano: esperanza. Tal y como lo expresa el Salmo 119:49, 50:

«Tus promesas me dan esperanza; ¡no te olvides de ellas! Tus promesas me dan vida; me consuelan en mi dolor».

Origen de la Biblia

La Biblia se compone básicamente de sesenta y seis libros y cartas apostólicas que fueron reconocidos (Canon), primero por los apóstoles y los primeros cristianos y después por la mayoría de ellos a lo largo de la historia. Su contenido interno es armonioso a pesar de haber sido escrito por distintos hombres y en épocas diferentes. Básicamente muestran a Dios como el origen de toda la Creación, sus tratos con diferentes hombres y mujeres de fe, la historia de la nación de Israel y el plan de salvación de toda la humanidad a través de Jesucristo.

Por otro lado, son libros apócrifos o no canónicos aquellos que no eran usados por los primeros cristianos ni por los apóstoles. Es verdad que abundaron después de la formación del Canon bíblico escritos diferentes a las cartas apostólicas y que algunos llegaron a ser muy populares, pero casi todos tenían un origen gnóstico y no cristiano. Muchos de esos escritos pretendían rellenar “lagunas” que supuestamente los escritos de los evangelios y las cartas apostólicas no cubrían, pero solían estar llenos de narraciones exageradas, fantásticas o incluso heréticas.

Un aspecto que llama la atención con respecto a la Biblia es su candor. Porque no solo registra las grandes obras y palabras de hombres de fe, sino también los errores o pecados que muchos de ellos cometieron. Esos pasajes que supuestamente tanto molestan a algunos podrían haberse ocultado, pero no es así. Se incluyeron, están ahí. Lo que muestra que nada quiso esconderse, sino que sirviera de reflexión para todas las generaciones posteriores. Como escribe Pablo de Tarso:

«De hecho, todo lo que se escribió en el pasado se escribió para enseñarnos, a fin de que, alentados por las Escrituras, perseveremos en mantener nuestra esperanza«. – Rom. 15:4, NVI.

Aunque la Biblia se escribió en hebreo, arameo y griego, más tarde se tradujo al latín y finalmente a casi todos los idiomas del mundo. De hecho fueron muchas las personas que arriesgaron o dieron su vida para poder traducirla a los idiomas de la gente. El resultado es que hoy día, la Biblia es el mayor best seller jamás escrito, estando disponible para cualquier persona que lo desee.

Ni el Nuevo Testamento (Escrituras Griegas) ni Jesús de Nazaret se pueden entender sin el Antiguo Testamento (Escrituras Hebreas). Están estrechamente relacionados. Todos los profetas del AT señalaban de un modo u otro a la venida de Cristo. De hecho, Jesús de Nazaret citó en varias ocasiones de libros del AT, y nunca los calificó de “mito” o “superstición”. Los respetaba como lo que eran: el registro de los tratos de Dios con la humanidad, hombres y mujeres de fe en Israel en donde habría de aparecer el Mesías para bendición de toda la humanidad.

moises consagra a Aaaron como Sumo sacerdote levita

Por ejemplo, este grabado representa el momento del ungimiento de Moisés a Aarón, su hermano, como sumo sacerdote. Puede verse colgado en su pecho el pectoral con doce diferentes piedras preciosas representando a las doce tribus de Israel. A partir de entonces Aarón intercedería ante Dios por los pecados del pueblo de Israel, igual que Cristo lo hace en favor de toda la humanidad. Para conocer bien el cristianismo y su esencia como seria oferta de sentido para el ser humano, nada mejor que leer los Evangelios, Hechos de los Apóstoles y las Cartas apostólicas. Para conocer su origen y su razón de ser, hay que leer con meditación y sin prisas las Escrituras desde su mismo principio.

A estas alturas de la historia del cristianismo y después de que haya habido tanta división, la aproximación a la Biblia puede ser profundamente estimulante y provechosa si en lugar de poner el énfasis en diferencias doctrinales se pone en todo lo que es espiritualmente edificante y que redunde en el ánimo y la esperanza de todos. Debería por tanto haber pasado el tiempo ya para que la Biblia sea sobre todo fuente de edificación mutua, no un ‘arma arrojadiza‘ de unos contra los otros.

El origen de la Biblia

Para conocer mejor el origen de la Biblia, sugiero la obra de Philip W. Comfort y Rafael A. Serrano, El Origen de la Biblia, de Tyndale house publishers (2008). En su introducción se dice:

«Se han escrito muchos libros sobre la Biblia, pero muy pocos explican su origen. Este libro proporciona una perspectiva fascinante sobre cómo se inspiró la Biblia, cómo se canonizó, se leyó como literatura sagrada, se copió en antiguos manuscritos hebreos y griegos, y finalmente se tradujo a los idiomas utilizados en el mundo. Ningún trabajo de un solo volumen puede igualar su abundante información sobre el desarrollo histórico de la Biblia«.

Comentarios y versiones de la Biblia

Afortunadamente, hoy día existen muchas traducciones de la Biblia así como diversos comentarios bíblicos que pueden hacer tanto útil como provechoso y placentero el estudio de las Escrituras. Pero lo más importante de todo y lo que podría ayudar mucho más es orar por el Espíritu Santo de Dios para entender su Palabra y poder así obrar con sabiduría, algo vital en la loable labor de intentar comprender mejor su voluntad (Lucas 11:13; Santiago 1:5).

En ocasiones se pregunta qué versión de la Biblia es la más fiel al texto original o cuál de ellas está menos alterada por el traductor. En ese sentido habría que decir que la traducción perfecta no existe. Es verdad que hay traducciones de la Biblia que de hecho soslayan el sentido de ciertos textos según el criterio doctrinal de quien la tradujo. Eso es así en el caso de muchas de ellas. Por eso, a la hora de estudiarla, es bueno usar diferentes versiones, ya que existe una extraordinaria riqueza de sentidos y estilos variados que pueden hacer más gozoso y provechoso el estudio de las Escrituras.

Un ejemplo de una buena traducción podría ser la Nueva Biblia de Jerusalén que contiene notas al pie de la página así como amplias introducciones para cada libro y en las que participan diversos traductores y comentaristas. En la presentación de su edición para el año 1998, se dice:

«En la nueva edición se da una mayor aproximación al texto masorético; en la lírica se ha tratado incluso de reflejar el ritmo del verso hebreo; se han suavizado, en general, las expresiones literarias que resultaban innecesariamente ásperas en castellano. La incorporación de nuevos especialistas en el equipo de traducción y revisión ha permitido éstas y otras mejoras de la traducción castellana».

Internet ofrece también la posibilidad de consultar simultáneamente varias versiones de la Biblia en muchos idiomas incluido el español. La web http://www.biblegateway.com ofrece precisamente un buen servicio en ese sentido.

Otra ayuda para entender mejor las Escrituras son los comentarios bíblicos. Esto es así porque se trata de la opinión de varios autores y hace que se pueda obtener una visión más amplia de aquellos pasajes bíblicos que son más difíciles de entender o que son más bien oscuros. Estos son algunos comentarios bíblicos que pueden encontrarse en español:

El Comentario de la Santa Biblia, de Adam Clarke, (Casa Nazarena de Publicaciones).
Comentario Bíblico Mathew Henry (Editorial Clie)
Comentario al Nuevo Testamento William MacDonald (Editorial Clie)
Comentario Bíblico Beacon, de varios tomos (Casa Nazarena de Publicaciones)
Comentario al Antiguo y Nuevo Testamento, varios autores (Editorial La Casa de la Biblia)

Una obra especialmente interesante en inglés es Barnes’ Notes on the New Testament, un clásico en el mundo de habla inglesa. Su autor, Albert Barnes, desarrolla con una gran profusión comentarios sobre el texto bíblico, ofreciendo gran multitud de matices y reflexiones sobre su sentido.

Con tantas ayudas disponibles para entender la Biblia, no habría por qué tener miedo o pereza a la hora de leerla. Y no debe relacionarse únicamente con el protestantismo. A partir del Concilio Vaticano II se anima a todo católico a que la lea:

«Es conveniente que los cristianos tengan amplio acceso a la Sagrada Escritura. Por eso la Iglesia, ya desde sus principios, hizo suya la antiquísima versión griega del Antiguo Testamento, llamada de los Setenta, y conserva siempre con honor otras traducciones orientales y latinas, sobre todo la que llaman Vulgata. Pero como la palabra de Dios debe estar siempre disponible, la Iglesia procura, con solicitud materna, que se redacten traducciones aptas y fieles en varias lenguas, sobre todo de los textos originales de los sagrados libros. Y si estas traducciones, oportunamente y con el beneplácito de la autoridad de la Iglesia, se llevan a cabo incluso con la colaboración de los hermanos separados, podrán usarlas todos los cristianos».- Concilio Vaticano II, «DEI VERBUM, Capítulo 1, 22.

Aunque algunas instituciones religiosas inviten a leer la Escrituras, a veces no se recomienda que se haga sin la guía de sus dirigentes. Y es verdad que los cometarios bíblicos pueden ser de ayuda para entenderla mejor. Pero no hay que olvidar que la mejor guía al leerla es el Espíritu de Dios. Por eso Cristo Jesús invita a pedirlo encarecidamente en oración. Como escribe el apóstol Juan,

«Ustedes han recibido al Espíritu Santo, y él vive dentro de cada uno de ustedes, así que no necesitan que nadie les enseñe lo que es la verdad. Pues el Espíritu les enseña todo lo que necesitan saber, y lo que él enseña es verdad, no mentira. Así que, tal como él les ha enseñado, permanezcan en comunión con Cristo».- 1 Juan 2:27, Nueva Traducción Viviente (NTV).

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Reflexión 

Podría considerarse a la Biblia como la carta de Dios a la humanidad. En muchos pasajes, las Escrituras mismas animan a acercarse a ella a toda persona que desee conocer mejor la voluntad de Dios. Es verdad que se escribió hace mucho tiempo, pero como medio de conocer mejor los tratos de Dios con la humanidad en el pasado, lo que se espera de nosotros y cómo mantener una relación personal con él, sigue siendo de refrescante vigencia. Como escribió Thomas Jefferson (1743-1826), anterior presidente de los Estados Unidos, «siempre he dicho, y siempre diré que la lectura cuidadosa y diligente del Libro Sagrado produce mejores ciudadanos. La Biblia produce las mejores personas del mundo».

A diferencia de lo que pasó en otros momentos de la historia (Inquisición, Cruzadas, guerras religiosas, etc,) el uso que se dé a la Biblia debe estar en plena armonía con su verdadero espíritu, el mismo que manifestó Jesús de Nazaret: respeto a Dios, respeto a la dignidad humana y dejar que sólo Él sea el único juez de todos. La Biblia no debería ser causa de división ni de opresión espiritual para nadie. “A veces la Biblia en manos de un hombre determinado es peor que una botella de whisky», se afirma en la obra de Harper Lee «Matar a un Ruiseñor» (1960). No. Quien al aproximarse a la Biblia busque sinceramente a Dios y su Espíritu produce siempre el mejor fruto, a saber «amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, gobierno de uno mismo; contra tales cosas no hay ley».- Gálatas 5:22,23.

En las Escrituras observamos los tratos de Dios con personas de fe en el pasado y su promesa de bendecir a toda la humanidad a través de su hijo Jesucristo, aunque en ellas no se encuentran las respuestas a todas nuestras preguntas. Se nos hace vislumbrar mucho, de hecho para quien profundiza, muchísimo, pero es verdad que no podemos saber absolutamente todo. Por eso Pablo de Tarso escribió:

«Ahora vemos con opacidad, como a través de un espejo (de metal), pero en aquel día veremos cara a cara; ahora conozco en parte, pero en aquel día conoceré tal y como soy conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor. Pero el más importante de todos es el amor».

Pero por otro lado, tampoco habría que renunciar a luchar por entender del mejor modo la voluntad de Dios, o decir algo sí como «da igual lo que uno crea«. En una conversación con una mujer samaritana, Jesús dijo:

«Créeme, mujer, que se acerca la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén adorarán ustedes al Padre. Ahora ustedes adoran lo que no conocen; nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación proviene de los judíos. Pero se acerca la hora, y ha llegado ya, en que los verdaderos adoradores rendirán culto al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren. Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad«.- Juan 4:21-24, Nueva Versión Internacional (NVI).

Cuando Pablo y Silas visitaron la ciudad de Berea y compartiron allí las buenas nuevas acerca de Cristo, los bereanos «recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que se les anunciaba». No pensaron que daba igual lo que se creyera. Lucharon con ahínco por conocer si era verdad lo que se decía o no. Hacer ese esfuerzo orando a Dios por su Espíritu Santo para poder entender, podría arrojar más luz a nuestro entendimiento en medio de tantas interpretaciones teológicas diferentes que existen.

Además, aunque es verdad que no debe abordarse la lectura de la Biblia desde una posición fundamentalista, es un error craso minusvalorarla o eludir su lectura completamente, ya que en ella se encuentran las fuentes mismas del cristianismo, algo que debería motivar a todo creyente. Hay que dar una oportunidad a la fe y a la esperanza bíblicas, cuya fuente principal es la obra de Jesús de Nazaret como seria oferta de sentido para el ser humano. Es verdad que la razón la necesitamos «para que no nos timen«, pero hay que reconocer humildemente que en muchos aspectos ésta está limitada y que el misterio de la vida genera en nosotros preguntas y nos desborda absolutamente.

Por eso, que filósofos e incluso algunos teólogos relativicen el valor de la Biblia afirmando que ciertas partes de ella son un mito, conlleva el riesgo de que se minusvalore toda ella, que se prescinda de su lectura y meditación, cercenando de raíz así la base y razón de ser del cristianismo y la esperanza que ofrece como principal columna de la Revelación de Dios en la historia. Jesús de Nazaret mismo citó a menudo porciones de la Biblia hebrea y en ningún momento los calificó de «mito». La Biblia es el origen, la raíz que fundamenta la fe de millones de personas en todo el mundo. Contiene pasajes, pensamientos, reflexiones y lecciones de un elevado nivel espiritual; perlas excelentes llenas de brillante luz para esta vida de ahora, y repletas de esperanza que sostiene completamente el alma. Como se expresa en el Salmo 1 (DHH) :

«Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día. Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hace, le sale bien

Véase también:

Los orígenes históricos del cristianismo

Los rollos del Mar Muerto

Arqueología bíblica

Esteban López

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