‘Mantenéos firmes en la fe’

manteneos firmes en la feCuando se leen las cartas apostólicas, puede apreciarse cuán grande era la preocupación de los apóstoles por que quienes una vez habían puesto fe en Cristo Jesús se mantuvieran firmes. Ya en la parábola del sembrador, Jesús de Nazaret había ilustrado que sólo las semillas que habían caído en tierra excelente acabarían dando el mejor de los frutos. Otras semillas en cambio, quedarían «ahogadas» por las inquietudes de la vida, la falta de fe o las pruebas severas.

Por ejemplo, animando a los cristianos de la ciudad de Tesalónica, Pablo de Tarso les escribe en una carta:

«Para esto Dios os llamó por nuestro evangelio, a fin de que tengáis parte en la gloria de nuestro Señor Jesucristo. Así que, hermanos, seguid firmes y manteneos fieles a las enseñanzas que, oralmente o por carta, os hemos transmitido. Que nuestro Señor Jesucristo mismo y Dios nuestro Padre, que nos amó y por su gracia nos dio consuelo eterno y una buena esperanza, os anime y os fortalezca el corazón, para que tanto en palabra como en obra hagáis todo lo que sea bueno«.- 2 Tesalonicenses 2:14-16, CST.

Y a los cristianos de la ciudad de Corinto también les dice:

«Estad alerta; manteneos firmes en la fe; portaos con valentía, sed modelo de fortaleza«.- 1 Corintios 16:13, BLP.

Sin embargo, esa carrera por la fe y en definitiva por la vida misma, podría no sólo perderse sino, como ha sido el caso de muchas personas, llegar a despreciarse, ser indiferente o incluso ser luchadores contra ella. Los términos  «apostatar» y «herejía» suelen estar muy relacionados con todo ello.

Esclareciendo conceptos

EDiccionario de la Real Academia de la Lengua  española, mantiene para el término «Apostatar» las siguientes acepciones:

1. Negar la fe de Jesucristo recibida en el bautismo.

2. Dicho de un religioso: Abandonar irregularmente la orden o instituto a que pertenece.

3. Dicho de un clérigo: Prescindir habitualmente de su condición de tal, por incumplimiento de las obligaciones propias de su estado.

4. Abandonar un partido para entrar en otro, o cambiar de opinión o doctrina.

La Enciclopedia Británica explica el término «Apostasía» como,

«total rechazo del cristianismo por parte de una persona bautizada, que habiendo profesado una vez la fe, la rechaza públicamente. Se distingue de herejía, la cual se limita al rechazo de una o más doctrinas cristianas… El término apostasía se ha usado también para referirse a los que han abandonado su condición monástica o clerical sin permiso».

Es decir, básicamente en el cristianismo «apostatar» significa el abandono de la fe en Cristo Jesús y de  sus enseñanzas, tanto por palabra como por conducta.

Aparte de las personas que abandonan la fe cristiana, en las Escrituras también se habla de ‘falsos maestros,’ a quienes se les conocería no sólo por enseñanzas contrarias al cristianismo, sino también por su conducta impropia. Pedro el apóstol (2ª Pedro 2:2, 3) lo indica así cuando dice:

«También entre ustedes habrá falsos maestros que encubiertamente introducirán herejías destructivas, al extremo de negar al mismo Señor que los rescató… Muchos los seguirán en sus prácticas vergonzosas, y por causa de ellos se difamará el camino de la verdad. Llevados por la avaricia, estos maestros los explotarán a ustedes con palabras engañosas». -Nueva Versión Internacional.

Si su vida transcurría alejada del espíritu cristiano, solía reflejarse también en sus enseñanzas, las cuales, alejadas de lo enseñado por Jesús de Nazaret y sus apóstoles, pretendían imponer a toda costa. No se trataba simplemente de matices de entendimiento que no afectaran al fundamento básico de la fe, sino de doctrinas diametralmente opuestas al espíritu de sus enseñanzas. Era apostasía, porque por sus obras negaban a Cristo pero también herejía porque «dinamitaban» completamente lo que él plantó.

Por ejemplo, Eusebio de Cesaréa (263-339), el primer historiador cristiano, en su obra «Historia Eclesiástica«, registra no sólo cómo los cristianos primitivos tuvieron que enfrentarse a indescriptibles y horrorosas persecuciones por parte de algunos emperadores romanos, sino cuánto tuvieron que lidiar con enseñanzas o herejías destructivas de lo enseñado en un principio por Jesús de Nazaret y sus apóstoles. También Ireneo de Lyón (130-202) se vio obligado a escribir una obra intitulada «Contra las herejías«, donde se manifestaba su preocupación por el llamado «Gnosticismo«, una corriente filosófico religiosa anterior al nacimiento de Cristo donde se mezclaban sincréticamente creencias orientalistas e ideas de la filosofía griega, principalmente platónica. O el caso de Orígenes (185-254), quien tuvo que escribir «Contra Celso«, filósofo griego del siglo II que en una serie de textos embestía contra el cristianismo y se burlaba de Jesucristo motivado según se cree por el gran número de conversiones que entonces estaban teniendo lugar entre los paganos.

Las palabras de Pablo de Tarso en Gálatas 1:6-9, ponen el énfasis en cuán importante es que la comunidad de creyentes o iglesia de Cristo siga manteniendo el verdadero espíritu y sentido del mensaje inspirado por Jesús de Nazaret:

«Estoy asombrado de que tan pronto os hayáis alejado del que os llamó por la gracia de Cristo, para seguir un evangelio diferente. No que haya otro, sino que hay algunos que os perturban y quieren alterar el evangelio de Cristo. Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anuncia un evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema. Como antes hemos dicho, también ahora lo repito: Si alguien os predica un evangelio diferente del que habéis recibido, sea anatema». -Versión Valera, 1995.

Por tanto, en lo que se refiere a la relación que debería haber entre una comunidad de creyentes y «el evangelio de Cristo«, esas palabras son sin duda una invitación permanente a la reflexión y al autoanálisis sincero, no fuera que al final se estuviera siguiendo ‘un evangelio diferente‘ al que el mismo Cristo Jesús inspiró. De ahí la importancia de familiarizarse constantemente con los escritos evangélicos y meditar con oración en ellos. Sólo así podrá tenerse una idea lo más cercana posible al espíritu genuino de las enseñanzas de Jesús de Nazaret.

Esteban López

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