Al definir el concepto «religión«, el Diccionario de la Real academia de la Lengua hace referencia a «creencias sobre la divinidad, sentimientos de veneración y temor hacia ella, normas morales para la conducta individual y social, prácticas rituales, oración, dar a Dios el culto debido», etc. Si esto es así, es por lo que muy bien expresó Joseph Ratzinger (1927) en la audiencia general, Plaza de San Pedro, el miércoles 11 de mayo 2011:
«El hombre lleva en sí mismo una sed de infinito, una nostalgia de eternidad, una búsqueda de belleza, un deseo de amor, una necesidad de luz y de verdad, que lo impulsan hacia el Absoluto; el hombre lleva en sí mismo el deseo de Dios«.
Cuando se habla de «espiritualidad«, suelen ser las personas no creyentes las que intentan separar ese concepto del de «religión». Quizá sea por la opresión y el sufrimiento que tantas veces se ha producido en el nombre de Dios. Pero bien pensado, quizá no haya nada más «espiritual» que la religión bien entendida. Como dijo Jesús de Nazaret, «Dios es espíritu, y quienes lo adoran deben hacerlo en espíritu y en verdad» (Juan 4:24, NVI). Por eso, la religión bien entendida, la religión como «sed de Dios«, como «búsqueda de Dios«, nunca puede ser causa de opresión para el ser humano, sino causa de liberación personal e impulso positivo. Es cuando se entiende así que la religión y la ética guardan una profunda interrelación.
Ser religioso no tiene por qué significar ser mojigato; es ser también de mente abierta a la ciencia y a sus demostraciones empíricas, ya que ambos campos no tienen por qué ser incompatibles. Ser religioso es hacer la pregunta filosófica, contemplarlo todo, pero sin renunciar a la esperanza. Es verdad que en el nombre de Dios se han llevado a cabo los más viles crímenes contra la humanidad. Pero hay que diferenciar entre religión como «institución«, y una sencilla «sed de Dios» latente en todo corazón humano y que siempre conducirá a la paz. Como dice Hans Küng:
“Karl Marx estaba así mismo en lo cierto: la religión puede ser -y con frecuencia es- un opio para el pueblo, un medio de apaciguamiento y consuelo social, de represión. Puede ser, pero no tiene por qué. Puede ser también un medio de abarcadora ilustración y liberación social… En vez de la extinción de la religión a manos del socialismo ateo, tal y como fue proclamada en la teoría del opio del pueblo de Marx, en la actualidad se experimenta con frecuencia un nuevo renacer religioso, incluso en los antiguos países socialistas. Para muchas personas hoy día el verdadero opio del pueblo, el verdadero consuelo interesado, resultó ser la revolución soviética».
– Hans Küng, “El principio de todas las cosas. Ciencia y religión“, págs. 61, 62. Trotta 2007.
Antonio Fernández Rañada, en su interesante libro “Los científicos y Dios“ (Trotta 2008, pp. 155, 254), también expresa:
“Rudolf Otto acuñó la palabra “numinoso” (del latín, numen, divinidad) para referirse a todo lo que es misterioso, inaprensible, escondido, lo que es absolutamente otro. Lo numinoso produce reverencia, fascinación, asombro o la sensación de pequeñez y humildad ante el mundo, tan clara en muchos creyentes. Científicos importantes como Einstein o Plank, tenían un profundo sentido de lo numinoso. Ello muestra que el pensamiento científico y la fe religiosa no se contradicen; por el contrario, son dos maneras distintas de acercarse a la realidad que atrae irresistiblemente al hombre pero que sobrepasa su capacidad de entender”.
Que la religión o búsqueda de Dios forma parte del carácter constitutivo del hombre, lo expresa muy bien Mahatma Gandhi:
«¿Cómo podría la religión no tener nada que ver con la vida de cada día? La religión no es algo aparte de la vida. La vida misma debería ser considerada como religión. Separada de la religión, la vida no es vida humana, sino vida animal. Cuando la religión se vuelve mecánica, ya no es religión. La verdadera religión no conoce fronteras nacionales… El vicio no se convierte en virtud por el mero hecho de adoptar el ropaje de la religión. Morir por la religión (sus impulsos positivos) es una cosa buena; en cambio, no se debe vivir ni morir por fanatismo. Debemos profesar hacia otras religiones el mismo respeto que hacia la nuestra; no basta con la tolerancia».
– Martin Kämpchen, «Quien sigue el camino de la verdad no tropieza – Palabras a un amigo», Sal Terrae, 2001.
En definitiva, «religión”, en el sentido más puro, es la capacidad de sentir el “Misterio”, de percibir a Dios en todo. Es ser “místico” (griego: ‘mistikós’), pero no necesariamente ser un asceta, o tener manifestaciones fuera de lo común, o estigmas, sino tomar a Dios en serio como realidad en todo aspecto de la vida y mostrarlo con buenos actos. De hecho, Karl Rahner pone eso como condición imprescindible si es que se quiere ser un cristiano de verdad:
“El cristiano del siglo XXI o será un místico o no será nada… El hombre espiritual del futuro o será un «místico», es decir una persona que ha «experimentado» algo, o no lo será más. Porque la espiritualidad del futuro no será transmitida ya más a través de una convicción unánime, evidente y pública, o a través de un ambiente religioso generalizado, si esto no presupone una experiencia y un compromiso personal”.
– Karl Rahner, Schrisften Theology.VII, 22.
Algunos impulsos positivos
Se ha hablado también de los llamados «impulsos positivos de la religión» (Fraijó). He escogido aquí solo algunos relacionados con nuestra herencia judeocristiana, aunque sin duda podría haber muchos más procedentes de otras religiones:
“Cuando estés juntando la cosecha y olvides un atado de grano en el campo, no regreses a buscarlo. Déjalo allí para los extranjeros, los huérfanos y las viudas. Entonces el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas. Cuando sacudas los olivos para que caigan las aceitunas, no pases por las mismas ramas dos veces. Deja las aceitunas que quedan en el árbol para los extranjeros, los huérfanos y las viudas. Cuando coseches las uvas de tu viñedo, no repases las vides. Deja los racimos que quedan para los extranjeros, los huérfanos y las viudas. Recuerda que fuiste esclavo en la tierra de Egipto. Es por eso que te doy este mandato“.
– Deuteronomio 24:19-22, NTV.
«Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni va por el camino de los pecadores, ni hace causa común con los que se burlan de Dios, sino que pone su amor en la ley del Señor y en ella medita noche y día. Ese hombre es como un árbol plantado a la orilla de un río, que da su fruto a su tiempo y jamás se marchitan sus hojas.¡Todo lo que hace, le sale bien!».- Salmo 1, DHH.
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«Como busca la cierva corrientes de agua, así mi alma te busca a ti, Dios mío; tiene sed de Dios, del Dios vivo«.
– Salmos 42:1-3.
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«Te ruego que me ayudes; por la mañana busco tu presencia en oración… Mi alma tiene sed de ti; todo mi ser te anhela, cual tierra seca, extenuada y sedienta».
– Salmo 63:1, 88:13, Nueva Versión Internacional, NVI.
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«Trata de ser sabio y actúa con inteligencia. Pide entendimiento y busca la sabiduría como si buscaras plata o un tesoro escondido«.
– Proverbios 2:2-4, TLA.
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«No me des pobreza ni riquezas sino solo el pan de cada día. Porque teniendo mucho, podría desconocerte y decir: “¿Y quién es el Señor?” Y teniendo poco, podría llegar a robar y deshonrar así el nombre de mi Dios«.
– Proverbios 30:8-9, NBD.
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«Siembra tu semilla en la mañana, y no te des reposo por la tarde, pues nunca sabes cuál siembra saldrá mejor, si ésta o aquélla, o si ambas serán igual de buenas«.
– Eclesiastés 11:6, NVI.
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«¿Acaso el ayuno que he escogido es sólo un día para que el hombre se mortifique? ¿Y sólo para que incline la cabeza como un junco, haga duelo y se cubra de ceniza? ¿A eso llaman ustedes día de ayuno y el día aceptable al Señor?
«El ayuno que he escogido, ¿no es más bien romper las cadenas de injusticia y desatar las correas del yugo, poner en libertad a los oprimidos y romper toda atadura?
«¿No es acaso el ayuno compartir tu pan con el hambriento y dar refugio a los pobres sin techo, vestir al desnudo y no dejar de lado a tus semejantes?
«Si así procedes, tu luz despuntará como la aurora, y al instante llegará tu sanidad; tu justicia te abrirá el camino, y la gloria del Señor te seguirá».
–Isaías 58:5-8, Nueva Versión Internacional.
«El te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el SEÑOR de ti, sino sólo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?»
–Miqueas 6:8, La Biblia de las Américas
«Lo que pido de ustedes es amor y no sacrificios, conocimiento de Dios y no holocaustos«.
–Oseas 6:6, Nueva Versión Internacional
«Así dice el Señor Todopoderoso: ‘Juzguen con verdadera justicia; muestren amor y compasión los unos por los otros. No opriman a las viudas ni a los huérfanos, ni a los extranjeros ni a los pobres. No maquinen el mal en su corazón los unos contra los otros‘».
–Zacarías 7:9,10, Nueva Versión Internacional.
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«Felices los de espíritu sencillo, porque suyo es el reino de los cielos. Felices los que están tristes, porque Dios mismo los consolará. Felices los humildes, porque Dios les dará en herencia la tierra. Felices los que desean de todo corazón que se cumpla la voluntad de Dios, porque Dios atenderá su deseo. Felices los misericordiosos, porque Dios tendrá misericordia de ellos. Felices los que tienen limpia la conciencia, porque ellos verán a Dios. Felices los que trabajan en favor de la paz, porque Dios los llamará hijos suyos.
– Jesús de Nazaret, Mateo 5:3-9, BLP.
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«Cuando ores, no lo hagas para que otros te vean; ni repitas siempre las mismas cosas. Cuando ores apártate a solas y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará”.
– Jesús de Nazaret, Mateo 6:5, 6.
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«La sabiduría se acredita por sus propios resultados”.
– Jesús de Nazaret, Mt.11:19, BLP.
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«Para que busquen a Dios, y quizá, como a tientas, puedan encontrarlo, aunque en verdad Dios no está lejos de cada uno de nosotros. Porque en Dios vivimos, nos movemos y existimos«.
– Pablo de Tarso, en conversación en Atenas con un grupo de filósofos epicúreos y estoicos, Hechos 17:26-27, DHH.
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«El conocimiento hincha, pero el amor edifica«.- Pablo de Tarso, 1 Cor. 8:1, TNM.
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«Los esposos deben amar a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y dio su vida por ella. Lo hizo para hacerla sólo suya, limpiándola por medio de su mensaje y del bautismo… El esposo debe amar a su esposa, así como ama a su propio cuerpo. El hombre que ama a su esposa se ama a sí mismo. Porque nadie desprecia su propio cuerpo. Al contrario, lo alimenta y lo cuida, del mismo modo que Cristo cuida a la iglesia… Dice la Biblia: «Por eso el hombre deja a su padre y a su madre, y se une a su mujer, para formar un solo cuerpo.» Ésa es una verdad muy grande, y yo la uso para hablar de Cristo y de la iglesia. En todo caso, el esposo debe amar a su esposa, como si se tratara de sí mismo, y la esposa debe respetar a su esposo».
– Efesios 5:25-33, TLA.
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«Concéntrense en todo lo que es verdadero, todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo bello y todo lo admirable. Piensen en cosas excelentes y dignas de alabanza«.
– Pablo de Tarso, Fil. 4:8, NTV.
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«No se preocupen por nada. Más bien, oren y pídanle a Dios todo lo que necesiten, y sean agradecidos».
– Filipenses 4:6, LBA
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«En cambio, el Espíritu de Dios nos hace amar a los demás, estar siempre alegres y vivir en paz con todos. Nos hace ser pacientes y amables, y tratar bien a los demás, tener confianza en Dios, ser humildes, y saber controlar nuestros malos deseos. No hay ley que esté en contra de todo esto».
– Pablo de Tarso, Gálatas 5:22, 23, TLA
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«Ahora bien, la fe es la certeza (sustancia) de lo que se espera, la convicción (demostración) de lo que no se ve«.
– Hebreos 11:1, LBLA.
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«Así que Dios ha hecho ambas cosas: la promesa y el juramento. Estas dos cosas no pueden cambiar, porque es imposible que Dios mienta. Por lo tanto, los que hemos acudido a él en busca de refugio podemos estar bien confiados aferrándonos a la esperanza que está delante de nosotros. Esta esperanza es un ancla firme y confiable para el alma«.
– Hebreos 6:18, NTV
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«La religión pura y sin mancha delante de Dios nuestro Padre es ésta: atender a los huérfanos y a las viudas en sus aflicciones, y conservarse limpio de la corrupción del mundo«.
–Santiago 1:27, Nueva Versión Internacional.
«En esto se presentó un experto en la ley y, para poner a prueba a Jesús, le hizo esta pregunta:
–Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?
Jesús replicó:
–¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú?
Como respuesta el hombre citó:
–Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente’, y: Ama a tu prójimo como a ti mismo.’
–Bien contestado –le dijo Jesús–. Haz eso y vivirás. Pero él quería justificarse, así que le preguntó a Jesús:
–¿Y quién es mi prójimo?
Jesús respondió:
- –Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de unos ladrones. Le quitaron la ropa, lo golpearon y se fueron, dejándolo medio muerto. Resulta que viajaba por el mismo camino un sacerdote quien, al verlo, se desvió y siguió de largo.
Así también llegó a aquel lugar un levita, y al verlo, se desvió y siguió de largo.
Pero un samaritano que iba de viaje llegó a donde estaba el hombre y, viéndolo, se compadeció de él. Se acercó, le curó las heridas con vino y aceite, y se las vendó. Luego lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a un alojamiento y lo cuidó.
Al día siguiente, sacó dos monedas de plata y se las dio al dueño del alojamiento. ‘Cuídemelo –le dijo–, y lo que gaste usted de más, se lo pagaré cuando yo vuelva’.
¿Cuál de estos tres piensas que demostró ser el prójimo del que cayó en manos de los ladrones?
–El que se compadeció de él –contestó el experto en la ley.
–Anda entonces y haz tú lo mismo –concluyó Jesús».
– Lucas, 10:25-36, Nueva Versión Internacional (NVI).
«Si hablo en lenguas humanas y angelicales, pero no tengo amor, no soy más que un metal que resuena o un platillo que hace ruido. Si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y poseo todo conocimiento, y si tengo una fe que logra trasladar montañas, pero me falta el amor, no soy nada. Si reparto entre los pobres todo lo que poseo, y si entrego mi cuerpo para que lo consuman las llamas, pero no tengo amor, nada gano con eso. El amor es paciente, es bondadoso. El amor no es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor jamás se extingue…
«Ahora vemos de manera indirecta y velada, como en un espejo; pero entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de manera imperfecta, pero entonces conoceré tal y como soy conocido. Ahora, pues, permanecen estas tres virtudes: la fe, la esperanza y el amor. Pero la más excelente de ellas es el amor«.
– Pablo de Tarso, 1 Cor. 13, Nueva Versión Internacional).
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«No amen a este mundo ni las cosas que les ofrece, porque cuando aman al mundo no tienen el amor del Padre en ustedes. Pues el mundo solo ofrece un intenso deseo por el placer físico, un deseo insaciable por todo lo que vemos, y el orgullo de nuestros logros y posesiones. Nada de eso proviene del Padre, sino que viene del mundo; y este mundo se acaba junto con todo lo que la gente tanto desea; pero el que hace lo que a Dios le agrada vivirá para siempre«.
– 1 Juan 2:15-17, NTV
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«El que dice que está en la luz y odia a su hermano, está todavía en tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz y en él no hay tropiezo. Pero el que odia a su hermano está en tinieblas y anda en tinieblas, y no sabe a dónde va, porque las tinieblas le han cegado los ojos… Amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor… En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor«.
– 1 Juan 2:10, 11; 4:8, 18, RVR 1995.
Esteban López
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