Aunque a lo largo de la historia humana siempre ha habido personas que no han creído en Dios, fue el filósofo alemán Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844-1900) el que definitivamente pretendió asestar el golpe definitivo con el concepto de «la muerte de Dios», es decir, su desaparición completa. Semejante idea llegó a ser como un ‘tsunami’ para un gran número de personas que se veían ahora en la ingente necesidad de volver a replantearse la fundamentación de sus valores morales e incluso la de su propia existencia.
Desde entonces buena parte de la filosofía moderna ha tratado a Dios solo como un concepto, como una simple «idea» o incluso como un «problema» (‘el problema de Dios en la filosofía’). Como escribe Martin Buber, teólogo considerado el gran instaurador del humanismo hebreo (1878-1975):
“La filosofía moderna ha contribuido al proceso por el cual Dios se ha vuelto irreal para el hombre contemporáneo… La filosofía, al negar el carácter real de la idea de Dios, destruye la realidad de nuestra relación con Él. Esa es la diferencia entre la religión y el Dios de la filosofía. Un Dios examinado y sostenido desde la objetividad del pensamiento y de la abstracción no es expresión del encuentro religioso, y por tanto no es Dios. Un principio abstracto jamás puede ser el contenido de la fe, porque en el sentido más exacto del término, creer significa creer en un tú. La fe es la ‘decisión personal’ por el tú.
“La idea de un eclipse de Dios significa la reducción de Dios a un mero objeto de discusión, de duda, de reflexión; ese tratamiento que oculta a nuestros ojos su presencia real e impide que el hombre se relacione con Él como un yo con un tú, en vez de un yo con un ello. El eclipse de Dios es pues, la ausencia de la relación con Él. Esta es la enfermedad espiritual básica de nuestro tiempo.” – Eclipse de Dios, Sígueme 2013.
Cuando se prescinde de Dios como realidad, cuando se le percibe solo distante o no existente, tampoco se le ora ni se le busca. La oración pierde su sentido pleno cuando se cree que nadie escucha. Desaparece además la esperanza, la convicción de que esta vida no es todo lo que hay, sin que se vea tampoco que haya nadie que nos pueda redimir definitivamente de la muerte. A veces el resultado es la entrega ciega a otras causas sucedáneas, como por ejemplo la política, llegar a ser rico a toda costa o la entrega desmesurada solo a los placeres.
Semejante mentalidad inculcada a menudo tanto en la educación como en los medios de comunicación, ha hecho que a muchas personas les resulte extraño pensar o hablar de Dios. Incluso se extrañan de que alguien que no sea cura hable de él. Para ellas es un concepto lejano. Julián Marías incluye ese sucumbir también en personas que en realidad son solo cristianos nominales cuando dice:
«La idea de que no hay más que esta vida, reduce a Dios a una mera referencia nominal en la que apenas se piensa. Aunque no se renuncie al cristianismo, se le vacía de contenido. Esta es la situación de gran número de personas que se consideran cristianas, católicas, protestantes u ortodoxas, pero en las que esa condición no es decisiva, no es lo que sirve de apoyo a sus vidas». – Julián Marías, “La perspectiva cristiana,” Alianza Editorial, 1999.
Sin embargo, hay que recordar que tanto en la tradición del pueblo de Israel como en el cristianismo, Dios fue y sigue siendo una firme referencia. Jesús de Nazaret, por ejemplo, no consideraba a Dios una simple fuerza ciega o una mera ‘ìdea‘; para él Dios era tan real que cuando le oraba siempre se dirigía a él como Padre. Y enseñó a sus discípulos a que su relación con Dios se basara en la firme convicción de que trataban con una persona real cuya palabra y espíritu podrían ayudar ahora y ser fuente de esperanza para el futuro.
Paul Tillich (1886-1965), fue un filósofo y teólogo alemán cuya obra procura mediar entre el pensamiento religioso y el filosófico usando del método de correlación, donde lo finito interroga y lo infinito responde. Junto a Karl Barth fue uno de los teólogos más influyentes del siglo XX. Vivió el ascenso del nazismo y, siendo ya profesor en la Universidad de Frankfurt am Main fue destituido en 1933 por oponerse al régimen nazi. Sobre lo que podría significar la fe en Dios, escribió:
«La fe consiste en estar vitalmente interesados en la realidad última a la que le doy el nombre simbólico de Dios. El que reflexiona seriamente sobre el sentido de la vida está al borde de un acto de fe».
El sentido básico de la palabra religión tiene que ver más con la búsqueda de Dios y procurar su voluntad que con la simple pertenencia a alguna denominación religiosa. Como defendió toda su vida el teólogo y filósofo alemán Friedrich Daniel Ernst Schleiermacher (1768-1834), «religión» no son simples dogmas o doctrinas, sino un sentir interior, un sexto sentido, un saber o percepción íntima de la realidad de Dios en la vida de uno (Hans Küng, El Cristianismo, Esencia e Historia, trotta, 1997). Mohandas Karamchand Gandhi (1869-1948) expresó algo parecido cuando escribió:
«Entiendo por religión, no ya un conjunto de ritos y costumbres, sino lo que está en el origen de todas las religiones, poniéndonos cara a cara con el Creador».
Sin embargo, esa convicción personal, ese sentir interno y profundo debe acompañarse en la vida de un derrotero ético (lo bueno y lo justo). Si no «apaga y vámonos«. Por ejemplo, Ennio Morricone (1928) compositor y director de orquesta italiano, lo expresa muy bien cuando en cierta entrevista expresó:
«Para mí una persona creyente identifica a una persona honesta, altruista, respetuosa de Dios y del prójimo. Amar a los otros -aunque la palabra amar puede parecer fuerte-, pero es así. Esto es importante. Yo pienso verdaderamente en el bien de los otros, que mi modo de actuar no cause el mal en el prójimo. Es perfectamente normal para mí hacer algo por respeto a la persona con la que me encuentro.» – Credere, 28/6/2015
Sentir a Dios como realidad en una sociedad secular puede ser difícil pero no imposible. La experiencia muestra que tanto la paz interior como la esperanza fueron posibles incluso en horribles campos de concentración. Por mucho que en este mundo se intente relegar a Dios a una simple idea, «a la intimidad«, o incluso al silencio, un corazón lleno de Él nunca dejará de sentirlo como alguien profundamente cercano. En las Escrituras se dice que «de hecho, Dios no está muy lejos de cada uno de nosotros» (Hechos 17:27). Y Paul Tillich (1886-1965), deseoso de que Dios dejara de ser un tema tabú:
«Espero el día en que todo el mundo pueda volver a hablar de Dios sin vergüenza».
Esteban López
Le sigo y le leo con detenimiento y admiración. Su estilo es sencillo, directo y no se traba en las palabras dejando hablar a las ideas, que siempre están cargadas de esperanza tal y como Vd.desea en la presentación del blog.
Otros muchos hallarán alivio y sugerencias en sus mensajes, al igual que yo.
Tenga buen ánimo. Muchos se lo agradeceremos.
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Gracias por escribir. Me alegro mucho de que lo escrito le resulte útil. Un saludo afectuoso.
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Reblogueó esto en Desde el Humilladeroy comentado:
Recomiendo que lean este artículo. Es muy esclarecedor sobre el papel que juega Dios -o el que quieren que juegue desde ciertos sectores- en la sociedad actual.
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Muchas gracias, como otros lectores suyos le agradezco sus escritos.
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Muchas gracias, Carmen, y un saludo afectuoso.
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