William Miller y el «Gran Chasco»

Fué en el siglo XIX y en los Estados Unidos que tuvo lugar un deseo ferviente, como una «fiebre», por saber exactamente cuándo sería la Segunda Venida de Cristo y el fin del mundo o del sistema de cosas actual. Todo comenzaría con la interpretación de ciertos pasajes bíblicos por parte de un granjero de fe, William Miller. Sus interpretaciones afectaron con el tiempo las vidas de millones de personas en todo el mundo.

William Miller (1782–1849) fue un predicador bautista estadounidense conocido por ser el fundador del movimiento millerista, un movimiento religioso que dio origen posteriormente a varias denominaciones cristianas, incluida la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Nació el 15 de febrero de 1782 en Pittsfield, Massachusetts, EE.UU. Se crió en un ambiente bautista, pero en su juventud adoptó ideas deístas influenciadas por autores racionalistas.

Sirvió como capitán en la Guerra anglo-estadounidense de 1812. Tras regresar de la guerra y vivir varias experiencias que consideró providenciales, abandonó el deísmo y regresó al cristianismo evangélico en 1816. Comenzó un estudio intensivo de las Escrituras, especialmente del libro de Daniel y el Apocalipsis. Usando principios historicistas (interpretar las profecías como eventos ya ocurridos o en proceso de cumplirse en la historia), llegó a la convicción de que la Segunda Venida de Cristo era inminente.

Su punto central fue la interpretación de Daniel 8:14: “Hasta dos mil trescientas tardes y mañanas; luego el santuario será purificado”. Aplicando el principio de “un día por un año” (Números 14:34; Ezequiel 4:6), calculó que los 2,300 años comenzaron en el 457 a.C. (decreto para reconstruir Jerusalén) y terminarían en 1843 o 1844. Miller predicó que Cristo regresaría “alrededor del año 1843”.

Como no ocurría nada significativo, se ajustó la fecha, y sus seguidores finalmente la fijaron en el 22 de octubre de 1844, lo que culminó en el evento conocido como el Gran Chasco porque la profecía no se cumplió. Ese día, miles de creyentes esperaron a Cristo, muchos vestidos de blanco, habiendo abandonado posesiones y trabajo, convencidos de que serían llevados al cielo, pero nada de eso sucedió. Muchos seguidores quedaron devastados emocionalmente, algunos se alejaron de la religión. Hubo burlas públicas, hostigamiento y pérdida de credibilidad para muchos predicadores milleritas. Fue un momento de intensa humillación pública y confusión espiritual.

Después del fracaso, muchos abandonaron el movimiento, pero otros reinterpretaron los eventos. De modo que surgieron nuevos grupos, especialmente los Adventistas del Séptimo Día, quienes enseñan que en 1844 Cristo entró en la fase final de su ministerio celestial (el «juicio investigador»), no que regresara a la Tierra. Como la más prominente la Iglesia Adventista del Séptimo Día, fue fundada oficialmente en 1863. Hoy cuenta con más de 20 millones de miembros en todo el mundo.

Aunque desacreditado por el fracaso profético o el Gran Chasco, Miller dejó una huella profunda en la historia religiosa de los Estados Unidos. Ese caso es uno de los ejemplos más estudiados de una profecía fallida en sociología de la religión e Ilustra cómo los movimientos religiosos pueden adaptarse tras grandes crisis mediante reinterpretación doctrinal y nueva organización. Miller fue precursor del Segundo Gran Despertar religioso en Estados Unidos, una actividad evangelizadora cristiana protestante sin precedentes y grandes cifras de conversiones, a través de reuniones de avivamiento y predicaciones emocionales, dando origen a un número de movimientos reformistas. También contribuyó al desarrollo del adventismo moderno. Su método de interpretación profética sigue influyendo en diversas corrientes cristianas apocalípticas, entre ellas los testigos de Jehová.

George Storrs

George Storrs (1796–1879) fue un ministro cristiano adventista estadounidense, escritor y editor influyente en el siglo XIX, especialmente conocido por sus enseñanzas sobre la inmortalidad condicional, su participación en el movimiento millerita, y por influir en lo que más tarde serían doctrinas fundamentales de grupos como los Testigos de Jehová y algunos sectores del adventismo.

Nació el 13 de diciembre de 1796 en Lebanon, New Hampshire, EE.UU, y originalmente había sido ministro de la Iglesia Metodista Episcopal. Con el tiempo se unió al movimiento millerita en la década de 1840 y fue una figura destacada en la predicación del regreso inminente de Cristo. Apoyó activamente la fecha del 22 de octubre de 1844, que culminó en el llamado Gran Chasco.

Aunque no fue fundador de la Iglesia Adventista del Séptimo Día, varias de sus ideas (como la inmortalidad condicional) fueron adoptadas por esa denominación. Charles Taze Russell, fundador del movimiento de los Estudiantes de la Biblia (precursor de los Testigos de Jehová), fue profundamente influenciado por Storrs e incluso claboraron juntos durante un tiempo. Cuando Storrs murió, su muerte fue anunciada en la principal publicación de Russell, «Zion’s Watchtower & Herald of Christ presence» y fue el propio Russell quien pronunció el discurso de funeral, en el que se refirió a él como «un hermano de notable habilidad«. Las doctrinas de los Testigos de Jehová sobre la aniquilación de los malvados y la mortalidad del alma son un reflejo del pensamiento de Storrs.

Charles Taze Russell

Charles Taze Russell (1852–1916) fue un predicador cristiano estadounidense y el fundador del movimiento de los Estudiantes de la Biblia, que más tarde dio origen a los Testigos de Jehová. Fue una figura religiosa controversial y carismática, conocido por su enfoque en la escatología bíblica (el estudio del fin del mundo) y su rechazo de muchas doctrinas tradicionales del cristianismo ortodoxo.

Nació el 16 de febrero de 1852, en Allegheny, Pennsylvania (hoy parte de Pittsburgh). Se crió como presbiteriano, pero más tarde fue influenciado por el adventismo, en especial por las ideas de George Storrs, quien negaba el infierno eterno y enseñaba la mortalidad del alma.

Russell creía que estaba viviendo en los «últimos días» y que el regreso invisible de Cristo ya había comenzado en 1874, basado en cálculos cronológicos bíblicos. Predijo que el fin del sistema actual ocurriría en 1914. Enseñó que ese año marcaría el fin de los «Tiempos de los Gentiles» (Lucas 21:24), comenzando el reino de Cristo. Aunque 1914 no trajo el Armagedón visible como muchos esperaban, el estallido de la Primera Guerra Mundial fue visto por sus seguidores como una confirmación profética parcial.

Russell fundó la revista Zion’s Watch Tower (La Atalaya de Sion). En 1879, lanzó esta publicación para promover sus creencias. Hoy es conocida como La Atalaya, la principal revista de los Testigos de Jehová. Fue criticado por sus interpretaciones proféticas fallidas. Pese a ello, ganó una base de seguidores devotos y construyó un ministerio influyente que aún impacta a millones. Después de su muerte en 1916, su sucesor Joseph Franklin Rutherford reorganizó el movimiento y, en 1931, adoptó el nombre oficial de Testigos de Jehová.

Los Testigos de Jehová, conocidos por su énfasis en la escatología (el estudio de los últimos tiempos), han hecho varias profecías o predicciones específicas sobre el fin del mundo que no se cumplieron, lo que ha generado críticas y controversias a lo largo de su historia. Fueron predicciones muy atrevidas pero que al final resultaron ser falsas.

Estas fueron sus principales «profecías fallidas»:

  • Se esperaba que en 1914 ocurriera el fin del mundo y el inicio del Reino de Dios en la Tierra. Aunque estalló la Primera Guerra Mundial, el mundo no terminó. Luego, la organización reinterpretó la fecha afirmando que en 1914 Cristo empezó a reinar invisiblemente desde el cielo. Se consideró aquello como el inicio del “tiempo del fin”, pero no el Armagedón visible o fin del mundo.
  • Se predijo que en 1918 Dios destruiría las iglesias y millones de personas morirían. Sin embargo, esa fecha pasó y no tuvo lugar ninguna destrucción religiosa global.
  • Se esperaba la resurrección de Abraham, Isaac, Jacob y otros en 1925 para reinar en la Tierra. Se consideró el año en que comenzaría el «nuevo orden de cosas«. Joseph Rutherford (sucesor de Russell) incluso construyó una casa en San Diego llamada Beth Sarim («Casa de los Príncipes») para alojar a los patriarcas resucitados. Sin embargo, tampoco nada de todo eso ocurrió. La predicción fue abandonada discretamente en los años siguientes.
  • Se dijo que en 1941 la generación joven de ese tiempo jamás crecería ni se casaría, porque vendría el fin. Sin embargo, muchos de esos jóvenes crecieron, envejecieron y murieron sin ver el Armagedón o el «fin del mundo«.
  • Se insinuó fuertemente en sus publicaciones que el año 1975 marcaría 6.000 años de historia humana, y que entonces podría comenzar el Reino Milenario de Cristo. Eso generó grandes expectativas entre los miembros. Como había ocurrido en el siglo XIX en el tiempo de William Miller, muchos miembros vendieron sus posesiones, pospusieron operaciones quirúrgicas o rechazaron trabajos y estudios para poder dedicarse más a la causa. Pero 1975 pasó sin que ocurriera ningún suceso significativo.
  • Durante décadas se enseñó que la generación que vivió los eventos de 1914 no moriría antes del Armagedón. Sin embargo, la mayoría de esa generación ya ha muerto. Desde los años 90 y 2000, la doctrina se ha modificado varias veces. Nuevamente la predicción se reinterpretó como había sucedido en otros casos y hoy se enseña que incluye a una generación traslapada de ungidos.

Muchos miembros abandonaron la organización después de las profecías fallidas, especialmente en 1925 y 1975. Muchos críticos afirman que todas esas predicciones fueron utilizadas para controlar la conducta mediante la urgencia del fin inminente. Es su forma de mantener su propia área de control espiritual sobre la gente. Aun así, a pesar de que es una religión en la que entra y sale mucha gente, al día de hoy la organización mantiene su base activa y continúa creciendo en muchos países.

Después del «Gran Chasco» de 1975, se fue creando un ambiente de profunda decepción entre miembros de muchos años que trabajaban en la central mundial de los testigos de Jehová en Brooklyn, Nueva York, Estados Unidos. El fiasco relacionado con la predicción fallida sirvió ahora como incentivo para replantearse muchas cosas. Por ejemplo, muchos no comprendían cómo se permitió que se llegara tan lejos a la hora de vaticinar de manera tan atrevida el fin del mundo para ese año.

Pero fue al mismo tiempo una oportunidad para replantearse varias otras doctrinas. Algunos se reunían en habitaciones privadas para releer y comentar la Biblia juntos. Cuando eso trascendió al cuerpo gobernante, se organizaron «comités judiciales» tipo inquisición con el fin de saber si se estaba produciendo una «apostasía». Como la política doctrinal del cuerpo gobernante es que nadie puede disentir ni lo más mínimo en ninguna política de organización ni doctrinal, se produjeron expulsiones sumarísimas de personas que habían servido por más de cuarenta años en el tiempo completo, entre ellas Edward Dunlap, erudito bíblico e instructor de misioneros en la Escuela Bíblica de Galaad. Fue expulsado en 1980 con más de setenta años y sin posibilidad alguna de ganarse el sustento fuera de la organización. Al poco tiempo habría de ser expulsado también Raymond Franz, quien había sido miembro del mismo cuerpo gobernante durante nueve años. Su experiencia personal y su sentir puede leerse en su libro Crisis de Conciencia.

Reflexiones

Cabe preguntarse, después de todo este recorrido por la reciente historia de la religión en los Estados Unidos, por qué esa manía pertinaz de querer saber exactamente cuándo tendrá lugar la vuelta de Cristo y el fin del mundo. La respuesta suele ser que es el deseo ferviente de que Cristo vuelva y acabe con la maldad de este mundo estableciendo su Reino. Pero, ¿realmente da eso autoridad a nadie para especular con atrevidas predicciones que afectan a millones de personas en el mundo? Por mucho que se crea en ciertas especulaciones cronológicas bíblicas y en ciertas predicciones, ¿realmente es ético condicionar la libertad y vida de tantas personas pero además nunca haber pedido una disculpa pública? Sobre todo cuando se tiene en cuenta este pasaje del Evangelio:

«Así que mientras los apóstoles estaban con Jesús, le preguntaron con insistencia:

Señor, ¿ha llegado ya el tiempo de que liberes a Israel y restaures nuestro reino?

Él les contestó:

Solo el Padre tiene la autoridad para fijar esas fechas y tiempos, y a ustedes no les corresponde saberlo; pero recibirán poder cuando el Espíritu Santo descienda sobre ustedes; y serán mis testigos, y le hablarán a la gente acerca de mí en todas partes: en Jerusalén, por toda Judea, en Samaria y hasta los lugares más lejanos de la tierra«.- Hechos 1:6-8, NTV.

También Pablo de Tarso había escrito a los cristianos de Tesalónica (5:2), «pues vosotros mismos sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como un ladrón en la noche«, es decir, en el momento menos esperado. Ser seguidor de Cristo Jesús no dependía de ninguna fecha concreta. Era sólo cuestión de dejar todo en sus manos («estaré con vosotros hasta el fin del mundo» – Mateo 18:20), y llevar vidas limpias de fe, esperanza y amor.

La gente es buena

Recuerdo el caso de una joven cuyos padres se hicieron testigos de Jehová cuando era muy niña. Ella se mantuvo en la religión de sus padres durante varios años, hasta que debido a la falta de confianza en algunas de sus doctrinas abandonó el movimiento. Mientras tanto ya se había casado y había tenido dos hijos que hoy día son ya mayores. Tal y como se enseñaba en la religión de los testigos de Jehová, tanto ella como otros miles de jóvenes en el mundo apenas habían realizado estudios académicos porque «el fin estaba muy cerca«. En el momento de escribir estas líneas ella está en sus setenta años. Hace algunos años, un frío día de invierno, y mientras yo viajaba con mi automóvil la vi a lo lejos mientras abría y preparaba su puestecito de ropa íntima para mujer cerca de un mercado en la ciudad de Barcelona. Llevaba puesto un pañuelo en la cabeza, guantes y una bufanda le cubría casi toda la cara debido al frío y viento extremos que había aquel día. Recuerdo que se me partió el corazón al verla y me hizo reflexionar en cómo ciertas interpretaciones humanas pueden afectar tan adversamente la vida de tantas personas. Una vez tuve la oportunidad de saludarla y me decía: «No me mires, Esteban, por favor, no me mires, que he envejecido«.

Debido al abuso espiritual, a la falta de honestidad y a predicciones atrevidas pero que resultaron ser falsas, muchas personas han perdido la fe en Dios, tal y como también ocurrió en los días de William Miller. El efecto de la decepción por predicciones fallidas, entre otras, fue una de las causas. El patrón se ha repetido una y otra vez a lo largo de la historia. A la organización Watchtower de los testigos de Jehová, por ejemplo, se le ha llegado a llamar «una fábrica de agnósticos y ateos«. Sin embargo esos líderes religiosos podrían no olvidar las palabras de Jesús de Nazaret,

«A cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgara al cuello una piedra de molino de asno y que se le hundiera en lo profundo del mar«.- Mat. 18:6, RVR1995.

Esteban López

Traducción del artículo al portugués


3 comentarios sobre “William Miller y el «Gran Chasco»

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  1. Estimado Esteban, he leído un par de veces tu artículo porque es sumamente interesante.
    Tiene mucha información, tiene ritmo y capta nuestra atención ; incidiendo en que los lectores reflexionemos sobre la conducta de ciertos » líderes espirituales» y las consecuencias para quienes «creen» sin poner en tela de juicio lo que escuchan y leen.
    Me ha llegado al corazón cuando describes cómo se dirigió a ti la amable señora que con tristeza reconocía como el paso del tiempo la había trasformado.
    Figúrate: toda una vida paralizada por unas predicciones soberbias cuando lo fundamental es vivir el presente.
    Sin duda estoy de acuerdo contigo en tus reflexiones: quiénes somos los mortales para prever o predecir que va a ocurrir. Trabajamos en el presente e insisto en ello porque en el presente somos desgraciados o felices y desde nuestro presente se configurará ( consecuentemente) nuestro futuro inmediato.
    Solo Dios sabe qué ocurrirá mañana, si estaré aquí, si seguiré una larga vida o no.
    Y ¿qué decir de la Segunda Venida de Cristo? no puedo aportar mucho más de lo que reflexionas sobre esta cuestión porque estoy de acuerdo contigo . Tal vez, permíteme, que califique como osadía vaticinar desde el plano humano un supuesto divino.
    Muchas gracias por este artículo, por tu información y sensibilidad.
    Un cordial saludo,
    Teresa

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