Raymond Franz, fidelidad a la propia conciencia

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En una escena del entrañable filme «Matar a un ruiseñor» (1961), de Nelle Harper Lee, uno de los personajes, una mujer de nombre Molly, le dice a Jem, hijo de Atticus Finch, “Hay hombres en este mundo que han nacido para cargar con las tareas desagradables de los demás, tu padre es uno de ellos”.

Sin duda han sido muchas las personas, hombres y mujeres, que a lo largo del tiempo se les podría incluir en esa definición por su valentía, firme determinación y amor por la verdad a pesar de las dificultades. Raymond Franz (1922-2010) fue una de esas personas.

Franz había desarrollado una gran experiencia como misionero de los testigos de Jehová, sirviendo en distintos países, así como en la central mundial de la Watch Tower Bible and Tract, sede de esa organización religiosa situada Brooklyn, Nueva York. Además pasó nueve años dentro del cuerpo gobernante de los testigos de Jehová. Fue determinante también su participación en la creación del diccionario bíblico Aid to Bible Understanding, (Ayuda para entender la Biblia), además de ser el escritor principal de muchas publicaciones editadas por la organización de los testigos.

Sin embargo, nueve años dentro de cuerpo gobernante fueron suficientes para él como para llegar a su propia encrucijada. Y es que en Ray Franz se reunían valiosas cualidades personales: una gran inteligencia con gran capacidad de análisis, sinceridad, amor por la verdad y una gran bondad, cualidades que a veces es difícil verlas reunidas en una sola persona. El caso es que, a medida que pasaba el tiempo, su estudio personal de las Escrituras le hizo ver la falta de fundamento bíblico para ciertas doctrinas enseñadas por los testigos de Jehová, y así lo exponía con sinceridad en las reuniones que mantenía con el cuerpo gobernante. Como resultado de todo ello, fue acumulándose animadversión por parte de buena parte del resto de los miembros del cuerpo gobernante más conservadores. Pero su posición sincera siempre fue la de que «la búsqueda de la verdad no tiene por qué ser destructiva de la fe«, que el cristianismo se sostendría siempre solo con la ayuda del espíritu santo de Dios sin necesidad de que ningún hombre o grupo de hombres lo apuntalaran con doctrinas ajenas al verdadero espíritu del evangelio.

Ray Franz podría haberse adaptado al «establishment». Al fin y al cabo, se encontraba en una posición de privilegio: solo era necesaria una palabra de su parte para tener un coche en la puerta y organizar un viaje de pastoreo a cualquier país del mundo donde sería recibido, por su prominencia, con todos los honores. Pero en conciencia no pudo continuar. El extremo legalismo de la organización y su posición fundamentalista en muchas de sus creencias y políticas doctrinales, le llevaron a su propia crisis de conciencia. Él sabía muy bien todo el terrible sufrimiento que se estaba infligiendo a los testigos de base debido a ello. Finalmente renunció en conciencia como miembro del cuerpo gobernante debido a la persecución inquisitorial recibida, y dejó junto con su esposa la central mundial en Brooklyn para trasladarse a vivir a Alabama.

Sin embargo, los dirigentes de la organización no se conformaron con eso. Alguien de su posición no podía apartarse pacíficamente y que lo dejaran tranquilo. De hecho hasta el momento de escribir estas líneas, es muy difícil dejar la religión de los testigos de manera honorable. Así es que todos sus movimientos posteriores fueron vigilados con verdadero ahínco. Y en cierta ocasión en que fue visto comer en un restaurante con un viejo amigo que había sido expulsado hacía algún tiempo, eso fue suficiente como para que el aparato judicial de la organización se le echara encima, ya que los testigos prohíben que se coma junto a alguien expulsado. Solo fue cuestión de poco tiempo más para que Ray mismo también acabara siendo expulsado por tan ridícula norma. Después de aquello, Ray siempre se refería a eso en tono jocoso como «la escena del crimen«.

Raymond Franz 001Como suele ocurrir con los disidentes en los regímenes dictatoriales o totalitarios, el cuerpo gobernante de la organización se aseguró de borrar o hacer desaparecer el nombre de Raymond Franz de todas sus publicaciones. A pesar de todos sus años de dedicación como misionero, redactor del diccionario bíblico Aid to Bible Understanding, y nueve años dentro del cuerpo gobernante, ahora era como si nunca hubiera existido. Pero no solo eso. Su nombre se vituperó hasta la náusea y se estigmatizó. Además, desde entonces y año tras año hasta el día de hoy, la organización lleva a cabo campañas tanto escritas como orales avisando a sus feligreses sobre los peligro de lo que ellos llaman la «apostasía«. Y todo eso a pesar de que Raymond Franz nunca había renunciado al cristianismo.

Durante los dos años siguientes a su expulsión, fueron expulsados también por razones doctrinales muchos testigos que lo habían sido durante años. Muchos otros dejaron la organización por razones de conciencia. No habían renunciado al cristianismo. Solo objetaban por la falta de suficiente base bíblica de ciertas doctrinas. El sufrimiento que siguió a todo eso, ya que los expulsados son tratados por familiares y amigos testigos con verdadera ignominia (cortan de por vida con ellos toda relación), llevó a Ray a escribir su libro Crisis de Conciencia, en el que de manera sosegada y sin acritud, exponía las profundas contradicciones de la religión de los testigos y lo que él vio mientras estuvo dentro del cuerpo gobernante durante nueve años. Este libro se convirtió en un punto de inflexión en la historia de los testigos de Jehová, hasta el extremo de que el testigo medio que lo lee deja de ser el mismo, tanto por el tono sincero y sin acritud con que fue escrito, como por la abundante documentación y pruebas que aporta.

En el año 2010 y mientras paseaba a su perro «Boy» por un camino apartado en el bosque, Ray tuvo un ictus mortal que le dejó postrado en el suelo hasta que dos horas después unos amigos, echándole a faltar, le encontraron. «Boy» estaba fiel a su lado. Sucede a menudo en esta vida que los grandes hombres tienen el final más humilde. Pero quienes le tratamos y conocíamos bien, también sospechamos que ahora o cuando Dios quiera se encontrará en un lugar más apropiado. Y es que como siempre, Jesús de Nazaret se ha ido encontrando con sus amigos a lo largo del camino.

Desde su absurda expulsión en 1980, Ray recibió miles de cartas de personas de todo el mundo, incluidos miembros prominentes de sucursales, misioneros, ancianos, etc. Y es que su valentía y honradez siempre serán fuente de inspiración y profunda gratitud para personas de todo el mundo.

Lo que sigue es una entrevista de 1996 a Raymond Franz del periodista de Televisión Española Julià Castelló para el programa divulgativo Línea 900. Le sigue un perfil escrito más exhaustivo sobre su trayectoria vital.

Esteban López

Perfil de Raymond Victor Franz

Raymond Franz nació en 1922 de padres que habían pertenecido al movimiento de los «Estudiantes de la Biblia» (conocidos más tarde como testigos de Jehová) desde los tiempos de la I Guerra Mundial. Junto a sus padres, tres de sus abuelos estaban afiliados a la Watchtower, al igual que cuatro tíos — un hermano de su madre y tres hermanos de su padre (incluyendo a Frederick Franz quien más tarde llegó a ser el cuarto presidente de la Sociedad Watchtower). El más joven de los tres hermanos, junto con su esposa, abandonó esa religión después de que las predicciones para 1925 no tuvieran cumplimiento.

Fue en 1938, cuando Raymond tenía 16 años, que él y sus dos hermanas mayores se hicieron testigos activos. Una hermana asistió a la escuela de Galaad, escuela de misioneros de la Sociedad Watchtower sirviendo por un tiempo en Brasil. Después de que Raymond se graduara en la escuela secundaria en 1940, empezó como «precursor» en el servicio de tiempo completo y por los 40 años siguientes dedicó su vida entera a hacer avanzar el mensaje de la organización Watchtower. Sirvió como precursor especial, superintendente de circuito y misionero en las islas del Caribe. Fue nombrado superintendente de sucursal en Puerto Rico (donde conoció y se casó con su esposa, Cynthia) y más adelante en la República Dominicana durante una época en la que había gran malestar entre las facciones políticas y la obra de los testigos estaba prohibida.

Servicio en la central mundial de Betel

En 1964, Nathan Knorr, entonces el tercer presidente de la sociedad, solicitó que Raymond llegara a ser parte del personal en las oficinas internacionales en Brooklyn. Para aceptar esa invitación, él y Cynthia dejaron su servicio en el Caribe y se unieron a la comunidad de trabajadores voluntarios de allí, la «familia Betel» en Nueva York. Le asignaron a trabajar en el departamento de redacción y pronto se le pidió que desarrollase un diccionario de la Biblia para los testigos de Jehová. Para ese proyecto él colaboró con otros tres o cuatro compañeros de las oficinas centrales desarrollando lo que llegó a ser el más extenso diccionario bíblico de la Sociedad Watchtower, Aid to Bible Understanding -1969- (Ayuda para entender la Biblia). Con excepción de algunas alteraciones de menor importancia y la integración de numerosos cuadros y ilustraciones, esa obra todavía se publica por la organización Watch Tower en forma de dos volúmenes con el título de Insight On the Scriptures (Perspicacia para comprender las Escrituras), aunque la mayoría de sus principales escritores ya no están asociados con la organización por haber sido expulsados o reemplazados.

Del cuerpo gobernante a «Crisis de Conciencia»

Después de acabar el proyecto del libro Aid, Ray fue pronto invitado a formar parte del cuerpo gobernante (llegando a tener en ese entonces 11 miembros). Después de servir allí por nueve años, llegó a tener una «crisis de conciencia» que lo separó de la que había sido su religión de toda la vida y que inspiró el libro que lleva el mismo título donde se narra su historia. No podía en conciencia seguir dando apoyo a reglas y doctrinas sin ninguna base bíblica ni al sufrimiento que causaba a tantas personas. Por eso, en 1980, a los 58 años de edad, Ray se sintió impelido a dimitir como miembro del cuerpo gobernante y a dejar Betel. Él y Cynthia se mudaron a Alabama.

El año siguiente, después de más de 40 años de dedicado servicio, Ray fue expulsado. Los cargos, tal y como está documentado, fueron que comió en un restaurante con una persona desasociada, la persona que lo empleó y le permitió vivir en sus terrenos, su amigo Peter Gregerson. Debido a que era miembro del cuerpo gobernante, así como sobrino de Frederick Franz (quién para entonces había sucedido al último presidente de la Sociedad Watch Tower, Nathan Knorr), la separación de Raymond de la organización llamó mucho la atención entre los testigos de Jehová de todo el mundo.

Desde el tiempo de la muerte del «juez» Rutherford en 1942 en adelante, el tío de Ray, Federick Franz, había sido designado el principal erudito de la organización por su predecesor, Nathan Knorr, hasta la propia muerte de Knorr en 1976. Es un hecho bien conocido que durante todos aquellos años, toda «nueva luz» o novedad doctrinal que se originaba de los testigos de Jehová provenía de Fred Franz, así como todos los argumentos tras el conjunto de la política de expulsión. Frederick Franz, fue de hecho, el único traductor de la Sociedad al hacer la Traducción del Nuevo Mundo de la Biblia. Después de que Ray se fuera de Brooklyn, intentó ponerse en contacto con su tío a través de cartas en tres ocasiones diferentes. Frederick Franz murió el 22 de diciembre de 1992 a la edad de 99 años sin siquiera haber respondido a ninguna.

Vida después de la Watch Tower

Mucha gente que ha leído Crisis de Conciencia se pregunta cómo les fue en la vida a Cynthia y a Ray desde los acontecimientos en 1980-1981 en Betel (cuando expulsaron a varios miembros prominentes del personal de las oficinas centrales). Circularon rumores entre los testigos de Jehová acerca de la formación de un cierto movimiento religioso «disidente». Sin embargo, lo que es absolutamente verdad, es precisamente lo contrario. Ray ha hecho constantemente evidente su aversión a formar cualquier tipo de «nueva organización». Con respecto a este asunto él pasa con frecuencia esta cita del libro del erudito Daniel Taylor, The Myth of Certainty (El Mito de la Certeza):

«La meta fundamental de todas las instituciones y subculturas es el instinto de conservación. Preservar la fe es central en el plan de Dios para la historia humana; preservar las instituciones religiosas particulares no lo es. No espere que los que ponen en marcha las instituciones sean sensibles a la diferencia. Dios no necesita ninguna persona, iglesia, secta, credo u organización determinada para lograr su propósito. Él hará uso de los que, en toda su diversidad, estén listos para ser usados, pero dejará a aquellos que trabajen solo para sus propios fines. Sin embargo, el cuestionar las instituciones es para muchos sinónimo de estar atacando a Dios, algo que no se debe tolerar… De hecho, se protegen a sí mismos, su visión del mundo y su sentido de seguridad. La institución religiosa les ha dado significado, un sentido de propósito, y en algunos casos carreras. Si se percibe que alguien pudiera ser una amenaza a estas cosas, entonces de hecho es una amenaza. A menudo esa amenaza se halla o se suprime aún antes de que surja claramente… Las instituciones expresan mucho más claramente su poder por medio de enunciar, interpretar e imponer las reglas de la subcultura. Cada institución tiene sus reglas y modos de imponerlas, unas declaradas con claridad, otras no tanto pero no por ello menos reales».

Reflejando esa opinión, Ray siente que la principal lección que se debe aprender y aplicar, es ver al cristianismo produciendo una hermandad, no un sistema.

Hay personas que se preguntan: ¿cómo les fue después a Ray y a Cynthia? ¿cuáles eran sus creencias religiosas desde que dejaron a los testigos? ¿cómo veía él ahora el texto de Hebreos 10:24, 25, en el que se anima a los cristianos a que se inciten al amor y a las obras excelentes? Como saben los lectores de Crisis de Conciencia, después de dejar Betel, Ray pasó los primeros años como empleado de su buen amigo, Peter Gregerson, que es el copropietario de una pequeña cadena de supermercados en Alabama. Por aquel tiempo, Peter experimentó su propia «crisis de conciencia» y tomó la decisión de «desasociarse» de los testigos de Jehová, aunque él no manifestó de ningún modo oposición a la organización. No obstante, fue Peter con quien Ray tuvo la «infame» comida, y esa fue la base para su expulsión, aunque en aquel tiempo no estaba prohibido por la política de la organización el comer con una persona desasociada. Poco tiempo después la Watch Tower cambió su política con respecto a permitir el comer con personas desasociadas y Ray, con efecto retroactivo, fue expulsado por violar esa nueva política. Cuando en ocasiones Peter y Ray pasan cerca de aquel restaurante suelen referirse a él jocosamente como «la escena del crimen».

La revista Time publicó un informe de lo ocurrido (22 febrero 1982) y eso resultó en un gran número de correspondencia que a Ray le resultaba difícil contestar. Pareció que la mejor solución era escribir un libro que cualquiera pudiera leer y que daría mucho mejor que él un amplio cuadro de lo que había sucedido. El resultado fue el ahora famoso libro Crisis de Conciencia.

Desde que se publicó por primera vez, el libro ha alcanzado una circulación de 60.000 ejemplares en todo el mundo, y hay en estos momentos otras traducciones en proceso. Mucha gente que lo ha leído ha escrito cartas expresando que la información presentada en el libro les ha permitido finalmente liberarse de gran incertidumbre y han podido al fin dar paz a su corazón.

¿Cómo les fue después?

Ray y Cynthya tuvieron un agradable hogar en una zona arbolada y semi rural a unos 15 kilómetros al oeste de Atlanta, Georgia. La generosidad inesperada de otras personas hizo eso una realidad para ellos. Peter Gregerson proveyó a Ray de un empleo en su negocio de comestibles y permitió aparcar su casa móvil en su propiedad sin pagar alquiler durante los primeros cinco años de su estancia en Alabama, permitiendo que en aquel tiempo Ray pudiera ahorrarse una buena parte de su salario.

En 1985, mientra todavía vivían en Alabama y planeaban mudarse a Georgia, llegó una carta inesperada de una persona completamente extraña -una señora que vivía en Australia-, y que había recibido un ejemplar de un amigo de Sudáfrica. Junto con la carta venían dos cheques con ciertas cantidades; uno era para Edward y Betty Dunlap (anterior secretario de Galaad que fue expulsado 1980), y el otro era para los Franz. Al responder a su gratitud, le mencionaron acerca de sus planes de mudarse a Georgia, y ella les envió allí otro cheque por un valor cuatro veces superior al del primero.

Con ese obsequio y con lo que Ray había ahorrado, además de un préstamo personal de un familiar de Cinthya, pudieron comprar un terreno y empezaron a construir un hogar. Un anterior testigo de Mississippi, Ray Phillips, que había sido por mucho tiempo contratista de obras, amablemente llevó a cabo la construcción de los cimientos y después se pudo llevar a cabo el resto del proyecto.

Los rumores

Ray se tomaba con una cierta ironía en el hecho de que los testigos se suelen referir a ellos mismos como que «están en la verdad», sobre todo cuando se consideran algunos de los principales rumores que han hecho circular acerca de él, como el que se mencionó en un principio de que él había formado «su propia religión.» También, tanto en Estados Unidos como en algunos países europeos, surgió el rumor de que él se había retractado de su posición y que había solicitado la readmisión. Otra historia fue que había muerto en un accidente de tráfico, lo que resultó en que se hicieran numerosas consultas por teléfono desde lugares tan lejanos como Gran Bretaña o otros países. Ray animaba a los que preguntaban a que pusieran a prueba sus fuentes de información y les decía que si los rumores eran ciertos que por favor lo mantuvieran informado. Tom Cabeen (anterior superintendente de la imprenta de la Watchtower), le envió una camiseta con un dicho de Mark Twain impreso en ella que decía: «Se han exagerado grandemente los informes acerca de mi muerte«.

Junto con todo eso, también surgieron rumores asegurando que Ray se había hecho rico al publicar sus libros. Él se sorprendía de que se dijera eso, pues desde el tiempo en que acabó de trabajar en el supermercado de Gregerson, sus ingresos anuales (incluida la seguridad social) se habían reducido a menos de la mitad de lo que percibía cuando estaba empleado. Durante los últimos años de su vida, sus ingresos anuales habían estado por debajo del «límite de la pobreza», según lo que el mismo gobierno había estipulado. No obstante, tanto él como Cinthya, encuentran que todas sus necesidades estaban cubiertas debido en parte a la generosidad de la gente y también a que han aprendido a economizar. Como Ray ha puntualizado, «cualquier austeridad inicial ha sido reemplazada por una simple frugalidad«. Le acreditaban los largos años que pasaron tanto Cinthya como él en el servicio de tiempo completo como testigos de Jehová, y que hizo que ese fuera su modo normal de vida, que no era menos desagradable o restrictivo.

Cinthya y Ray eran unos huéspedes generosos cuando recibían a visitantes de muchos países. El cariño de Cinthya nada pretencioso, hacía que la gente se sintiera bienvenida y a gusto en su casa. Afortunadamente, era también una excelente cocinera. Tuvieron visitas de gente de España, Gran Bretaña, Francia, Puerto Rico, Italia, etc., y continuaban llegando cartas de todo el mundo en un constante fluir, y aunque Ray intentaba contestarlas todas, a menudo la correspondencia se acumulaba por varios meses.

Debido a que no tuvieron hijos, tanto Ray como Cinthya, encontraron un gran placer en su perro Boy, un cruce de Border Collie y quién sabe qué más. Cuando paseaban con Boy por caminos de los bosques de alrededor y jugaban con él, les servía de ejercicio y diversión. Algo parecido a la «ovejita» de la historia que explicó Natán a David (2º Samuel 12:1-7), que llegó a ser «como una hija» para el pobre hombre de la historia. Así también, Boy llegó a ser para ellos como un «hijo» sustituto que les daba la clase de afecto incondicional que un animal de compañía suele dar.

Jon Mitchell, quien trabajó tanto en el Departamento de Servicio de la Watch Tower como en las oficinas del Cuerpo Gobernante en Brooklyn, los visitaba frecuentemente los fines de semana desde Gadsden, Alabama (donde trabajaba para Gregerson).

Así como otros muchos que una vez estuvieron en la organización de los testigos los Franz decían que no tenían deseos de ser miembros de alguna otra iglesia para poder llenar sus necesidades espirituales. En lugar de llevar a cabo una transición a un nuevo conjunto de creencias, simplemente leen las Escrituras para de manera progresiva poder nutrir su entendimiento, y hacen un esfuerzo sincero por no dejarse influenciar por ideas preconcebidas. No discuten por ciertas creencias y no aplican etiquetas tales como «ortodoxas» o «no ortodoxas» a creencias que consideran como no importantes, es decir, que no tienen clara trascendencia para la salvación.

Recordando la cena del Señor

Cada semana se reunían con amigos en su hogar o en el hogar de alguien de la vecindad, y compartían en un estudio de la Biblia mucho de lo que también compartían los cristianos en el primer siglo. En especial apreciaban las ocasiones en que celebraban «la cena del Señor» con otros. Mencionaban que ahora la ocasión imprimía en ellos un mayor significado en contraste con la más bien estéril ceremonia que antes llevaban a cabo.

A la pregunta de ¿volvería?

Algunas personas preguntaban si había alguna posibilidad de que Ray Franz volviera a los testigos de Jehová. Contestando a una persona que le preguntó si volvería en el caso de que se produjera una gran reforma, Ray respondió:

«En cuanto a contemplar la posibilidad de volver a la organización de los testigos, creo que no hay la más remota posibilidad de que ellos tomen las acciones que usted describe, y aunque las llevaran a cabo, no estoy interesado en formar parte de un sistema religioso de nuevo. Las creencias fundamentales de la organización tienen serias grietas y cambios cosméticos nunca las cambiarán. El espíritu que se ha desarrollado por el intenso y constante énfasis en la organización es muy insalubre y desvía la atención tanto del Hijo de Dios como de su santo Espíritu haciendo que los miembros se centren mucho más en el elemento humano y eso va en su detrimento espiritual. Es muy probable que el mayor error haya sido el que un sistema humano se haya arrogado derechos y privilegios que solo pertenecen al Hijo de Dios. Además, está la privación que se le hace a la persona de que pueda tener un verdadero sentido de relación personal con Dios y Cristo, la usurpación del propio ejercicio de la conciencia individual como consecuencia de la imposición de reglas y regulaciones de origen meramente humano. Esto produce una situación semejante a la que se describe en Mateo 15:9, una situación que preocupa como aquella de los fariseos del primer siglo. No pueden llevar a cabo los cambios que se necesitan sin dejar de ser la organización que son ahora. El cristianismo es, o debería ser, una hermandad, no una sociedad estructurada sujeta a una administración centralizada«.

Ray solía comentar que siempre disfrutaba de reunirse y de hablar con la gente misma y en un ambiente de libertad, pero que no está interesado en formar parte de nuevo de un sistema centralizado.

En septiempre de 2007, Raymond Franz, siendo ya muy mayor, efectuó una visita a Polonia y Rumanía. Su obra ha ayudado a miles de personas en el mundo a apreciar profundamente el concepto de la libertad cristiana.

2 respuestas a “Raymond Franz, fidelidad a la propia conciencia

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