Masada, el último bastión zelote

Masada2En esta fortaleza que domina el Mar Muerto, en el desierto de Judea, Herodes el Grande construyó algunos de sus más audaces edificios. Pero también fue el escenario de uno de los episodios más dramáticos de la historia de Israel.

Cuando Palestina cayó en manos de los romanos, ni los fariseos ni el propio Herodes alentaban el nacionalismo beligerante de los judíos zelotes nacionalistas. Temían que con el tiempo arrastraran a la entera población judía a un enfrentamiento calamitoso contra Roma como finalmente ocurrió al ser Jerusalén destruida en el año 70 E.C.

En el año 73 de nuestra Era, tres años después de la destrucción de Jerusalén a manos del general romano Tito en el año 70, novecientos sesenta judíos zelotes prefirieron matarse antes que rendirse a los romanos. Los zelotes eran un grupo de guerrilleros nacionalistas que pretendían ser los paladines de la ortodoxia judía y del integrismo, e intentaban levantar al pueblo contra el ocupante romano. Flavio Josefo, historiador judío y uno de los jefes de la rebelión contra Roma, es el único testigo presencial de aquellos hechos que escribió sobre ello.

Allí, a cuatrocientos metros sobre el nivel del suelo, aquellos judíos zelotes desafiaron durante cuatro largos años el asedio de las mejores legiones romanas. El Imperio latino no había podido barrer el último escollo israelita y además, estos decidieron inmortalizarse privando a Roma de una victoria. Como jamás podrían salir airosos, aquellos judíos se suicidaron, y cuando la Décima Legión entró en Masada, tan solo encontró los cadáveres de hombres, mujeres y niños. Sobre esto, Flavio Josefo escribió:

“Cuando allí se toparon con el montón de muertos, no se alegraron, como suele ocurrir con los enemigos, sino que se llenaron de admiración por la valentía de su resolución y por el firme menosprecio de la muerte que tanta gente había demostrado con sus obras». -Libro VII, 406.

Las excavaciones arqueológicas efectuadas en los años sesenta del siglo XX, dirigidas por Yigael Yadin, arqueólogo y catedrático de la Universidad hebrea de Jerusalén, no solo desenterraron numerosos vestigios del modo de vida judío de la época sino que demostró la veracidad de la descripción de Josefo. Hoy día, el estado moderno de Israel, todavía recuerda con una festividad anual aquella resistencia heróica.

Hoy día, Masada es un destacado lugar turístico, a la vez que posee una importante carga simbólica para el nacionalismo judío, como uno de los últimos episodios de afirmación y resistencia nacional antes de la definitiva diápora.  Masada y su entorno fueron declarados Parque Nacional en 1966, formando parte de la Reserva Natural del Desierto de Judea desde 1983, y del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco desde el año 2001.

Llama la atención que, según los evangelios, Jesus de Nazaret nunca diera apoyo a ningún movimiento nacionalista judío ni a ninguna de las sectas judías de su día (zelotes, esenios, fariseos, saduceos). Más bien enseñó que todos los hombres son hermanos mostrando que su reino era de carácter espiritual. De hecho, historiadores cristianos primitivos reconocen que los primeros cristianos se negaban a ser soldados o a participar en la guerra.

Herodes el Grande había reconstruido también el templo de Jerusalén y parece que el resultado final fue espléndido y majestuoso. Muchos interpretaban aquello como muestra evidente de la bendición de Dios. ‘Más impresionante que el templo de Salomón‘, decían. Pero en cierta ocasión los discípulos de Jesús quisieron mostrarle toda aquella grandiosidad y le decían, ‘¡Mira, Señor, qué magnífico templo es este!’ Pero Jesús no dio indicación alguna de que aquello fuera evidencia de la bendición de Dios. Más bien profetizó que allí no quedaría ‘piedra sobre piedra que no fuera derribada‘. Y por el brazo ejecutor de Roma, así sería en el caso de Jerusalén y así sería también en el caso Masada.

Igualmente hoy día, ni grandes edificios, ni bienes raíces, ni inmensas catedrales, ni grandes corporaciones, ni tan siquiera una gran cantidad de fieles nominales son muestra alguna de la bendición de Dios. Porque según se muestra en las Escrituras, la verdadera bendición divina viene cuando no solo se afirma tener fe en Cristo, sino cuando se siguen sus pasos de verdad, cuando se vive una vida buena y pacífica, cuando se muestra amor al prójimo y se ama la verdad y lo que es recto. Como escribiera el profeta Oseas (6:6, NTV):

«Quiero que demuestren amor, no que ofrezcan sacrificios. Más que ofrendas quemadas, quiero que me conozcan«.

Esteban López

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