Dietrich Bonhoeffer

Dietrich BonhoefferLa vida y pensamiento del teólogo luterano alemán Dietrich Bonhoeffer (1906-1945), han tenido una influencia creciente en la comunidad cristiana. Hijo de un médico notable, Bonhoeffer nació en Breslau, Prusia (hoy Wroclaw, Polonia), el 4 de febrero de 1906. Recibió formación teológica en las universidades de Tubinga y Berlín, y en 1927 obtuvo su doctorado.

Se pronunció reiteradamente contra Adolf Hitler y el régimen nazi desde su llegada al poder en 1933. Se afilió, junto a Carl Barth, a la Iglesia confesante, que se oponía al intento nazi de imponer el antisemitismo en la iglesia y en la sociedad. Denunció a su vez la reacción de la iglesia ante las atrocidades cometidas e insistió en el deber incondicional de la Iglesia hacia las víctimas de la sociedad, fueran o no cristianas.

Mientras muchos teólogos y gentes de iglesia manifestaban una actitud de servidumbre a la autoridad, Dietrich escribió el ensayo intitulado La Iglesia y la cuestión judía, en el que establecía distintos niveles de responsabilidad de la Iglesia frente al Estado, llegando incluso a exigir que la Iglesia, «no sólo se preocupara de las víctimas de la máquina de tortura, sino que llegara a parar la máquina». De hecho, su lema llegó a ser «Solo el que levante su voz en favor de los judíos puede cantar gregoriano».

Su evolución teológica le llevó a tener del mundo una «visión desde abajo», en la perspectiva de los pobres, los oprimidos, los marginados. Se explica así su influencia también en la Teología de la liberación, de la que nos quedan tantas lecciones por aprender. También decía, «Jesús nos llamó, no a una nueva religión, sino a una nueva vida».

Bonhoeffer tiene importancia por su ecumenismo y sus esfuerzos en favor de la paz mundial. En 1934, en el Consejo Mundial para la Praxis Cristiana, dijo:

«¿Cómo se podrá establecer la paz? ¿Quién llamará a la paz, de modo que el mundo entero se vea obligado a escuchar su voz y los pueblos se sientan felices por su mensaje?… Solo un gran concilio ecuménico de la Santa Iglesia de Cristo de toda la tierra puede proclamar que el mundo entero deberá escuchar, aún a regañadientes, la palabra de la paz, y que todos los pueblos deberán sentirse felices de que esa iglesia, en nombre de Cristo, les quite a sus hijos sus armas de las manos, les prohíba la guerra y proclame la paz de Cristo sobre un mundo tan exacerbado».

En 1940 la Gestapo le había prohibido hablar y escribir, pues sus artículos eran considerados subversivos contra el régimen. El 5 de abril de 1943 fue detenido junto a otros compañeros por conspiración y traición al Estado y encerrado en la cárcel de Tegel, en Berlín, aunque la Gestapo nunca había estado segura del vínculo real de Bonhoeffer con la resistencia alemana. En octubre de 1944 fue trasladado a los calabozos de la Seguridad del Estado en Munich. Los más profundos y tensos pensamientos fueron escritos por él mientras estuvo preso, como cuando escribió que se sentía como ‘sin suelo bajo los pies’. El 9 de abril de 1945 fue ahorcado colgado de un largo clavo en la pared completamente desnudo. Fue Hitler mismo en persona el que dio la orden de su ejecución.

Según testigos presenciales, antes de su ejecución había estado de rodillas y orando fervorosamente, demostrando así cuán profunda había llegado a ser su relación personal con Dios. El doctor del campo -testigo de la ejecución- anotó «Se arrodilló a orar antes de subir los escalones del cadalso, valiente y sereno. En los cincuenta años que he trabajado como doctor nunca vi morir un hombre tan entregado a la voluntad de Dios» (Eberhard Bethge, Dietrich Bonhoeffer: A Biography, p. 927). Su cadáver fue quemadoPocos hombres habían mostrado tanta valentía y determinación en oponerse a aquel ignominioso régimen totalitario.

Entre sus obras traducidas al español destacan Ética, Creer y vivir, El precio de la gracia, Redimidos por lo humano, Resistencia y sumisión, Vida en comunidad

Durante aquellos terribles años, millones de judíos y otros pueblos, así como muchas otras personas opuestas al régimen nazi, sufrieron lo indecible o simplemente fueron exterminados. Muchos otros sufrieron también por sus ideales religiosos, como fue el caso de muchos Bibelforscher o testigos de Jehová. Tanto en filosofía como en teología, ha sido necesario después de semejante holocausto y horror, llevar a cabo profundas reflexiones, hasta el grado de que hoy día se reconoce que hay un ‘antes y un después de Auschwitz’.

Es difícil poder llegar a entender con claridad por qué se permitió que todo aquello sucediera, pues fue sin duda un horrendo crimen contra la humanidad. Pero es refrescante saber de seres humanos que, con su defensa de la dignidad humana, plantaron cara a la locura y la barbarie. Que su recuerdo y ejemplo permanezcan para siempre en nuestra memoria.

En sus propias palabras

«Jesús es el único contenido. Al lado de Jesús no hay otro contenido. Él mismo es el contenido«.

«Para el cristiano el comienzo del día no debe estar sobrecargado ni obstaculizado por los quehaceres múltiples que le esperan. Cada día que comienza está sometido al Señor que lo creó«.

«Las circunstancias en que hoy oramos por el reino de Dios nos impelen a la más honda solidaridad con el mundo«.

«Autoridad pastoral sólo podrá hallarla aquel servidor de Jesús que no busca su propia autoridad; aquel que, sometido a la autoridad de la palabra de Dios, es un hermano entre los hermanos«.

«El hombre debe y puede ser hombre. Toda pretensión de superhombre, todo esfuerzo por trascender al hombre, todo afán de ser héroes, toda existencia semidivina está de sobra en el hombre, pues no es verdadera«.

«La iglesia sólo es iglesia cuando existe para los demás. Para empezar, debe dar a los indigentes todo cuanto posee. (…) La iglesia ha de colaborar en las tareas profanas de la vida social humana, no dominando, sino ayudando y sirviendo. Ha de manifestar a los hombres de todas las profesiones lo que es una vida con Cristo, lo que significa «ser para los demás«.

No se puede ser al mismo tiempo cristiano y nacionalista”.

«Dios es un Dios que lleva. El Hijo de Dios llevó nuestra carne, llevó la cruz por ello, llevó todos nuestros pecados y, con este acto de llevar, trajo la reconciliación. El que sigue es llamado igualmente a llevar. Ser cristiano consiste en llevar. Lo mismo que Cristo, al llevar la cruz conservó su comunión con el Padre, para el que le sigue, cargar la cruz significa la comunión con Cristo».

«No hay nada que pueda sustituir la ausencia de una persona querida, ni siquiera hemos de intentarlo; hemos de soportar sencillamente la separación y resistir. Al principio eso parece muy duro, pero, al mismo tiempo, es un gran consuelo. Porque al quedar el vacío sin llenar nos sirve de nexo de unión. Es equivocado decir que Dios llena ese vacío; Dios no lo llena en modo alguno, sino que precisamente lo mantiene vacío, con lo cual nos ayuda a conservar -aunque sea con dolor- nuestra auténtica comunión«.

«Ciertos cristianos, y en especial los predicadores, creen a menudo que, cada vez que se encuentran con otros hombres, su único servicio consiste en «ofrecerles» algo. Se olvidan de que el saber escuchar puede ser más útil que el hablar. Mucha gente busca a alguien que les escuche y no lo encuentran entre los cristianos, porque éstos se ponen a hablar incluso cuando deberían escuchar. Ahora bien, aquel que ya no sabe escuchar a sus hermanos, pronto será incapaz de escuchar a Dios, porque también ante Dios no hará otra cosa que hablar».

Esteban López

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