La justicia como virtud

justiciaQue la justicia esté relacionada con la equidad es el gran desafío de cualquier sociedad que intenta regular las relaciones de sus miembros a través del Derecho. La aplicación justa de la ley es lo que hace a una sociedad más libre e igualitaria. Sin embargo, la experiencia muestra que en muchas ocasiones no se logra ese objetivo en absoluto y que la corrupción tanto en medios políticos como judiciales hace que muchas personas se descorazonen y pierdan toda confianza en las instituciones. Así las cosas y bien pensado, habría que decir que lo ideal sería que solo se debería dedicar al Derecho quien amara realmente la justicia y la rectitud. Porque la justicia es una virtud excelsa y solo puede emanar de un corazón recto y bueno.

Desarrollo histórico y significado

En la antigua Grecia, antes del tiempo de Sócrates, los filósofos asociaban la idea de justicia a la de orden. Todo lo que desequilibra el orden al que se pertenece es injusto. Platón consideraba la justicia como una virtud, un bien superior incluso a la misma felicidad. Y tanto él como Aristóteles (384-322 a.C.) consideraban la justicia como una función básica y primordial del poder político. En su ‘Ética a Nicómano‘, Aristóteles llama a la justicia ‘la más sobresaliente de las virtudes‘:

«La justicia es una virtud perfecta, más no en términos absolutos, sino en relación con otro. También por eso muchas veces se piensa que la justicia es la más sobresaliente de las virtudes… Igualmente decimos en un proverbio: ‘En la justicia se encuentra resumida toda virtud’. Y es una virtud perfecta porque precisamente es un ejercicio de la virtud perfecta. Es perfecta, porque quien la posee puede conducirse virtuosamente con otros y no solo consigo mismo«. – Aristóteles, ‘Ética a Nicómano‘, Libro 5, 2.

Los romanos entendieron la justicia como todo lo que estuviera ajustado al ius (derecho). Ulpiano decía que era dar a cada uno lo suyo, es decir, su derecho. Los juristas romanos incluían además la idea de vivir honestamente y no dañar a los demás como el fin esencial del Derecho.

En la tradición bíblica, justicia no era solamente dar a cada uno lo suyo, sino la adherencia a la bondad y la santidad. Es como una de las acepciones del Diccionario de la Real Academia Española para justicia: Conjunto de todas las virtudes, por el que es bueno quien las tiene (otra acepción es: equidad). Para el cristianismo, es más importante el amor (gr. agape) que la justicia. Fueron Agustín de Hipona y Tomás de Aquino quienes desarrollaron una doctrina filosófico jurídica de la justicia. El tomismo defendía la idea de que la justicia es un principio superior al que debe atenerse la ley positiva y, que la finalidad de esa ley debe ser la del bien común. También muestra la relación que existiría entre justicia, ley natural y ley divina.

Los llamados justicia2iusnaturalistas, como es el caso de Hugo Grocio (1583-1645), consideraban a la justicia como algo derivado de la ley natural a la que debe acomodarse la ley positiva. Sin embargo, el absolutismo de los reyes y las doctrinas que defendían su poder absoluto, marginaron la justicia y el derecho natural en favor de la norma positiva emanada de la autoridad. Prepararon el camino para el positivismo jurídico contemporáneo, que mantiene la neutralidad ética del derecho, afirmando que éste es solo el que emana de la autoridad política y que lo justo es simplemente lo legal. Pero bien pensado, hay que decir que no todo lo legal es justo. El nazismo por ejemplo promulgó sus propias leyes, pero muchas de ellas eran profundamente injustas y contrarias a la dignidad humana. No es de extrañar que el líder por los derechos civiles Martin Luther King dijera, «nunca olvidéis que todo lo que hizo Hitler era legal«.

Sin embargo, la idea de justicia desarrollada por el pensamiento clásico y el cristianismo ha perdurado como un principio superior a la mera legalidad. Justicia no es simple legalismo, porque éste tiene la tendencia a la aplicación literal de las leyes, sin considerar ninguna otra circunstancia. Cuando eso se produce, se adultera por completo el sentido verdadero de justicia porque solo causa daño indebido. Se convierte entonces en simple tiranía. Como muy bien lo expresó el escritor ruso Aleksandr Solzhenitsyn (1918-2008), disidente de la Rusia soviética y por ello preso durante varios años y desterrado, «Cuando la vida se teje con estambres legalistas surge una atmósfera de mediocridad moral que paraliza los más nobles impulsos humanos». 

Quizá sea bueno recordar aquí que en un mundo en el que parece que se pleitea más que nunca, hay un concepto que supera por mucho al de “a cada uno lo suyo”. Es la “ley del amor”, de Jesús de Nazaret: una invitación a más actos de conciliación entre las partes que a la despiadada lucha en los tribunales. Victoria Camps dice que «los buenos sentimientos no son la justicia, pero ayudan. Dado que la justicia es imperfecta, es preciso sentirse solidario del dolor y sufrimiento ajenos… Caridad (amor) como solidaridad que mediante el afecto contrarreste las limitaciones de lo justo».

– Pedro Luis Blasco, «La justicia entre la moral y el derecho«, Trotta, 2013, pág. 278.

oliver-wendellUn buen ejemplo de alguien que siendo jurista no se conformó con el simple legalismo fue Oliver Wendel Holmes, jr. (1841-1935), juez del Tribunal Supremo de los Estados Unidos y uno de los juristas mas influyentes de la historia. Se le conoció como “el Gran Disidente” debido a que a menudo no estaba de acuerdo con la mayoría de sus colegas de Tribunal y emitía votos particulares con suma elocuencia en las sentencias. Usó un gran sentido común para lograr una mayor justicia en los casos que trató. Algunas de las sentencias influenciadas por él reconocieron el derecho de huelga de los trabajadores, el salario mínimo, la limitación en los horarios de trabajo, la legalización de los sindicatos obreros, etc. Lograr verdadera justicia fue para él toda pasión.

Sobre la justicia como virtud, John Rawls (1921-2002), filósofo estadounidense y profesor de la universidad de Harvard, autor de la celebrada «Teoría de la justicia» y «El derecho como equidad«, escribe:

«La justicia debe seJohn Rawlsr la primera virtud de las instituciones sociales, así como lo es la verdad en los sistemas de pensamiento… No importa que las leyes e instituciones estén ordenadas y sean eficientes: si son injustas han de ser reformadas o abolidas. Cada persona posee inviolabilidad que se fundamenta en la justicia y que ni siquiera el bienestar general de la sociedad se le puede anteponer… Los recursos limitados de una sociedad deben ser distribuidos de forma que los menos favorecidos puedan vivir de una forma aceptable. No se trata simplemente de distribuir una serie de recursos limitados de una forma justa, sino que dicha distribución permita que la sociedad en su conjunto sea productiva y basada en la cooperación. Así, las desigualdades solamente pueden tener sentido una vez esas necesidades mínimas han sido cubiertas para todos, y solamente en tanto que funcionen a favor de la sociedad, especialmente de los más desfavorecidos».- John Rawls,  A Theory of Justice, 1971.

El 17 de noviembre de 2016, el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) de España publicó un documento en el que se exponían ‘principios de ética judicial que aspiraba a recoger los valores y reglas de conducta compartidos por la judicatura española, y sirviera de pauta de comportamiento en el desempeño de la jurisdicción y fortalecer la confianza de la ciudadanía‘. Algunas cualidades que se citan ahí y que debería tener todo el que juzga son, «independencia, imparcialidad, integridad en la vida pública y privada; cortesía, diligencia y transparencia«.

La verdadera justicia equilibra completamente las cosas. Hace que nada «clame al cielo«. Es una virtud en el ser humano y logra lo mejor para el bien común. Hace a los hombres y a las sociedades más libres y zanja definitivamente cualquier asunto pendiente. Cuando el que gobierna o el que imparte justicia es justo, el pueblo prospera y canta de alegría. Como se expresó hace mucho tiempo de manera poética:

«Miren, un rey reinará con rectitud y los gobernantes gobernarán con justicia. Cada uno será como un refugio contra el viento, como un resguardo contra la tormenta; como arroyos de agua en tierra seca, como la sombra de un peñasco en el desierto«. – Isaías 32:1,2, Nueva Versión Internacional (NVI).

La justicia es por tanto una virtud fundamental del hombre. Un hombre justo es el que tiene el constante hábito de realizar actos justos. Es rectitud moral que se extiende tanto al ámbito privado como social.

Esteban López

Véase también Derecho y equidad

3 respuestas a “La justicia como virtud

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