Arthur Schopenhauer (1788-1860) procedía de una próspera familia alemana. Su padre era un comerciante de éxito que acabó suicidándose por temor a perder toda su fortuna. Se cree que este hecho le marcó para siempre y que sería la causa de su conocido pesimismo existencial, el cual se refleja sobre todo en su obra «El mundo como voluntad y representación«, obra, por cierto, aunque es muy conocida hoy, apenas tuvo reconocimiento cuando se publicó por primera vez en 1819.
Ya desde muy joven, Arthur había mostrado una fuerte inclinación por la reflexión y una visión pesimista de la vida, algo que afectaba a su carácter y que causaba preocupación a su madre. Como ilustración de lo que se quiere decir, en el verano de 1840 Schopenhauer se ve aquejado de fuertes dolores de oídos y su hermana Adele, quien llegó a ser escritora y poetisa, le escribe:
«Tu desconfianza te sume en la miseria, y eso me causa más pena aún que tú enfermedad, la cual espero que pase; enfádate lo menos posible, eso es lo que más perjudica«.
Aunque Schopenhauer intentó desarrollar una carrera académica en la universidad de Berlín, sus enfrentamientos con Hegel y sus críticas al sistema universitario alemán hicieron que desistiera de dedicarse a la enseñanza. Sin embargo, su cómoda situación financiera heredada de su padre comerciante hizo que pudiera dedicarse a la filosofía el resto de su vida.
El pensamiento que con el tiempo Schopenhauer desarrolló recibe su influencia de Platón, Spinoza, Kant, Baltasar Gracián (Schopenhauer aprendió español y siempre se identificó con su forma de pensar), el budismo (del que extrae el concepto de Nirvana y de serenidad absoluta), el taoísmo y el Vedanta, este último relacionado entre otros con pensamientos filosóficos del Bhagavad Gita hindú. También apreciaba mucho a Goethe, Francisco Suarez, Shakesperare y Homero. Por otro lado, puede verse influencia de su filosofía en autores como Friedrich Nietzsche, Ludwig Wittgenstein, Sigmund Freud, Pío Baroja, Miguel de Unamuno, Jorge Luis Borges, Franz Kafka, Thomas Mann, Gustav Mahler, Marcel Proust, o Samuel Beckett.
«El mundo como voluntad y representación«
Habiéndose declarado él mismo como ateo, «El mundo como voluntad y representación» es un ejemplo paradigmático del llamado pesimismo filosófico. En él se manifiesta que éste es el peor de los mundos posibles, que la felicidad es una meta inalcanzable para el hombre, y que la vida está determinada por una fuerza ciega e irracional a la que llama «voluntad«. Con esta palabra Schopenhauer no se refiere a la facultad que tiene cada ser humano de dirigir su conducta, sino a la energía de la que surgen todas las cosas. Esa voluntad como fuerza ciega hace que la vida sea privación, necesidad y carencia, lo que hace que cause angustia y dolor al hombre. Para él, el puro azar es constante en la existencia. Puede haber momentos de calma pero pronto aparece un sentimiento de hastío iluminador y aburrimiento que hace que se vea con claridad que la vida carece totalmente de sentido, que es vana y vacía. Es como si fuéramos títeres en el teatro de esa llamada «voluntad«, algo que hace que la vida no sea en absoluto bella. Solo la contemplación estética en el arte o la compasión moral podrían ser medios para paliar hasta cierto grado el sufrimiento.
Filosofía práctica
Sin embargo, a pesar de todo ese pesimismo recalcitrante, a pesar de que esta existencia oscila, según él, entre el dolor y el aburrimiento, Schopenhauer tuvo a la vez siempre el deseo de hacer que el paso por esta triste existencia fuera lo menos traumática y dolorosa posible. De ahí sus escritos relacionados con la prudencia y la sabiduría al vivir (por ejemplo sus Aforismos sobre el arte de vivir), con reglas de conducta y de vida que ayuden a evitar las penas y golpes del destino y poder alcanzar una felicidad, si no completa, porque eso es inalcanzable para el hombre, por lo menos cierto grado de felicidad que esté lo más alejada del dolor.
Fue precisamente por estos Aforismos que Shopenhauer alcanzó la fama incluso fuera de las fronteras de Alemania. La gente apreció con rapidez su valor orientativo y didáctico. Hasta entonces el resto de sus obras habían pasado prácticamente desapercibidas. Pero a partir de ahí, Schopenhauer se convierte en el filósofo más leído de la segunda mitad del siglo XIX. Se podrá estar de acuerdo o no con su filosofía pesimista, pero sin duda muchos de sus Aforismos invitan a la prudencia y a la sabiduría práctica en asuntos concretos de la vida.
Por supuesto, ese deseo suyo no era original. Hombres de todos los tiempos procuraron alcanzar sabiduría práctica. Sócrates por ejemplo dijo que «Para desembarcar en la isla de la sabiduría hay que navegar en un océano de aflicciones«, algo que Schopenhauer sabía muy bien debido a su batallar personal con la vida. Hasta el propio Jesús de Nazaret afirmó que «la sabiduría se acredita por sus propios resultados» (Mt. 11:19, BLP).
Algo de su pensamiento
«Es muy poco lo que la riqueza como tal, es decir, el exceso de bienes, puede aportar a nuestra felicidad; de ahí que tantos ricos se sientan infelices; porque están desprovistos de una verdadera formación del espíritu, de conocimientos, es decir, de algún interés objetivo que les permita ejercer una actividad espiritual«.
«Los hombres se afanan cien veces más en adquirir riquezas que en cultivar su espíritu; y ello a pesar de que está fuera de toda duda que lo que uno es contribuye mucho más a nuestra felicidad que lo que uno tiene«.
«No cabe esperar mucho de los demás, y en general, de fuera, en ningún sentido. Lo que alguien pueda significar para otro tiene límites muy estrechos: al final cada uno se queda solo; y entonces lo único que cuenta es quien se ha quedado solo. Así pues, vale aquí lo que Goethe expresa en general, cuando indica que en todas las cosas contamos en último término solo con nosotros mismos».
«La vida intelectual no solo protege contra el aburrimiento, sino también contra sus secuelas. Se convierte en un escudo contra las malas compañías y contra los muchos peligros, accidentes, pérdidas y derroches en los que se incurre cuando se busca la felicidad únicamente en el mundo real. Así, mi filosofía jamás me ha dado ganancia alguna; pero me ha ahorrado muchas cosas».
«El pobre diablo que no tiene nada en el mundo de lo que estar orgulloso apela al último de los recursos, a saber, vanagloriarse de su nación, de la que él, justamente, forma parte: esto lo reconforta, suscitando su agradecimiento y disposición a defender todos los errores y torpezas que aquejan a la patria«.
«El destino mismo es algo que se puede mejorar, y… si se goza de riqueza interior, o habrá que pedirle mucho al destino; en cambio, un pobre diablo seguirá siendo un pobre diablo por el resto de sus días«.
«Los placeres más elevados, variados y estables son los espirituales. Depende nuestra dicha de aquello que somos, de nuestra individualidad«.
«La salud, en particular, supera tanto en importancia a todos los bienes exteriores, que cabe reputar más dichoso a un mendigo sano que a un rey enfermo».
«Un hombre ingenioso, aunque esté completamente solo, se entretiene de maravilla con sus propios pensamientos y fantasías, mientras que al torpe ni la alternancia constante de reuniones sociales, ni las obras de teatro, las excursiones o las parrandas lo libran del suplicio del aburrimiento. Un carácter bueno, moderado y manso puede estar satisfecho aun en circunstancias adversas… para aquel que disfruta permanentemente de una individualidad extraordinaria y espiritualmente eminente serán totalmente superfluos e incluso molestos y onerosos, la mayoría de los placeres generalmente buscados».
«El medio más idóneo para no ser muy infeliz es no pretender ser muy feliz… Es aconsejable reducir a un mínimo razonable las propias pretensiones al placer, a la propiedad, al rango, al honor, etc., ya que las causantes de las mayores desgracias son precisamemente la ambición y la lucha por la felicidad, el brillo y el placer».
«La amistad verdadera y auténtica presupone un interés profundo, puramente objetivo y completamente desinteresado en las alegrías y pesares de la contraparte, y ese interés, a la vez, una real identificación con el amigo».
«Dejaríamos de hablar con la mayoría de nuestros conocidos cercanos si oyésemos lo que dicen de nosotros a nuestras espaldas».
“No hay mayor consuelo en la vejez que la certeza de haber invertido toda la energía de la juventud en obras que no envejecen con uno”.
«La sensibilidad consiste en contemplar, pensar, sentir, escribir, pintar, esculpir, interpretar música, aprender, leer, meditar, filosofar, etc… cuya decisiva presencia eleva al hombre por encima de todo lo demás«.
«Los placeres más elevados, variados y estables son los espirituales. Depende nuestra dicha de aquello que somos, de nuestra individualidad«.
«La amistad verdadera y auténtica presupone un interés profundo, puramente objetivo y completamente desinteresado en las alegrías y pesares de la otra parte, y ese interés, a su vez, una real identificación con el amigo».
«Lo que se opone a que los hombres lleguen a ser más sabios y prudentes es, entre otras cosas, la brevedad de la vida. Cada treinta años llega una generación nueva que no sabe nada y tiene que empezar desde el comienzo«.
“Cuantas menos razones tiene un hombre para enorgullecerse de sí mismo, más suele enorgullecerse de pertenecer a una nación”.
“Sólo tiene valor absoluto lo que conserva su valor en cualquier circunstancia… el valor y la felicidad del que tiene un gran corazón y un gran espíritu. Así pues, lo verdaderamente valioso no es la fama, sino lo que hace merecerla”.
«En cuanto a lo que la gente suele llamar el destino, la mayoría de las veces éste no consiste sino en sus tontas acciones. Pues aunque las malas acciones se paguen sólo en el otro mundo, las necias se saldan en este».
– «Aforismos sobre el arte de vivir«, Alianza Editorial, 2009.
Esteban López
Como siempre el artículo es magnífico. Gracias por poner sentimientos y sabiduría en tu tinta, por regalarnos cultura, grandes historias, arte, conocimiento, reflexión y todo sobre la vida…a través de tu brillante y edificante blog Pensamiento y cultura estebanlopezgonzalez.com. Que Dios te guarde y te bendiga siempre. 🤲☀️❤️
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Muchas gracias, Nayat, por tus palabras tan amables. Son de mucho estímulo para mí. Tu bondad siempre me desarma absolutamente.
Un abrazo muy fuerte🌹
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Maravilhoso resumen. Una buena cabeza en una mala premisa: el ateísmo. De que sirve tanta inteligencia si se la priva del supremo placer: la contemplación. Gracias Esteban!
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Muchas gracias, Joe, por escribir. Buena reflexión.
Un abrazo.
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